Después de 28 años al pie del cañón, Jesús Delgado y su mujer Carmen Nieto echan el cierre al kiosko de la Plaza Esteve. Ha sido toda una vida dedicada a esta negocio, un negocio en el que previamente y durante 42 años estuvo Alfonso Nieto, padre de Carmen. "Esto ha sido un negocio familiar porque de mi suegro pasó a nosotros, y bueno, ahora, al menos en el aspecto familiar, no pasará a nadie, cerramos. Ya veremos quién lo quiere cuando salga a licitación, porque esto es un martirio y desde que entró lo digital, ya no se vende como antes", asegura su propietario.

En sus últimas horas en el kiosko, Jesús despacha amablemente a los clientes a los que desde hace varias semanas viene avisando de su adiós. "Mañana-por hoy- ya no abro", explica una y otra vez a los despistados o a muchas de las personas que pasan a diario por su establecimiento para cargar el bonobús o comprar la prensa. 

Tiene claro que ha sido "casi una vida dedicada a esto", y cuenta que "hubo un tiempo, durante 15 años, en los que abríamos a las cinco de la mañana y cerrábamos a las nueve de la noche de manera ininterrumpida. Llegó un momento en el que decidimos que así no podíamos seguir, y ahora llevábamos abriendo desde las seis menos cuarto a mediodía, ya por la tarde no estábamos".

Una imagen del kiosko de la Plaza Esteve.

El mercado manda y la realidad habla de un descenso notable en las ventas de periódicos y revistas de papel, algo que tiene muy en cuenta. "Desde que empezamos, esto ha cambiado mucho. Date cuenta que ya está todo en digital".

Lo mismo ocurre con las revistas "sobre todo las del corazón. Antes se vendían más, pero ahora, con los programas de televisión rosa todo el día, imagínate", continúa. Ni siquiera las recargas de bonobus, que a lo largo del día realiza bastantes, "merecen la pena porque entre la luz y lo caro que está el papel....". 

Los últimos años "no han sido fáciles", apunta Jesús Delgado, "sobre todo con la pandemia, que nos ha hecho mucho daño, pero también con las obras de la Corredera y la Plaza Esteve. Es una lástima, porque cada vez viene menos gente al centro. Afortunadamente, la Plaza es la que sigue manteniendo esto vivo, no como antes que estaba lleno a diario, pero sí algo. Todo ha cambiado mucho".

Pero todo en la vida tiene su lado bueno, y Jesús Delgado se guardará para él "el cariño que hemos recibido de nuestros clientes durante todo este tiempo, y en especial en estos últimos días". Nos enseña un sobre grande forrado con recortes de periódico y que en su interior se puede leer: 'Feliz jubilación'. "Esto me lo ha mandado hoy una clienta, son cosas que te llenan y que te hacen feliz", asegura. 

También han recibido el cariño "de todas las personas a las que les llevamos los periódicos todos los días. Nosotros tenemos un servicio a domicilio, y se lo entregábamos en mano, y claro, todo eso te lo agradecen. La mayoría son personas mayores, porque los jóvenes ya no leen el papel. A todos los echaremos de menos, igual que todos los clientes que pasan a diario por aquí. Ahora toca empezar una nueva etapa, sólo espero que no nos empiecen a salir goteras como suele pasar", recalca. 

Con el cierre de este emblemático kiosko, Jerez pierde otro de sus comercios entrañables, como lo fue en su día el Kiosko de Paco Castro, situado en la calle Porvera, o el de Mario Naranjo, justo a los pies del Teatro Villamarta. Sin ellos, la vida ya no es igual.