"La letra impresa tiene un prestigio"

Carmen Oteo Barranco. Abogada y escritora

La jerezana retoma este martes su columna semanal en Diario de Jerez Llamada 'Ajá & Ojú', en ella hablará "con autenticidad, pero sin pretensiones".

"La letra impresa tiene un prestigio"
"La letra impresa tiene un prestigio"
Arantxa Cala

Jerez, 15 de febrero 2015 - 01:00

El paso fluido de los coches no distrae su atención. Desde que aquel banco cerró, ya nadie se para en doble fila, no hay pitidos, nada estorba el paso del autobús. El despacho tiene unas acogedoras vistas al Mamelón. Entra una luz que hace la estancia agradable. Tacos de papeles correctamente ordenados convierten la mesa en un juego de Tetris. Un sillón de piel blanco rompe el tono homogéneo de la madera. Cuadros sobre toros y toreros visten algunas de las paredes. Dos sillas tapizadas de aspecto vintage y una colorida alfombra ponen el broche a la decoración. En este espacio le hierve diariamente la sangre a Carmen Oteo (Jerez, 1967). 100 grados centígrados que corren por sus venas desde que era una niña, cuando ya entonces su lengua viva defendía causas imposibles. Una elocuencia que heredó de su padre, una manera de embelesar que domina también por escrito, con su primer libro, 'Las lágrimas del vino' (memorias de Manuel Domecq Zurita), en su trabajo y con sus artículos de opinión. Ya prepara una novela.

Y es que Oteo comenzó su labor como columnistas de Diario de Jerez en 2008, que se prolongó hasta 2012. Desde este martes, cada semana, vuelve a las páginas de opinión de este periódico con 'Ajá & Ojú', "porque a mí los artículos me dan vida, pulso vital, disciplina... La letra impresa tiene un prestigio y siempre he valorado mucho el columnismo, a los columnistas. De hecho, para mí es muy importante Paco Bejarano, quien me enseñó a leer con criterio y fue el primero que me emocionó leyendo un artículo. Es emocionante escribir donde él ha escrito". Una labor semanal que asegura desarrollará "desde el conocimiento que me ha ido dando la vida. Estoy en un momento en el que creo que puedo tener voz propia, un tono personal. Creo que puedo escribir con autenticidad, pero sin pretensiones". Porque la columna para Oteo, "es reanudar una conversación que dejé hace unos años con los lectores. Y no espero ser complaciente. A veces se identificarán conmigo y otras no, pero si me gano respeto, pues fantástico". Y empieza advirtiendo: "el 'todo gratis' no vale, hay que pagar por leer la prensa en Internet".

Escribiendo y hablando, asegura esta abogada, se "conoce mejor uno a sí mismo.., y se acompaña uno también". Una tribuna que asegura será variopinta, "y aunque me da bastante pereza hablar de política, creo que estamos viviendo un tiempo tan apasionante en este aspecto, que es inevitable hablar de política. Pero hay que mojarse". Hablará, en definitiva, de todo lo que haga falta hablar en esta ciudad: amor, limpieza (en todos los sentidos), poesía... "No tengo prejuicios ni de hablar, ni de dejar de hablar. Hay que escribir para uno mismo, para no ser ni bufón, ni provocador".

Ser abogada ha supuesto para Oteo ampliar su visión del mundo. "La gente se mueve en un círculo del que no se suele salir", dice, "hasta que un día te encuentras de frente con la dureza de la realidad, los miedos, el detenido, la caradura de la gente, el sudor de un preso...". "Vidas de verdad" a las que nunca pensó que tendría acceso, abandonar por momentos el área de confort de la rutina, dejar atrás los sueños infantiles en un colegio de monjas y lanzarse de golpe a un mundo descarado. "Sí, sabes de otras vidas por la literatura. Sí, te las están contando, pero no las estás viviendo. Con el Derecho no. Con el Derecho conoces muchas grandezas y miserias humanas".

