Educación

La guerra de las guarderías

  • Elegir un centro de educación infantil se ha convertido en un auténtico dilema para las familias El debate entre homologados, no homologados, legales o 'ilegales' revoluciona el sector en los últimos meses

Elegir el centro educativo apropiado para un niño con una edad comprendida entre 0-3 años se ha convertido a día de hoy en un verdadero dilema para los padres en Jerez. Es así porque en los últimos meses las informaciones vertidas sobre centros 'legales' o 'ilegales' han terminado por generar un clima de desconcierto y preocupación en las familias. A ello hay que añadir el cierre de algunos centros privados, muchos de ellos con una antiguedad cercana a los veinte años, un hecho que ha obligado a los padres a reubir a sus hijos con la cantidad de inconvenientes, sobre todo en pleno curso, que eso conlleva. 

 

Pero centrándonos en la actualidad y en todo ese debate generado entre centros homologados, no homologados, legales o 'ilegales' resulta imprescindible volver a la base. En nuestra ciudad, aparte de las Escuelas Infantiles que controla la Junta a través de concesiones administrativas, encontramos infinidad de centros privados, muchos de ellos con una larga trayectoria y otros de reciente creación. No hay que olvidar que no hace demasiado tiempo, según relatan algunos profesionales del sector, este tipo de negocios generaban un volumen económico importante, de ahí la proliferación de ellos de un tiempo a esta parte. Tanto es así que durante esta época, es decir, justo antes de la crisis, algunos centros contaban con infinidad de niños en sus aulas e incluso muchos de ellos poseían "listas de espera de hasta 40 niños hace dos años", comenta la responsable de uno de ellos.   

 

Los problemas económicos que afectan al país se han visto reflejados en las denominadas guarderías, para entendernos, y por tanto, aquellos negocios rentables y fructíferos por aquel entonces, han pasado a vivir con lo justo. "Con la crisis hay muchos padres que en vez de llevar a los niños a los centros se los dejan a los abuelos o a los tíos", destaca otro dueño de un centro.

 

Esta situación ha pasado factura a muchos centros que han decidido cerrar sus puertas porque el número de niños que acogían no les permitía seguir adelante con el negocio, o sea, no les era rentable. 

 

Al margen del aspecto puramente económico, recientemente hemos asistido a la denuncia por parte de un colectivo de Centros de Educación Infantil de la ciudad, que aglutina ya a 18 entidades, criticando la presencia de guarderías a las que denominan 'ilegales' al carecer de código de homologación. ¿Pero qué es y qué implica dicho código? El código de homologación lo concede actualmente la Junta de Andalucía a través de la Consejería de Educación y lo hace tras cumplir una serie de requisitos que se recogen en el Decreto 149/2009, de 12 de mayo, del BOJA y que van desde el número de unidades a las características que debe reunir el edificio en el que sea ubicado, pasando por la cualificación del personal. 

 

Entre esas características encontramos las siguientes premisas. Inicialmente, el edificio elegido deberá ser "de uso exclusivo y con acceso independiente desde un espacio público", además de "disponer de unas condiciones arquitectónicas que posibiliten el acceso y la circulación de personas con discapacidad". Aparte de eso, la Junta, a través de su Consejería de Educación, exige que las instalaciones cuenten con "una sala por cada unidad escolar" que posea "como mínimo treinta metros cuadrados", o "con un patio de juego que no podrá ser inferior a los 75 metros cuadrados". 

 

Otro de los puntos importantes es el de la ratio, un tema criticado por muchos padres en la actualidad. La ley recoge que los centros educativos que impartan el primer ciclo de educación infantil tendrán cómo máximo un número de alumnos por unidad. En este sentido se apunta que para menores de un año el número tendrá que ser 1/8; para menores de dos años, 1/13, y para dos a tres años 1/20.   

 

A ello hay que añadir un precepto fundamental e ineludible a la hora de abrir un centro de este tipo, es decir, el contar con un proyecto educativo y asistencial propio. 

 

¿Y qué ocurre con el resto de centros que llevan funcionando desde hace casi 20 años y no poseen esta homologación? En este apartado entran un importante número de entidades en Jerez. Hablamos de entidades que en su día accedieron a la licencia de guardería pero que se encuentran en el denominado 'expediente abierto', o sea, por una razón u otra no han conseguido ese código de homologación tan de actualidad. En unos casos se trata de pequeños detalles, como ganar un metro más a una de las salas destinadas a los niños o simplemente papeleo burocrático, y en otros de aspectos mucho más costosos e inviables por las condiciones de su edificio actual como ha ocurrido, por ejemplo a la Guardería Aladín, que no tenía terreno suficiente para acometer obras en el patio tal y como requiere el BOJA, o contenía una escalera en el centro. 

 

Para entender su situación debemos echar la vista atrás y conocer que cuando estos centros comenzaron a funcionar recibieron la licencia de guardería sin ningún tipo de cortapisa. Desde entonces han llevado a cabo la misma función que el resto de entidades si bien es verdad que recientemente se les ha empezado a exigir su adaptación a la normativa con mayor celo que antaño. Entretanto, estos centros han seguido recibiendo las mismas inspecciones y controles que el resto, "y hemos seguido pagando religiosamente los impuestos, como todo el mundo", afirma uno de sus regentes. 

 

Sin embargo, la mayoría de estos lugares, quizás los más indefensos en medio de este maremagnum, son los que cuentan con mayor respaldo de los padres y eso para un negocio de este tipo es fundamental. "Si tus padres están contigo tu centro tiene futuro, si no es que algo falla y mejor que te dediques a otra cosa", explica uno de los afectados. 

 

Sin  embargo, en toda esta guerra todos se han olvidado del principal afectado, el niño que será quien afronte determinados cambios y que sufre callado los intereses de una sociedad cada vez menos humana.  

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