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Sucedió en Jerez

El incendio de la central de Telefónica aisló a la ciudad

  • Durante meses, el caos provocó pérdidas en empresas de todo tipo, afectó a miles de ciudadanos y dejó servicios incomunicados

Un bombero rociando de agua una de las zonas afectadas.

Un bombero rociando de agua una de las zonas afectadas. / ARCHIVO DIARIO DE JEREZ

Sucedió en la madrugada del 14 de noviembre de 1988. Un incendio destruyó la central de la Compañía Telefónica Nacional de España dejando a la ciudad incomunicada afectando a más de 25.000 abonados junto a otros tantos miles más que tenían un servicio a medias. Las consecuencias también llegaron a las pedanías y núcleos rurales.

El incendio había destruido por completo las instalaciones del edificio de la Alameda del Banco debido a un cortocircuito. Incluso pudo haber sido peor al encontrarse una caldera de gasoil a unos veinte metros. Pero si el impacto inicial fue tremendo, las consecuencias posteriores lo fueron aún más.

Una ciudad incomunicada durante tres meses, con lo que eso implicó para todos los negocios y empresas. Las más afectadas fueron bodegas, en plena campaña navideña, junto a los hoteles y las agencias de viaje, que perdieron importantes cantidades económicas, además de los miles de ciudadanos afectados en su vida cotidiana.

Esos días posteriores al incendio fueron una carrera de fondo para Telefónica para solucionar a marchas forzadas la situación, además de las presiones que a escala política le caía a la compañía para buscar soluciones inmediatas. El entonces alcalde, Pedro Pacheco, que convocó un pleno extraordinario, calificó el incendio como "una catástrofe sin víctimas", para añadir que en el edificio "había más ratas que cables".

Entonces, las compensaciones por lo ocurrido se empezaban a sonar con fuerza. Entre las medidas adoptadas, de manera provisional, fueron las de trasladar muchas líneas a la centralita de Montealto.

Sin embargo, la posibilidad de un colapso pendía en todo momento. Tanto fue así que la empresa recomendó a los usuarios, a escala nacional, que se abstuvieran de intentar contactar con Jerez, y a los clientes que tenían números que empezaban por 30 y 31, que se podían comunicar entre ellos, se les ‘invitó’ a usar el teléfono lo menos posible.

La saturación se hizo notar en enclaves fundamentales, ya que tanto los bancos como el hospital e incluso la Policía padecieron las consecuencias. Telefónica facilitó, en los casos del hospital y comisaría de Policía, una línea provisional para no verse incomunicado.

Desde fuera de la ciudad, resultó casi imposible hablar con familiares, pues la única vía de contacto entonces era el teléfono. El móvil era algo incipiente y muy caro. Esta opción sólo se la podían permitir personas de cierto estatus y rango económico, su coste rondaba el millón de pesetas. Se montaron cabinas múltiples en diferentes zonas para llamar gratuitamente, formándose grandes colas, los taxis se tenían que comunicar con walkis.

A finales de enero de 1989 la normalidad se restableció. No obstante, la tragedia trajo a la ciudad una inversión de 12.000 millones de pesetas por parte de la Compañía, lo que propició la instalación de la más moderna tecnología.

Un instante del cortejo fúnebre en el cementerio. Un instante del cortejo fúnebre en el cementerio.

Un instante del cortejo fúnebre en el cementerio. / ARCHIVO DIARIO DE JEREZ

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