Un lazo amarillo
Tierra de nadie
De un tiempo a esta parte, los golpistas catalanes andan por ahí con un lacito de color amarillo prendido a sus solapas. Los que lo llevan, dicen que lo hacen en protesta por unos presos políticos que, por lo visto, están encerrados en alguna cárcel española.
Algo sorprendido, también por cierta curiosidad, he recurrido a la hemeroteca, por comprobar si recientemente hubiera sucedido algo relativo a Cataluña de lo que no me hubiese enterado, pero no, no hallé nada que ya no supiese.
En mi último paso por la Ciudad Condal, Barcelona, mientras almorzaba en un buen restaurante, por cierto: estaba desierto; en la única mesa ocupada, además de la mía, había unos señores con el lacito colocado. Me levanté y, después de saludar, en español, y ser respondido en catalán, les pregunté quiénes eran los presos políticos por los que, según tenía entendido, llevaban aquello. Me miraron, eran dos, con una mezcla de incredulidad y cabreo sordo. Uno en español y el otro en catalán, me dieron los nombres de unos delincuentes a los que, estos sí, conocía. Tras un rato, largo, en el que me quisieron explicar lo que había sucedido, les contesté que aquellos individuos que estaban entre rejas no eran presos políticos, sino simples transgresores de la Ley que se habían dedicado a la política, sí, y que habían incumplido normas, preceptos, el propio Estatuto catalán y la Constitución española. Bastante alterados, se pusieron de pie y comenzaron a vociferar, ahora los dos en catalán. Como el dialecto catalán es bastante parecido a la lengua española, pude deducir que también me amenazaban, me preguntaban si lo que quería era bronca y me insultaban. No, les respondí, no quiero ninguna bronca, sólo les he preguntado porque no acertaba a saber a qué presos políticos se referían ustedes cuando esgrimen ese lazo, y que mejor -continué- que informarme de primera mano. Lo que ocurre -seguí- es que me han dejado ustedes como estaba, porque, repito, las personas a las que se han referido están en la cárcel a la espera de juicio por haber quebrantado la Ley, no por sus ideas políticas, ni por lo que hayan pensado o dicho. No sé porque se alteran ustedes de ese modo -les dije-. A grito pelado ya, por completo histéricos, comenzaron a levantar las manos, a señalarme con el dedo, colocándolo muy cerca de mi cara, incluso me dieron algún leve empujón. Llamaron, también a voces, al patidifuso camarero y le pidieron la cuenta, aclarándole que no volverían a un establecimiento en el que se admitía a españoles opresores y franquistas.
Regresé a mi mesa y, después de disculparme con mi acompañante por el espectáculo, continué con mi almuerzo. Una vez hubimos terminado, después de pedir la cuenta, se acercó el maître. Con suma amabilidad se excusó -sin tener culpa alguna- por lo sucedido, me dijo que estábamos invitados pero que, por favor, no volviésemos. Los que se acababan de marchar, y un numeroso círculo de sus amistades, eran clientes de mucho tiempo y de los pocos que frecuentaban el hoy maltrecho negocio que, desde "lo del lazo amarillo", apenas daba para pagar los sueldos. No se preocupe, ni por mí, que no voy a volver, ni por los que hubiesen podido venir y no lo van a hacer, preocúpese por el lazo amarillo, por los que lo llevan, que son quienes van a terminar por mandar al carajo, sin remisión, lo que queda del negocio -respondí-. Lo sé, y le vuelvo a pedir disculpas -dijo-, pero es lo que tenemos, aquí "ellos" son los que mandan -concluyó-.
Ayer, un "demócrata valiente" le partió la cara a una señora, delante de sus tres hijos, porque retiraba lazos amarillos de un parque público -los espacios públicos son de todos-; a pesar del cuento chino que se ha inventado la policía catalana para desvirtuar lo que pasó, el cobarde bastardo golpeó a la mujer por lo que les he dicho: quitar lazos amarillos. Ayer, unos traidores golpistas quemaban una bandera de España, la policía catalana, claro, no hizo nada, los jueces no harán nada, la Ley no servirá tampoco para nada. A la señora que retiraba lazos amarillos, además de la paliza que le dio un "heroico luchador por la patria catalana", le pondrán una multa de 35.000 euros, si no la paga, el neo-nazi Torras y sus esbirros la perseguirán hasta embargar sus cuentas bancarias o sus bienes… La vergüenza nos va cubriendo de mierda a todos, a todos los que somos, o amamos, o sentimos España; cuando los únicos que debieran estar cubiertos con el excremento que significa su apestoso y repugnante ideario supremacista, y fascista hasta la médula, son la escoria golpista y todos los partidos que la sustentan, todos.
Va siendo urgente la ilegalización, presente y futura, de cualquier partido político cuyas bases no se ajusten absolutamente a La Constitución vigente, la de 1978. Mientras tanto, a modo de rogativa, no dejo de usar un papel higiénico decorado con abundantes lazos amarillos que encontré por casualidad en uno de esos bazares chinos mientras hacía una compra rápida. Raspa un poco, pero cumple bien su cometido: limpia los que sobra.
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