El 'loco' de Gaspar Fernández

Inseguridad en pleno centro urbano

Las fechorías de un enajenado convierten en un infierno la vida de los vecinos de esta calle de San Pedro. El incendio es una de sus especialidades.

El 'loco' de Gaspar Fernández
El 'loco' de Gaspar Fernández
Manuel Moure

Jerez, 23 de mayo 2016 - 01:00

Los vecinos de la calle Gaspar Fernández andas locos... por culpa de un 'loco'. Tener un inmueble deshabitado al lado es siempre un problema pero, como en todo, ya se trate de una enfermedad, de un romance o de una aventura, siempre hay grados, niveles...

La ruina en cuestión se ubica en el número 8 de la calle. Allí, en los primeros años 90, se ubicó el Colegio Universitario 'Santa Rosa de Lima', un bonito proyecto destinado a dar alojamiento a los estudiantes que recalaran desde otras localidades en Jerez para estudiar en su flamante campus. Funcionó pero finalmente cayó en desuso. Un proyecto hotelero al que le pilló la crisis de por medio y un banco parecen haber sido sus dos últimos propietarios.

De lo que fue el colegio universitario apenas queda rastro. Hasta los techos de escayola han volado en un edificio que es aún recuperable. Eso sí, el abandono provoca que se erija en un riesgo para la seguridad de los vecinos. Bien sabido es que un edificio, por sí solo, no es especialmente peligroso pero pueden serlo, o no, las personas que lo habitan.

Los vecinos de Gaspar Fernández tuvieron a una comunidad de gitanos rumanos ocupando el inmueble. Las opiniones de los vecinos no son ni mucho menos malas: "Vivían dentro, no se metían con nadie, y la verdad es que tenían aquello más o menos en condiciones". La única queja que recuerdan es que cocinaban con leñas sus guisos y, lógicamente, el aroma a quemado se extendía por todo el barrio de San Pedro. "¡Ojalá hubieran seguido por aquí!", proclaman ahora cuando las tornas han dado un giro de 180 grados.

De la comunidad rumana, que con la crisis decidió buscar mejores 'destinos', se ha pasado a un solo individuo, pero que en su locura (no hay otro calificativo posible) atormenta a un barrio entero. Y es que sus desatinos son constantes y van desde provocar incendios en el interior del inmueble a tirar ladrillos desde una considerable altura en dirección a la vía pública y las casas cercanas.

En los últimos meses los Bomberos han tenido que acudir en tres ocasiones hasta el número 8 de Gaspar Fernández, la última de ellas esta misma semana cuando las llamas se salieron del edificio y acabaron afectando al cableado público. Una vecina se quedó sin teléfono. Fue un mal menor teniendo en cuenta que decenas de inmuebles pudieron quedarse sin energía eléctrica.

Uno de los propietarios que peor lo ha pasado ha sido Pepe Rama, un conocido grabador jerezano ya retirado que tuvo que regresar a toda prisa desde Málaga después de que el 'loco de Gaspar Fernández' empezara a tirar ladrillos contra la puerta de su negocio desde considerable altura. En el interior estaba su hija, la cual, presa de los nervios, sufrió un ataque de ansiedad que necesitó de atención en Urgencias.

Los vecinos han pensado multitud de propuestas pero uno de los cánceres de la sociedad española desde tiempos inmemoriales -la burocracia- lo entorpece todo. Según comenta Manuel Rosado, empresario y vecino de la calle, ya han remitido dos comunicaciones a Urbanismo informando del problema e incluso han mostrado su disposición a tapiar el inmueble pagando los vecinos de su propio bolsillo la obra. "Y nos han dicho que se eso no se puede hacer. Pero lo más grave es que no se hace nada para apagar el infierno en el que estamos viviendo".

Dentro de su calvario aseguran que no saben siquiera quién es el propietario de esa ruina que arde al menos dos veces al año. Creen, como ha quedado dicho, que es un banco, pero poco más. Los intentos de averiguarlo en el Registro de la Propiedad han caído en saco roto por la 'inigualable' burocracia española.

El último incendio que afectó al inmueble tuvo una parte positiva y otra negativa. De un lado que las llamas se sofocaron con prontitud pero los bomberos destrozaron la puerta de entrada por lo que ahora, en vez de acceder por encima de una malla metálica, los indeseables inquilinos pueden hacerlo tranquilamente por la puerta principal.

El 'loco de Gaspar Fernández', un individuo de baja estatura con una agresividad "enorme", según indica el vecindario, demuestra que no está en sus cabales cuando sin motivo aparente empieza a lanzar piedras y ladrillos en plena noche contra el resto de viviendas. "Incluso es capaz de mantener conversaciones con los perros de un vecino y amenazarlos de muerte", dice otro propietario que lejos de sonreírse ante semejante ocurrencia mantiene el rictus completamente circunspecto.

Una visita al interior del inmueble deja absolutamente claro que en pleno centro de Jerez hay un nido de insalubridad flagrante contra el que no se está haciendo absolutamente nada. Un suelo achicharrado repleto de cristales rotos, restos de colchones y hasta unas espinilleras de futbolista (¡!) reciben al visitante. Poco queda del colegio universitario, tan sólo basuras, paredes calcinadas y, al fondo, un hermoso patio que podría imaginarse como el lugar de relax de un céntrico y coqueto hotelito. Pero ni mucho menos es así. Los vecinos saben que desde ese patio se tiene acceso a todas y cada una de las traseras de los números pares de la calle. Y tiemblan visto el estado mental del individuo que les intimida desde hace meses.

"Suele estar solo pero por las noches llega con otros individuos y entonces la calle se torna intransitable", dice Rosado mientras recuerda que no pocas veces ha tenido que salir a 'escoltar' a sus hijas para que lleguen sanas y salvas a casa.

Los vecinos tan sólo quieren que se tapie el inmueble. Parece simple, pero de momento no se les ha oído. Cabe esperar que no suceda como en la calle Prieta, donde durante meses se denunció el estado de un edificio en obras ocupado por indigentes que sólo fue tapiado después de que dos de ellos cayeran en plena noche por un hueco destinado en su día que subiera y bajara un ascensor. Murieron. La desgracia provocó que se tapiara de inmediato.

Mientras tanto los efectos de las locuras del 'loco de Gaspar Fernández', sus porrazos, sus insultos y sus amenazas siguen cercenando el derecho de unos vecinos de Jerez a descansar en paz, que es lo menos que se puede pedir. "Y ponga ahí que somos de los que pagamos 1.000 euros de IBI al año", solicitan. Y puesto queda.

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