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Lectores sin remedio

El inspector Castilla y el robo en la biblioteca (1)

El inspector Castilla y el robo en la biblioteca (1)

El inspector Castilla y el robo en la biblioteca (1)

Aunque hasta ahora los sucesos contenidos en la novela ‘Asta Regia’ (Editorial Canto y Cuento, 2021) se consideran el primer caso del inspector Castilla en el Jerez de los años cuarenta del pasado siglo, la aparición de unos archivadores conteniendo documentación de muy distinto tipo en la reforma de una vieja finca de la calle Porvera, desmienten dicho dato.

Entre esa documentación, en una carpeta de un azul desvaído con el título manuscrito a pluma de 'Robo en la Biblioteca. 1942', se detalla en poco más de dos folios unos hechos que sucedieron hace ahora ochenta años y que podríamos considerar como el primer caso en el que interviene el inspector Castilla, recién trasladado a Jerez desde la Comisaria de fronteras de Tetuán en el antiguo Protectorado español de Marruecos. Lo cierto es que el contratista de aquella reforma más arriba mencionada, viejo conocido y seguidor de las aventuras del inspector, al toparse con aquella colección de papeles, en los que el policía parecía tener algo que ver, decidió ponerse en contacto con los que firman este escrito, una vez que los nuevos propietarios de la finca le comunicaron su desinterés por los documentos. Tras estos necesarios preliminares, pasamos ahora a reconstruir los hechos que quedan reflejados en esos dos folios de la carpeta titulada 'Robo en la biblioteca. 1942', aunque el motivo de que Castilla ocultara aparentemente estos documentos, desgajados de ese otro manuscrito mal encuadernado, conteniendo otros casos del policía, y que la fortuna hizo que los descubriéramos en una vieja librería de lance, es algo que ignoramos (curiosamente, hace solo unas semanas la misma Biblioteca sufría un extraño intento de robo, aunque separado por décadas del que aquí relatamos)…

“Las tinieblas nocturnas habían dejado paso a una densa niebla que caía sobre la ciudad aquel 16 de febrero de 1942. Apenas eran las 10, cuando colgó el teléfono tras despachar con su jefe, el comisario Elíseo Soriano. Por el ventanuco del despacho apenas se divisaba la fachada de las Bodegas Maestro Sierra que daban a la plaza de Peones, tal era el espesor todavía de aquella cortina blanca, pero realmente su atención no estaba centrada en aquel fenómeno meteorológico, sino en resolver cuanto antes el suceso del que acababa de darle cuenta el comisario: un intento de robo en la Biblioteca Municipal, que aquella misma mañana había aparecido con la puerta de entrada que daba a la plaza Revueltas y Montel forzada, y con signos evidentes de haber sido “visitada” sin permiso por uno o varios desconocidos. Aunque Castilla llevaba apenas unos días incorporado a la comisaria tras su traslado forzoso desde Tetuán, no era un novato. Además, aún no tenía asignado ningún caso y ocupaba aquellos primeros días en Jerez en asuntos meramente burocráticos. Sí, se dijo el comisario Soriano cuando colgó el teléfono, Castilla era su hombre…” (continuará el viernes 8 de marzo). 

Osaka 

“El surrealista momento de Naomi Osaka en pleno partido en Australia: saca un libro… ¡y se pone a leer!”, leo en la página web de un periódico digital. Es decir, para el autor de la noticia leer en los descansos entre juego y juego es “surrealista”. Menos mal que la cuenta de X del Grand Slam australiano se ha apresurado a afirmar que “nunca es mal momento para un buen libro” (como se recoge también en la página del periódico). Y más razón que un santo tiene la declaración oficial. Es más, si proliferara este tipo de actos, sobre todo protagonizados por deportistas de élite, otros y muy distintos serían los índices de lectura no solo en España, sino en todo el mundo.

Ya he confesado en múltiples ocasiones que, modestamente, y sin pretender compararme con el gesto de la gran tenista japonesa, siempre he llevado y llevo conmigo un libro que leo en las consultas de los médicos a las que acudo (cada vez con más frecuencia), o cuando en otro tiempo esperaba a mis hijos que salieran del colegio o ante cualquier circunstancia que me obliga a esperas indefinidas. Y en cierta ocasión recuerdo que glosé, en esta misma página, la fotografía de El Fari, en bañador, junto a una piscina, con un libro en la mano (la imagen puede buscarse con facilidad en Google), pero no me consta que ante la publicación de mi artículo cerraran antes de su hora las librerías de este país por haber agotado las existencias. Pero no en menos ocasiones he insistido en que si la rivalidad entre Messi y CR7 se hubiera trasladado también a sus respectivas bibliotecas (¡en la confianza de que las tengan!), y los medios de comunicación hubieran pregonado a los cuatro vientos los gustos lectores de ambos astros (¡en la confianza de que los tengan!), cualquier campaña de animación a la lectura se vería sobrepasada ante el fervor lector de sus seguidores. El gesto de Naomi Osaka bien pudiera o debería ser el primero de toda una serie de tenistas y deportistas famosos que ante las cámaras ocupan sus momentos de descanso con la lectura. Yo lo veo, en mi infinita confianza. José López Romero.

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