Siempre le gustó escribir y hablar, así que la vocación ya estaba. Defensora en las discusiones de causas perdidas, el camino al presente empezó a hacerlo casi sin darse cuenta con cada conversación del pasado. "En las películas veía que los abogados eran héroes y antihéroes a la vez, y eso me parecía muy atractivo". Hizo la carrera en sus cinco años, aunque con algunos flecos atragantados de asignaturas indeseables. Una mujer a quien lo que más le gusta hacer es lo que menos le gusta hacer. "A veces defender te enorgullece como persona, y otras sabes que estás haciendo una cosa que la haces porque es tu profesión. Los buenos abogados dicen que no tienen escrúpulos, yo sí los tengo. Para mí está antes la persona que el abogado".

Tras más de 20 años ejerciendo, han sido muchos los casos que le han tocado en lo personal, de los que prefiere no hablar por la obvia confidencialidad. "Y los buenos abogados -insiste- dicen que no se implican, pero yo sí me implico personalmente, sobre todo, cuando son cosas que te hierven la sangre y que además no dependen de ti. Es el juego que da el Derecho, que es un reflejo de la vida. Esto te hace crecer". ¿Implicarse es un obstáculo? "No es que sea un obstáculo, es que un buen profesional como todos tiene que tener distancia y un camino certero". ¿Se considera usted entonces una buena abogada? "Me considero abogada, que ya es mucho. Siempre digo que soy abogada de pueblo. Algunas veces seré más brillante y otras menos. Procuro ser buena".

Oteo, una mujer que habla "incansablemente" de su padre, "porque era un hombre cultísimo, tenía una voz grave muy potente que modulaba maravillosamente, una riqueza de vocabulario desbordante... Dejaba embobada a la gente cuando hablaba". Esa capacidad de subyugación de la palabra la quiso siempre Carmen. "He soñado siempre con tener esa habilidad de expresarme de manera brillante. Me encanta la gente que habla bien, algo que creo que se está perdiendo o por lo menos, no se cuida tanto". Y por eso Oteo cultiva su dialéctica, por ejemplo, con la literatura. "Es importante no sólo lo que se dice, sino cómo se dice. Me encantan los clásicos como Cervantes, Galdós, Balzac, la novela francesa, rusa... Y me gusta estar en contacto con la obra contemporánea, Andrés Trapiello, Pablo d'Ors... Y de música..., lo mismo escucho ópera que María Jiménez, Sabina, Chavela Vargas... Adoro las voces rotas por la vida". Habla de la fiesta taurina, que califica de "arte y cultura", aunque entiende que es "anacrónica", pero los toros "nos definen, aunque a la gente le moleste. Sin ellos no existiría parte de la obra de Goya". De cuatro hermanos, Carmen Oteo es la más pequeña. Hija de Charo y Manuel, ahora se refiere a su madre, que es "una gran mujer, un ejemplo en todo. Sin la constancia e ilusión de ella, yo no hubiese sido capaz de hacer nada. Me ha imbuido mucha confianza en mí misma".

Ama también a Jerez, saludar, que la saluden... sin llegar a ser pueblerina, porque es viajera y entiende que se puede ser feliz en todos sitios. Habla con cariño de su ciudad, su potencial, aunque asegura que aquí "sobra indolencia. Desde que se desmanteló la industria del vino estamos como en el limbo. Hay gente muy válida, pero es una ciudad pobre, con un aspecto muy rico".

Confiesa que la vida está siendo generosa con ella: "no voy pidiendo, me va dando, y si no me lo da, por algo será. Soy conformista, pero en el trabajo no, estoy aprendiendo a asumir cosas porque antes tenía un mal perder horroroso (ríe)". Una mujer que desconoce si ha conseguido lo que quería o no, pero que tiene claro que está agradecida. Fuerte y frágil, tiene miedo a perder a los suyos. "Sola haría muy pocas cosas". Empeñada en saber lo que es, "algo que se tarda toda una vida", huye de aparentar lo que no es, "algo que no me interesa en absoluto. Quiero que me quieran por lo que soy".

stats