Jerez

La guerra del pan

  • En la lucha por captar compradores, los negocios dedicados a las venta de pan llegan a ofrecer ofertas difícilmente asumibles y equiparables por pequeños obreros y artesanos

Harina, trigo y agua. Pocos fallarían en un trivial si se preguntara a qué alimento corresponde esta básica fórmula. Al menos, hace unos años. Hoy se podría añadir una acepción que establece ésta como la base de la guerra de precios entre negocios. Detrás de la contienda, la sombra de la crisis se erige como la mano negra que mueve ficha en este tablero entre oferta, demanda y (en muchas ocasiones) ilegalidad.

La crisis, entre otras cosas, ha hecho al empresario poner las miras en cómo rentabilizar la inversión de su negocio. La muestra es la proliferación de ofertas, en muchas ocasiones descabelladas, que pueblan los mostradores y vitrinas en las que casi regalan el pan: 'Tres barras por un euro' o 'Cinco chuscos por un euro' cantan los negocios más atrevidos, los que ponen nerviosos a los obreros tradicionales, que se ven obligados a establecer, en su mayoría, la promesa de 'Dos barras por un euro', aunque lleve a perder dinero.

Es el caso, por ejemplo, del obrador de La Coronación, situada en la barriada que da nombre al establecimiento y que sitúa en su puerta un cartel que anuncia que venden 'Dos barras por un euro'. A escasos cien metros, al negocio le salió hace un año una competidora difícil de igualar, la panificadora Panisol. La empresa jerezana, aunque actualmente intenta evitar la quiebra y busca reflotar su actividad financiera tras problemas de tesorería, hizo temblar, hace años tras su apertura, a su competencia debido a que fue el negocio pionero en ofrecer este tipo de ofertas. Aún hoy puede leerse en sus cristaleras ofertas que siguen mirando espantados los obradores tradicionales, que por supervivencia tienen que entrar en este juego del mercado.

Actualmente, es la panificadora sevillana El Polvillo la que se está asentando en la ciudad y ofreciendo las mayores ofertas.

Así tiene que hacer la panadería  Los Gorriones, que cumple 40 años de ejercicio en la ciudad. "Vista la competencia, al final, hemos tenido que poner la famosa oferta de tres barras por un euro. En realidad pierdes dinero, porque lo nuestros es pan, pan, pero de otra forma nos lo comeríamos porque no se vendería. Se hace a diario y se reparte a los diferentes puntos de venta", comentaba a este medio una de las trabajadoras en el punto de pan caliente que la panificadora tiene en la calle Medina. Con la competencia, se refiere a otro punto de pan caliente que presenta esta oferta a pocos metros en la calle Arcos.

El negocio de Toñi Borrego en la barriada Princi Jerez se presenta como un punto de pan caliente al que le proveen las piezas de pan precocido desde una empresa de El Puerto. Aunque apenas se cumple un año de apertura del negocio, la propietaria asegura haber notado "una gran bajada en las ventas. La competencia se hace patente, solo en esta barriada somos tres negocios que nos dedicamos a la misma función, y eso que no me puedo quejar, tenemos una clientela fiel dentro de lo que cabe". Las ofertas que presenta Borrego "son las que pone esta empresa que me distribuye el pan que luego cocemos aquí. Está dentro de la media a la que cualquier panadería vende el pan actualmente". El baremo de precios que presenta el negocio van desde los 30 céntimos que vale un pepito, la pieza más pequeña, hasta la telera de un kilo, a un precio de dos euros. En materia de oferta también ofrecen la sonada 'dos barras por un euro'.  La propietaria continuaba explicando que "tampoco nos hacemos de oro los que vendemos pan precocido. En primer lugar, los precios los suele poner el propio fabricante y luego hay que tener en cuenta que el artículo ha pasado por dos manos que quieren ganar dinero y encarecen el producto final: el fabricante y el repartidor".

Daniel Torres, presidente de la asociación de panaderos Afavepan, señala que hay una "dejadez de funciones que lleva a una venta injusta en temas de impuestos". El jerezano se refiere a negocios que no disponen de la calificación necesaria para llevar a cabo la venta de este producto. Esta descalificación se traduce "básicamente, en una evasión de impuestos. Se trata de negocios como bazares, fruterías o tiendas que tienen una función concreta y se convierten, también, en punto de pan caliente pero solo pagan por realizar la primera función, cuando deberían pagar el doble". Estos establecimientos que señala el panadero "son abastecidos con pan congelado o precocido de multinacionales. Estas empresas, mientras yo puedo hacer una tirada diaria de 500 barras, ellos pueden cocinar alrededor de 400.000, lo que hace que mi pieza tenga un valor de 25 céntimos y la suya de unos 12".

Esta situación se traduce en "una competencia desleal", explica Torres, quien señala que "al no pagar los impuestos y solo tener que sufragar el gasto de la instalación de un horno, se pueden permitir el abaratar tanto los precios". El presidente de Afevapan asegura que "es imposible, rentablemente hablando, para cualquier obrador que pague sus impuestos igualar ese tipo de oferta ofreciendo tres barras por un euro. Si no quiere hundir su negocio, claro".

Ha sido el mismo presidente de Afevepan el que ha tenido que denunciar en repetidas ocasiones, "a estos negocios que no pagan impuestos. Hago el trabajo que en realidad tendrían que hacer los inspectores de Sanidad o Hacienda, pero encima me piden una relación detallada de estas empresas, con todo el trabajo que eso conlleva". El problema lo ve, precisamente en que "las panaderías legalmente válidas sí tenemos constantes visitas por parte de Sanidad y tenemos que acatar las normas que los que no pagan se saltan a la torera".

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