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Iniciativa

"No hacemos zapatos, sino gente feliz"

  • El diseñador de zapatos Abraham Zambrana ofrece desde hace dos años formación de calzado artesanal en su tienda-taller de Jerez

  • Con esta iniciativa busca que la artesanía del calzado no se pierda y que el público sepa apreciar cada vez más esta labor

Abraham Zambrana, junto a sus alumnos del taller, Manuel, Rocío y Arthur.

Abraham Zambrana, junto a sus alumnos del taller, Manuel, Rocío y Arthur. / Manuel Aranda (Jerez)

"En España se está perdiendo la artesanía del calzado. No hay ningún sitio donde se pueda aprender el calzado artesanal. No existe. Los ingleses y los italianos están dando formación, pero cobran una barbaridad. En mi caso, soy bastante más económico, apenas cobro". El prestigioso diseñador de calzado de La Barca Abraham Zambrana, que tiene su tienda y taller en la jerezana calle Cuatro Juanes, lleva dos años impartiendo formación de calzado artesanal. 

 "A mí me ha costado muchísimo aprender el calzado y me he tenido que ir fuera de España para ello. Si hubiera tenido estos recursos como los dos años que llevamos dando clases... Cuantos más artesanos hay más va a consumir la gente la artesanía, más información hay sobre lo que hacemos. La gente no consume este producto no porque sea caro o barato, sino porque no tiene formación, ni sabe dónde hacerse un zapato en España", cuenta Zambrana. "No damos más clases porque no tenemos más tiempo. Llama mucha gente, pero sólo cogemos alumnos que ya estén iniciados en el sector del calzado", añade. 

Por sus talleres han pasado ya unos 30 alumnos, también extranjeros. "Hasta hace poco estuvo una mujer de Chile, por ejemplo". En la 'trastienda', Abraham enseña las diferentes vertientes del oficio de zapatero: patronista, aparador, a labor de montarlos, lujar y dar brillo, etc. "Al oficial que entra aquí le enseñamos todos los oficios que hay dentro del zapatero. Yo me he formado en cada uno de ellos y los dominamos. Lo más duro aquí es coser, el empalmillado Goodyear a mano, que es la técnica más antigua y la mejor. Nuestros zapatos son para toda la vida. Son hechos a mano y tienen un coste, claro. Todo tiene una medida y una explicación. El proceso es lento, yo creo que para ser un profesional mínimo tres años de aprendizaje no hay quien te los quite. Es un oficio rentable, pero hay que ser bueno. Hay una demanda grande de artesanía pero no hay artesanos". 

Abraham también rescata libros antiguos en los que basarse y, además, él mismo publicará en breve un manual para los alumnos cuando concluyan la formación. "Yo tampoco quiero ser la única fuente para ellos por eso les invito a que beban de otros artesanos, en el extranjero, por ejemplo, para poder ser así un buen profesional. Lo que hacemos aquí es de lo mejor del mundo. Yo creo que estoy aportando bastante a la artesanía". 

Los alumnos hablan

Rocío Gómez viene de Andújar. Ha vivido un tiempo en Jerez. Es su segundo año de formación junto a Abraham, "a quien acudo cada vez que tengo una duda". Tiene un taller que se llama 'Entre bambalinas' de guarnicionería y calzado a medida, sobre todo, la bota de equitación. "Conocí a Abraham buscando formación y me enseñó a hacer mis primeras botas. Y desde entonces ha sido un no parar. Los clientes van teniendo cada vez más cultura y te satisface ver que aprecian lo que haces. Son muchas horas detrás".  

Manuel Vergel es jerezano, guarnicionero y va al taller de Abraham desde que abrió la tienda. "Me ha cedido un sitio, aquí hago mis cosas, los grabados para carteras, zapatos, cinturones. Trabajo en la Yeguada Militar y por las tardes me vengo aquí. Llevo 35 años en el mundo de la piel y aquí estoy más que nada por hobby. Ahora estoy haciendo un fundón de espada para los toreros. Lo estamos adornando con motivos de Picasso". Manuel piensa que es fundamental que haya talleres como los de Abraham, "porque como profesionales es crucial formarse. Es la base". 

Arthur Zubiria es de Cantabria. Es alumno-guarnicionero en la Real Escuela. Uno de sus compañeros le habló del taller de Abraham. "Yo no sabía absolutamente nada de calzado y digamos que me enamoré. Y aquí estoy, formándome como zapatero con la intención primero de aprender bien y disfrutando de cada fase de la creación del calzado. Luego, pues ya veremos, quizás aspire a tener mi propia firma". 

En la tienda-taller de Abraham Zambrana todo es bonito y, como una obra de arte, hay que saber apreciarlo. Hasta aquí, ya sea vía telefónica o en persona, llegan clientes de todo el mundo con peticiones de diseños muy personales o, simplemente, para comprar algunos de los zapatos elaborados por Abraham. Asegura que ellos no hacen zapatos, sino gente feliz. 

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