Jerez

Un impago 'hiela' a La Ibense

  • La venta de su antigua sede, aún pendiente de pago, lleva a la compañía a redimensionarse

Una deuda impagada y ajena de casi 8 millones de euros por parte de un constructor sanluqueño ha provocado que La Ibense Bornay viva en la actualidad los momentos más duros desde que finalizó la Expo 92, donde, como es sabido, esta manufacturera alimentaria quedó seriamente afectada como otras muchas compañías. Eso sí, su gerente, Carmen Bornay, asegura que "deberemos agotar el patrimonio familiar antes de que llegue el momento de apagar el interruptor".

Según la gerente de esta empresa sanluqueño-jerezana, "cuando decidimos establecernos en el PTA (Parque Tecnológico Agroalimentario) lo hicimos para crecer, pero desgraciadamente vino la tormenta perfecta, una situación crítica en forma de crisis". El objetivo de La Ibense-Bornay no era otro que vender su fábrica en Sanlúcar, 14.000 metros cuadrados a escasa distancia del centro urbano, y con dicha venta poder afrontar el traslado a unas instalaciones de primerísimo nivel en Jerez. El elegido para dicha venta, asegura la gerente, "fue uno de los promotores más sobresalientes de Sanlúcar, quien curiosamente no era el que más dinero daba, pero en aras de garantizar una operación tranquila, sin problemas, se antepuso él a otros compradores". El resultado no pudo ser peor. Corría 2006 y se realizó la operación con fecha de compraventa el 1 de junio de 2009. "La idea no era otra que levantar en el PTA un negocio similar al de Sanlúcar pero a mayor nivel". "La compraventa -asegura Carmen Bornay Pérez- se midió al máximo, ya que en la misma poníamos todo nuestro patrimonio".

Los problemas no tardaron en aparecer ya que por Sanlúcar circulaba el rumor de que el constructor "no iba a quedarse con aquel terreno". Y llegó el día D, y la venta no se concretó. "Dejamos la fábrica vacía y limpia y el comprador no se hizo cargo de lo que había comprado". Pasaron dos años y medio de conflictos legales hasta que el Juzgado de Mercantil "vino a decir que no se puede decir que ahora compro esto y al cabo de un tiempo decir que ahora no me interesa".

La compradora inició una nueva ofensiva, esta vez a manos de la hija del constructor. "Se trataba de un grupo de empresas solventes --relata Carmen Bornay- que trabajaban en Jerez, Rota, Sanlúcar... Total, que nos piden un plazo y como nosotros lo que queríamos era pagar el crédito de Unicaja por las nuevas instalaciones aceptamos". Según las referidas fuentes Bornay le dio las mismas condiciones que el banco, "pago a diez años y seis meses de carencia". Según sostiene la responsable de La Ibense-Bornay, "la otra parte aprovechó dicho plazo para llevar a cabo un presunto alzamiento de bienes y a continuación presentar hace año y medio un concurso de acreedores", o lo que es lo mismo, desviar a otras empresas del grupo del constructor cuanto hubiera de valor en la empresa compradora de los terrenos de la antigua fábrica de La Ibense-Bornay. Las previsiones que realizan los abogados es que el proceso será largo y complejo. El único acreedor de todo el concurso de acreedores es, precisamente, La Ibense.

Lógicamente, todos estos hechos han provocado una situación compleja que, unida a los efectos demoledores de la crisis económica, han generado un serio perjuicio a esta manufacturera alimentaria. La crisis se ha llevado por delante "el 75% de la cartera de clientes de la provincia después de que éstos hayan caído 'víctimas' de la crisis".

"Si vinimos a Jerez -relata Carmen Bornay- fue para crecer y no para disminuir", aunque el espíritu de lucha se mantiene bajo una filosofía férrea: "Lo último será apagar el interruptor porque somos conscientes de que si eso sucede algún día, nadie volverá a encenderlo. Mantendremos la actividad aunque nos cueste todo el patrimonio". Todas estas circunstancias han provocado que La Ibense haya tenido que redimensionarse y que, incluso, una zona de los laboratorios haya sido acondicionada como oficina, que se limite al máximo el gasto eléctrico y que se haya tenido que afrontar el despido de seis trabajadores. Estos despidos motivaron serias críticas "repletas de mentiras por parte de Comisiones Obreras que han despreciado algo tan importante como que aquí se siga dando empleo a 40 personas". El panorama de la industria en la provincia es desalentador, aseguran en La Ibense-Bornay. "Estamos desapareciendo, cuando esta tierra no se puede permitir que el mínimo tejido industrial que le queda se diluya". Sobre los despidos, desde la empresa se apunta que "estos han afectado a la distribución, ya que hemos tenido que suprimirla dada la enorme caída de la cartera de clientes. Se ofrecieron contratos autónomos, pero no hubo acuerdo. Fue entonces cuando CCOO comenzó a atacar a esta empresa en su conjunto haciendo daño y ofreciendo datos repletos de mentiras".

El día a día es duro. "A nivel de empresa estamos sobreviviendo gracias al apoyo de los clientes leales y de muchos proveedores que nos siguen apoyando", dice Carmen Bornay. Para seguir adelante, en La Ibense han tomado serias medidas de ajuste: "Lo que no es rentable se ha quitado, gastamos menos electricidad, lo mismo que hace cualquier ama de casa en su hogar. La facturación ha bajado, es un hecho. A nadie le gusta 'encogerse' pero en este momento es necesario".

En la actualidad, La Ibense busca distribuidores para crecer fuera de la provincia. Los helados, su gran negocio, se para durante el invierno para echar a andar todos los meses de marzo. "Ojalá la maquinaria estuviera funcionando todo el año, pero de momento no es así".

La Ibense-Bornay es la única fábrica de helados de toda Andalucía. Es manufacturera y artesanal, incapaz por ahora de competir con los grandes fabricantes de helados nacionales, pero capaz de abrirse un hueco en los denominados helados funcionales: tales como productos sin lactosa, sin azúcar, para celíacos..., lo que les permite estar presentes en más de 30 países e incluso ser suministrador de la omnipotente aerolínea estadounidense Delta Airlines.

Mientras tanto, mientras los líos judiciales se solventan, el ala de pastelería funciona dando empleo, así como el ala de I+D donde ha surgido una idea que ya ha empezado a pegar fuerte: un helado frito. Tal como suena. Un helado que se debe freír diez segundos antes de ser servido.

Como resumen, Carmen Bornay y sus asesores son claros: "Todo esto ha sido consecuencia de una situación perversa, como es el caso de tener un buen terreno, venderlo, que quien te lo iba a comprar no lo haga y que para colmo deje de ser tuyo y ni siquiera poder hipotecarlo".

Si algo cierto saben en esta manufacturera única en Andalucía es que "seguiremos adelante, cueste lo que cueste y pase lo que pase".

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