INNoble 2023 pone el listón muy alto
Bodegas
Sanlúcar de Barrameda acoge una de las citas más buscadas del panorama vinícola actual
Un wine festival que conjuga un espíritu underground, gamberro e independiente con la presencia de grandes elaboradores nacionales e internacionales
Domingo por la mañana, finde con amigos y altas temperaturas en Sevilla. También con música de The Strokes. A las once más o menos, pongo rumbo de vuelta a Cádiz, pero antes voy a darme un garbeo por Sanlúcar de Barrameda a ver que se cuece en INNoble. Cansado y con domingueros en la carretera, a la caza supongo de frescor marino, llego donde acaba el Guadalquivir sobre la hora del ángelus y aparco por el barrio alto.
Por allí alguno me conoce y me saluda. Esta guay. El plan es ir a mi bola que es como está bien venir a estos saraos. Escuchar a los elaboradores y dejarte llevar. Buscar un hueco donde poner la copa y el oído. Ese es el medio de transporte báquico que usamos algunos.
Por lo que sé, esta es la cuarta edición de INNoble, evento organizado por Armando Guerra, que regenta la Taberna der Guerrita y se encarga de los vinos viejos de Barbadillo, entre otros menesteres, donde esta vez se han apuntado al carro 80 bodegas de un montón de rincones del cosmos líquido, amén de profesionales de primer nivel y amantes del vino como el que suscribe.
Yo ya tengo mi pulsera y mi Spiegelau y me abro paso por el chulo emplazamiento de la Posada de Palacio, en busca de historias y vinos ricos. Primera parada, que no estoy para muchos trotes, con una copa de chardonnay de Atacama de Viña Ventisquero, y a cotillear y ubicarme para ver dónde para cada bodega.
Que mejor compañero que Antonio Barbadillo para una bota aparcada como mesa y vinos de Moriles. Segundo asalto. Interesantes vinos tranquilos de Bodegas el Monte, finos y algún vino muy viejo que ni ellos, ni Antonio, ni yo, nos ponemos de acuerdo sobre si es un oloroso o un amontillado. Lo mismo da.
Me cuentan que el día anterior hubo un fiestorro en el Patio de San Guillermo de Bodegas Barbadillo, con botellas alucinantes y buen rollo. No estuve la verdad, pero a medida que me voy entonando empiezo a figurármelo. Buff, además la música la pusieron Rodrigo Contreras y Vicente Mariscal de Rock Fm. Envidia de la mala, con sinceridad.
He saludado a Eduardo Ojeda, de Equipo Navazos, y de paso me he acoplado a una cata que le hace a una pareja de madrileños muy simpáticos. Ella trabaja en Bodeboca por lo que me cuenta. Y ya que me pregunta que si estudio o trabajo, pues le suelto que tengo un podcast de vinos y que escuchar a Ojeda mola mazo. Y lo fue. As usual, que dicen algunos flipaos.
Le di un beso a Silvia Flores de Gonzalez Byass, catamos el nuevo de Fino de Moscatel y torpe de mi rompí la copa, pero le saqué el compromiso a Antonio Flores de que venga a mi bujío en Cádiz, que allí también se cuecen wine festival, en menor escala, claro, pero elegantes y desenfadados. Pedazo de cata de Las Edades del Tío Pepe que se marcó el colega en INNoble.
Allí seguía, acabas una copa y una conversación en una mesa o rincón y empieza otra. Una puerta que se cierra y otra que se abre y el menda, sonriendo como si hubiera terminado la Selectividad, que ya tengo unos años, se aparca a si mismo y espera su turno. Marqués de Murrieta y sus riojas eternos. Pinta muy bien. Y saben una cosa, con cada copa sonreí por dentro.
Se me pasó volando el tiempo y me dio la hora de comer algo, con mi moleskine y mi libro que no les dije que me los llevé conmigo. Tampoco pasa nada, ¿vale?. En la segunda tapa se apuntan Ramiro Ibáñez y Willy Perez, así que poco voy a garabatear y menos a leer. También están por allí los de Pura Viña y Vicente Mariscal, así que hablamos de heavy, los Arctic Monkeys, Bunbury y el Nevermind de Nirvana. Y herejes de nosotros bebimos cerveza. Willy me contó que había estado en la cata de Luis Gutiérrez sobre añadas míticas de CVNE y que le había encantado. No me cabe duda. Una pasada seguro.
De vuelta al festival, mi primera copa fue para un vino de Antonio Maçanita, está claro, que también dio una cata sobre sus magníficos vinos en Portugal. Oye, que yo hace tiempo les hablé sobre él y Seabra, que tan cerca los tenemos, aunque ya saben que uno escribe por si acaso.
Mirando de soslayo el reloj me di un último repaso, penúltimo quería decir, con la idea de buscar a uno de mis productores preferidos, Sebastian Zuccardi, también argentino, como Messi, De Paul y Nahuel Molina. Bah, que suerte la mía que bien pegadito a él pude catar sus elaboraciones frescas y coloristas. Casi que le pego un abrazo. Pero uno se corta, la verdad.
Aunque donde me explayé, saludando, fue con Carlos del Rio que me presentó a Vicente Cebrián, de Marqués de Murrieta precisamente, y como andaban catando Viña Corrales pues como que me apunté allí al jaleo. Ustedes me entenderán.
Ya les dije que la ristra de elaboradores y bodegas chulísimas era larga y preciosa. Esto son solo algunas de las botellas abiertas que consiguieron que nadie se quedara rezagado. Eso y la música de los Jaguares de la Bahía. Y un montón de cosas que allí pasaban. Rafa Palacios, Javier Revert, Bodegas Cerrón, San Cobate y de Cádiz muchas bodegas, como debe ser.
Se acerca el verano, pensaba yo, y me he dejado mi tono otrora bucólico porque la ocasión lo merecía y me lo pedía la máquina de escribir. Con dos deditos no se vayan a creer. También me lo pedía yo mismo y lo visto por allí. Les aseguro que fui a pegarme un voltio, pero cuando uno está bien pues lo va estirando. ¿O no?
No me importa reconocer que no había estado nunca en este festival, ni que no formo parte del Club Contubernio, tal vez porque ya tengo uno que se cruzó en mi camino. Tampoco me importa reconocer que no me esperaba un sarao como el que viví y sobre todo reconocer que estos eventos hacen mejores a sus impulsores y benefician al entorno con una repercusión sincera y magnánima. Pues sí.
Enhorabuena. El listón esta muy alto y nos alegramos. Todos. Escuchen The Strokes, porfa.
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