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Sucedió en Jerez

La huelga de la vid del 91 enterró el arcaico marco laboral del sector

  • El paro duró 59 días, calculándose unas pérdidas de 3.000 millones de pesetas, e implicó la extinción del Montepío

El primer día de huelga con los primeros incidentes, cajas con uvas esparcidas a la entrada de las bodegas

El primer día de huelga con los primeros incidentes, cajas con uvas esparcidas a la entrada de las bodegas / Miguel Ángel González

Buffete Cosano & Asociados Buffete Cosano & Asociados

Buffete Cosano & Asociados

El 30 de octubre de 1991 finalizó la segunda huelga más larga y cruenta vivida en el sector de la vid. Fueron casi dos meses de conflicto desde que el 2 de septiembre anterior se inició el paro que finalmente acabó con un acuerdo entre las partes, que en gran medida vino a dar la razón a las tesis defendidas por la patronal de hacer desaparecer el Montepío de San Ginés y cuya continuidad defendieron los sindicatos.

Este conflicto marcó un nuevo horizonte en las relaciones laborales entre empresas y trabajadores, enterrando un arcaico modelo que la patronal ni la economía de las bodegas no estaban dispuestas a seguir manteniendo.

La vigencia de la mutualidad fue la causa fundamental que generó el conflicto, que provocó más de 3.000 millones de pesetas en pérdidas. Como dato de hasta dónde alcanzaba el desencuentro, después de 59 días de huelga, para alcanzar el acuerdo entre Fedejerez (patronal), sindicatos y con la mediación de la Junta de Andalucía se necesitaron más de 12 horas de reunión cerrar el convenio.

Tras unos previos en los que los sindicatos y bodegueros dejaron caer sus posturas iniciales para la negociación del convenio colectivo, se presumía que todo desembocaría en una huelga y además con previsión de ser larga. El 22 de enero de 1991 fue la primera reunión del convenio. Los bodegueros fueron tajantes al poner sobre la mesa que no negociarían hasta que no hubiera una salida viable para el Montepío; o más claramente que esa salida fuera su desaparición.

El ambiente se fue calentando sobre todo porque estaba en juego el futuro de la mutualidad, creada exclusivamente para la masa laboral bodeguera, un antiguo logro social que los trabajadores del sector no estaban dispuestos a perder.

Fedejerez defendió la ilegalidad de la existencia del Montepío, mientras que los sindicatos defendían a uñas y dientes su existencia. Hasta tres reuniones más se celebraron hasta llegar a las vísperas de la vendimia, fecha límite para los sindicatos para iniciar acciones. Pese a todo, el Montepío se liquidó en el acuerdo final, teniendo que asumir la parte social el principio de ilegalidad de la mutua al no ajustarse a la normativa sobre seguros, como defendió Fedejerez.

El triunfo de la patronal y el desgaste sufrido por la parte social pasaron factura a un sector que empezaba a ver las orejas del lobo de la crisis ante la caída de ventas y la escasa iniciativa para adaptar y situar el producto entre los gustos e inclinaciones del mercado en aquellos momentos.

La huelga causó muchos daños económicos y sociales. Fue cruenta. Jerez estaba tomada por las protestas de trabajadores y jubilados, con la policía muy cerca de ellos. Las cajas con uvas eran sacadas de los camiones y esparcidas por las calles, se produjeron altercados y actos de sabotaje en instalaciones tanto en la ciudad como en las viñas, además de una huelga general y una gran manifestación. Pedro Pacheco cedió a los huelguistas walkies y casetas, lo que fue muy criticado.

La ciudad clamaba por un acuerdo que pusiera fin a un conflicto, el segundo más largo después del que tuvo lugar en 1982 que se prolongó tres días más, llegando a los 62. Como conclusión, la del 91 supuso un antes y un después en las relaciones laborales del sector.

Un joven comiendo un racimo de uvas de las que se esparcieron por la calzada. Un joven comiendo un racimo de uvas de las que se esparcieron por la calzada.

Un joven comiendo un racimo de uvas de las que se esparcieron por la calzada. / Pascual

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