Que llueva

A pie de campo

Que llueva
Que llueva

23 de febrero 2012 - 01:00

La sequía, esa dama de gris de manos deshidratadas y cara enjuta, vuelve a pasearse por los campos de España trayendo consigo infertilidad y gastos adicionales.

Cada vez que esta señora le da por salir -hacia años que estaba en su casa y no rondaba- la lía y gorda porque impide la nascencia de los cultivos y deja los campos yermos e incomestibles para los animales. Con esos dos datos cualquiera puede suponer que los agricultores y ganaderos tienen que hacer un desembolso extraordinario que, en los tiempos que corren, ponen en peligro muchas explotaciones. En números redondos, los ganaderos de vacuno han de invertir en la ración de mantenimiento de sus animales la friolera de 1.35 euros al día por cabeza y los de ovino, 0.13. Por su parte los agricultores, los más atrevidos que se aventuraron a sembrar cereales, han comprobado como sus semillas han estado en un proceso de hibernación, conservados por las bajas temperaturas que han ejercido en ellas una suerte de nevera conservadora, a partir de ahora, posiblemente si no vienen lluvias, se perderán. Otro tema es el de las pipas, si la señora de gris se empeña en seguir campando a sus anchas habrá muchos que opten por no sembrar y muchas tierras quedarán en barbecho perdiendo cualquier atisbo de rentabilidad.

En definitiva, la sequía no beneficia a nada ni a nadie. Incluso el agroturismo se ve dañado porque es incomparable cómo estaba el campo el año pasado en esta época a la imagen que tiene este año. El verdor se está tornando marrón grisáceo.

Si tantas ganas de salir, tiene la sequía que se vaya al norte, seguro que allí están encantados de dejar los paraguas por unos días y nadie la recibe con malas caras. Aquí es una antigua conocida, muchos de los agricultores que continúan su labor ahora, vivieron con horror la sequía del 83 y los que sobrevivieron aún recuerdan la cantidad de gente que no pudo soportar la falta de rentabilidad.

A ver si haciendo una rondita a los santos, abren los grifos del cielo y cae el agua como tiene que caer. Aún la tierra está a tiempo para que se puedan hacer muchas labores y para que la campaña no se de por perdida.

A bajarlos de las peanas y a cantarles: "Que llueva, que llueva, la virgen de las cuevas…"

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