Pero inventando soluciones

Los aficionados buscan continuamente alternativas para disfrutar del patín. A pesar de los diversos problemas, lo siguen haciendo en distintos puntos.

Un patinador en la plaza de las Angustias estos días.
Un patinador en la plaza de las Angustias estos días.
Álvaro Rodríguez Jerez

14 de agosto 2016 - 01:00

¿Quién no ha caminado por los alrededores de las plazas del Caballo, Angustias o Arenal y se ha topado con un grupo de chavales haciendo skate? Aunque no es lo legalmente permitido, es verdaderamente común. Algunos reconocen que, aunque se llevara a cabo la construcción de un parque, seguirían haciéndolo, pues consideran la calle como un sitio para patinar, amén de los riesgos que conlleva. Otros -la mayoría-, lo hacen ante la ausencia de este recinto y se han encontrado con problemas de diversa índole que hacen que ejercer el skate se convierta a veces en una lucha contra distintos 'enemigos'.

Pablo Rodríguez, de 20 años, asiduo a la práctica del monopatín desde que era prácticamente un niño, relata su experiencia en la calle. "Mi grupo de amigos y yo elegimos, sobre todo, la plaza del Caballo, porque aparte de que es una zona relativamente céntrica, nos gusta mucho su forma. Tiene muy buenos bordillos para 'grindar' (deslizarse) pero es uno de los sitios más vigilados por la Policía Local". No le falta razón a Pablo en esto último, pues el espacio adyacente con la avenida Alcade Álvaro Domecq alberga un cartel que anuncia 'prohibido patinar' desde hace bastante tiempo. "Las multas suelen ser de entre 60 y 100 euros, y aunque la Policía Local ha llegado muchas veces, a mí sólo me multaron una vez y aún no me ha llegado." Al margen del tema de la policía -pero unida a él-, se encuentra la problemática del vecindario de la zona, que es precisamente el que avisa en numerosas ocasiones a los agentes para que acudan a poner orden. "Una anécdota curiosa de los vecinos es que, una vez, decidieron comprar sacos de 'chinitos' y esparcirlos por la plaza para evitar que hicieramos skate".

Otro de estos chicos, amante de las rampas más que de los bordillos, reconoce que disfrutaba bastante con la 'u' que se encontraba en el desaparecido skatepark. De la misma forma, admite que era defectuosa y peligrosa. Por ello, y como el resto de sus amigos, salía y sale -ahora sin otra opción- a montarse en su tabla en distintos lugares de la ciudad. "En muchas ocasiones nos íbamos a una nave de El Puerto, donde por 3 euros echábamos todo el día patinando. También nos movíamos al bowl de Cádiz, pero en Jerez es verdad que lo hacíamos en Las Angustias o la Plaza del Arenal, incluso en la Alameda Vieja, porque la calle era más divertida que ese skatepark tan mediocre".

Como a todos se le une el problema de la legalidad. "Yo, personalmente, nunca he tenido problemas con la Policía, pero es verdad que si te ven patinando y no les coges en un buen día puedes llevarte una multa a casa. Más de una vez se han quejado de que en la calle no está permitido patinar, pero si no tenemos donde hacerlo... ¿a dónde nos vamos? Tenemos que buscarnos la vida". Bien es cierto que, aunque se tratara de una zona en malas condiciones, existía ese área a la que los agentes podían enviar a los chicos para que no lo hicieran en la calle, pero ahora no. "Recuerdo que el verano pasado, cuando ya no teníamos pista ninguna, un policía quiso mandar a un amigo a patinar al botellódromo, a las 6 de la tarde... ¿cómo vamos a irnos alli, con el calor que aprieta a esas horas?", finaliza.

En otro caso más de skaters, esta vez una chica, las palabras son todavía más claras. "Nos gustaría tener un skatepark, pero no creo que deba ser un problema tan grande que patinemos en la calle. Siempre va a haber incidentes con la policía, los vecinos, los bares... pero nosotros vamos a seguir patinando los bordillos y continuaremos construyendo módulos en explanadas usando hormigón. Aún así, está claro que el problema sería menor si escucharan nuestras quejas y se hiciera una pista en condiciones". Todo esto, con un tono indignado, pero además, su convicción radica en que "es un deber del Ayuntamiento que exista un skatepark, porque somos muchas personas las que nos hemos manifestado por la falta de seguridad de la pista. Lejos de arreglarlo o modificarlo, decidieron destruirlo y dejarlo como está ahora. Se hicieron reuniones, nos dieron posibles fechas, pero no tenemos noticias ni movilización de obras en la zona, ni las veremos. Está claro que a nosotros no nos faltan ganas ni iniciativa, pero no podemos hacer más de lo que ya hacemos."

De la misma manera, el colectivo skate no se levanta sólo contra el Ayuntamiento, sino contra otras situaciones que le perjudican. "Gente que intenta fastidiar hay en todos lados, y más de una vez acudían vándalos al antiguo parque a destrozar módulos por pura diversión, sin que la Policía apareciera en ningún momento."

Así se buscan la vida cientos de chavales para ejercer un deporte que, como cualquier otro, los aleja de otros hábitos no tan saludables como montar en un monopatín.

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