aNÉCDOTAS DEL VINO DE JEREZ Que pasen y beban los señores

Aquellos ilustres visitantes

  • ¿Cómo eran los famosos que pasaron por nuestras bodegas? · La Thatcher le daba bien al tarro, lo de Roger Moore era el whisky, las prisas de Fernando Alonso, Aghata Ruiz de la Prada firmó con tizas de colores...

Un paseo entre andanas puede convertirse en un paseo en el tiempo. Las bodegas son un imán poderoso de cuya atracción no ha podido librarse ningún famoso. Porque, ¿quién no ha oído hablar de esos antiguos aventureros románticos, poetas y escritores, amén de un rosario de miembros de la realeza y gentes nobles y de orden que se sintieron atraídos por la cuna del 'sherry'? Si las bodegas no salen al mundo, será porque el mundo viene aquí. Pero no nos vamos a ir tan lejos: Será mejor abordar el asunto desde su pasado más reciente; de lo contrario, resultaría prolijo y aburrido.

Entonces, para poner este puzzle en pie, será mejor clasificar las visitas. Dije que no hablaríamos de las más veteranas, pero no me resisto a contar esta: Es la visita caprichosa, la del antojo. Le ocurrió a la reina Isabel II, la de los tristes destinos' -como dejó escrito Galdós-, que se encaprichó en 1862 por conocer la forma de producción del jerez. Decidió entonces visitar González Byass, pero al no existir ferrocarril, el viaje fue pausado. Eso hizo que Isabel II llegara en octubre, ya pasada la cosecha. A Manuel María González no le inquietó y caminó por toda la campiña comprando a buen precio a los campesinos las uva de cuelga que guardaban para comer en otoño. Las tres botas que consiguió las trituró dos días antes de la llegada de la reina. Isabel II pudo presenciar el nacimiento del mosto; se le ofreció una copa y la tomó, aunque dudo mucho que quisiera.

Luego están las visitas de los grandes bebedores. La ex primer ministra británica Margaret Thatcher, que vino junto a su divertido marido Denis Thatcher, le daba al 'sherry' quedaba gusto. Antes del almuerzo, el personal de González Byass tuvo un contratiempo: Un ratón se coló en la sala y hubo de actuarse de inmediato y con diligencia para ahuyentar al intruso.

Otro que bebía todo lo que se le pusiera por delante fue Ian Fleming, creador del mítico James Bond, a quien al primer sorbo se le dibujaba de inmediato en la nariz el mapa de las destilerías de Escocia. También le daba bien al mollate el juez gibraltareño del 'pleito del sherry', John James Triay, que como todos deben saber fue el magistrado que presidió en las González la primera sesión del juicio. Triay hizo buenas migas con Manuel María, que pidió un receso de la vista para tomar una copa de Jerez. Y bien que lo consiguió. Ambos siguieron en contacto. Entre copa y copa, hablaban siempre de toros.

Otro gran entusiasta del 'sherry' fue Charlton Heston, que hizo varias visitas a Domecq junto a su esposa Lydia. O el irrepetible Orson Wells, cuarto miembro de la Orden del Tío Pepe y una perfecta imitación de su personaje de Falstaff, que anduvo por González y, más tarde, publicitó productos de Domecq, el 'Double Century', para el mercado estadounidense.

Otros bebedores de renombre, aunque mucho más moderados, se amontonan. Hablemos, por poner un ejemplo, de ese vanguardista de la literatura, el cine y la pintura que fue Jean Cocteau, que dejó en la bodega de los Reyes una bota con dibujos y esta leyenda: "Aquí bebí yo la sangre de los Reyes". Contaba un ejecutivo de la bodega que tuvo la oportunidad de ver a algunos visitantes "emocionarse con la firma del francés".

El número de visitantes ilustres es infinito: Vargas Llosa, Omar Shariff, Paco de Lucía, José María Pemán, Esther Williams, Lana Turner... como las constantes visitas de la farándula. Las seguidoras de Lola Flores, cada vez que pisaba González, formaban un enorme revuelo a las puertas de la bodega. Las firmas de flamencos, pues, encontraremos en todas las bodegas, como de toreros. Por cierto que aún se conserva la firma de 'El Cordobés' en una bota con sus faltas de ortografía. Y Agatha Ruiz de la Prada, que escribió en su bota con tizas de colores, visitó González haciendo una visita nocturna y quedó tan enamorada del ambiente que llamó de inmediato a Pedrojota para describírselo.

Nos queda hablar también de las visitas de guasas, de malajes. Fernando Alonso entrenaba con su Ferrari en Jerez cuando pisó las bodegas del 'Tío Pepe'. Allí se presentó con un seco: "¿Dónde hay que firmar?" Alguien le apartó y le comentó que esto era algo importante para la bodega, una ceremonia..." Alonso le contestó: "Mire usted: Es que yo no puedo parar. Me acabo de hacer unos seiscientos kilómetros ahora mismo y mi cuerpo me pide prisa. No puedo, por tanto, compartir ahora ninguna copa".

Otro que se presentó también con cajas destempladas fue el tenor José Carreras. Aunque más tarde salió su lado bueno. Su leucemia avanzaba, su rostro aparecía dañado y mostraba una cojera. Cuando, ya por la tarde, el público asistió al Villamarta, Carreras había cambiado: Su rostro era perfecto y su cojera imperceptible. Tras el acto, una mujer acudió con su hijo llorando para pedirle a un directivo de González que su hijo, también enfermo de leucemia, quería hablar con él a toda costa. Entraron madre e hijo en el camerino y hablaron. A los diez minutos, ambos salieron con una sonrisa en sus rostros.

Hay otro grupo numeroso de visitantes que los encasillamos en los abstemios: Un gran abstemio era Steven Spielberg, que firmó en una bota y, una noche durante el rodaje de 'El Imperio del Sol' en Trebujena, aprovechó para darse un garbeo de incógnito por la feria de Abril sevillana. Pero de beber, nada. Abstemio, aunque no del todo, era también Jesús Aguirre, el duque consorte de la Casa de Alba.

Después hay un listado de abstemios, que son legión: Árabes con larguísimos séquitos o la comitiva de japoneses que acudieron a la Feria de la Vendimia dedicada a Japón en 1974, a los que hubo de poner refrescos. Cuando el emperador Hiro-Hito recibió el jerez, lo proclamó a los cuatro vientos: "El vino de Jerez es tan delicado como la flor del cerezo", una publicidad gratis que no costó un duro.

Hay también intrusos, como Chelsea Clinton, hija del ex presidente norteamericano, que trató de visitar González como una más, con un sombrero calado, junto a unas amigas. Una azafata la cazó, avisó al área de marketing y fue agasajada convenientemente. Los hay también despistados, como Roger Moore, 'El Santo' y, más tarde, uno más de los James Bond. El hombre protagonizó spots para Bobadilla, pero el 'Victoria' se le atravesó. Luego confesó que lo suyo era el whisky. Y luego está la anécdota de ese gentleman y gran 'embajador del jerez' que es Francisco Pérez, Paco Pérez, que recibió durante su trabajo en Domecq el encargo de atender una visita muy muy recomendada. Era la hija de John Kennedy, Caroline. Paco se esmeró y se deshizo en explicaciones durante dos horas, conoció las bodegas, instalaciones, embotellado y hasta recorrieron la viña. Al terminar, Paco le preguntó si quería beber algo: "¿Tienen una Coca-Cola, por favor?", respondió la joven.

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