Máriam Guerra: "La lírica es el lugar donde descubrí quién soy"
Soprano
La jerezana cantará en el Villamarta el Réquiem de Mozart con la Orquesta Filarmónica de Málaga, solistas y coro del Teatro
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Máriam Guerra es soprano y jerezana. Sus primeros pasos en la lírica los dio en el Teatro Villamarta cuando era una niña. Se formó entre Jerez y Madrid y el próximo 14 de marzo cantará el Réquiem de Mozart con la Orquesta Filarmónica de Málaga, solistas y coro del Teatro Villamarta.
Pregunta.Dicen de Máriam Guerra que desde niña su vida es sinónimo de pasión por la música. ¿Es cierto?
Respuesta.Totalmente cierto. Desde que tengo memoria, la música ha sido mi refugio, mi manera de entender el mundo y de expresarme. Ya de niña me fascinaba cantar, inventar melodías o simplemente escuchar una y otra vez esas voces que me hacían soñar. Lo que empezó como un juego, poco a poco se convirtió en una necesidad, y hoy puedo decir que la música es mi forma de vida, mi pasión y mi motor. No concibo mi existencia sin ella.
P.Ismael Jordi, Maribel Ortega y Máriam Guerra, hoy por hoy son una parte importante de la cara vista de la lírica no solo en Jerez, sino en la provincia de Cádiz. ¿Cree que el hecho de que en esta ciudad existan un conservatorio y un teatro como el Villamarta tienen algo que ver?
R.Sin duda, el Conservatorio y el Teatro Villamarta son pilares fundamentales en la vida cultural de Jerez y han sido clave en el desarrollo de muchísimos artistas, entre los que tengo el honor de estar. Contar con un espacio formativo de calidad como el Conservatorio y, al mismo tiempo, con un teatro de la talla del Villamarta, crea un ecosistema donde el talento puede crecer, profesionalizarse y, lo más importante, tener un escenario al que aspirar. Esa combinación hace que Jerez no solo sea cuna de grandes voces, sino también un lugar donde la lírica puede seguir viva y evolucionando. Sin ese contexto, seguramente muchos de nosotros no habríamos tenido las oportunidades que nos han permitido dedicarnos a lo que amamos.
P.¿Por qué la lírica y no otros géneros musicales? ¿Cuáles han sido sus referencias y alicientes para lanzarse al complicado mundo de la lírica?
R.La lírica me eligió a mí. Nadie en mi familia escuchaba música lírica; en casa sonaban canciones melódicas de los 70, 80. Pero la lírica tiene ese magnetismo especial… o la amas profundamente para toda la vida, o la aborreces y no la vuelves a escuchar jamás. En mi caso, fue amor absoluto. Cuando entré en el Coro del Teatro Villamarta, llegué como un folio en blanco. Mis referentes musicales hasta entonces eran Whitney Houston, Mariah Carey... Pero el Villamarta me cambió la vida. Allí descubrí un universo nuevo, una pasión que lo llenó todo.
R.Y fue tanto lo que me enamoré de la lírica, que se convirtió en mi motor, en mi meta: soñaba con ser solista y cantar sobre ese escenario que me lo había dado todo. Y, con mucho trabajo y constancia, lo conseguí. Por eso, para mí, la lírica no es solo un género musical. Es el lugar donde descubrí quién soy.
R.Hoy, mis referentes en la lírica son figuras tan inspiradoras como Anna Moffo, Lucia Popp o Luciana Serra. Mujeres con una sensibilidad y un dominio técnico extraordinarios, que me recuerdan cada día por qué elegí este camino… o mejor dicho, por qué este camino me eligió a mí.
P.Supongo que aunque ya conoce de sobra las tablas del Teatro Villamarta, siempre impone cantar en tu tierra. ¿Qué sensaciones tiene ahora sobre esta representación del Réquiem de Mozart el próximo 14 de marzo?
R.Cantar en casa siempre tiene una mezcla de emoción y respeto muy especial. Por mucho que una haya pisado el escenario del Villamarta, cada vez es como la primera. Es mi teatro, el lugar donde nací artísticamente, donde me formé y donde aprendí a amar esta profesión. Y, al mismo tiempo, es el teatro donde te ve tu gente, tu familia, tus amigos, y eso, quieras o no, añade una carga emocional enorme.
R.Con este Réquiem de Mozart, además, siento una responsabilidad especial porque es una obra inmensa, un monumento musical y espiritual. Es uno de esos títulos que te atraviesan por dentro, que te sacuden el alma. Así que ahora mismo lo que siento es una mezcla preciosa de respeto, gratitud, ilusión y unas ganas tremendas de subirme al escenario el 14 de marzo y dejar el alma en cada nota.
P.El Réquiem de Mozart, pese a ser una obra litúrgica que aborda la muerte, la redención y la espiritualidad, está muy cercana en lo que a intensidad dramática se refiere, a una representación teatral. ¿Hay alguna parte del Réquiem que le resulte especialmente desafiante o significativa?
R.El Réquiem de Mozart es una obra que te pone a prueba en muchos sentidos, no solo vocalmente, sino también emocionalmente. Es cierto que es música sacra, pero la carga dramática que tiene es absolutamente operística. Cada intervención de los solistas es como un pequeño monólogo, donde tienes que volcar toda tu expresividad y tu verdad.
R.Aunque el 'Lacrimosa' es una de las partes más famosas y solo lo canta el coro, para mí tiene un significado muy especial, porque fue lo último que escribió Mozart antes de morir. Saber que esas fueron sus últimas notas le añade un peso emocional muy fuerte a toda la obra. Como solista, cada vez que estoy en el escenario escuchándolo, me envuelve esa sensación de despedida, de belleza y tristeza al mismo tiempo.
R.Y es que Mozart es uno de mis compositores favoritos. Su música es técnicamente perfecta, pero al mismo tiempo tiene una humanidad y una sensibilidad que tocan el alma. En el caso de los solistas, momentos como el 'Recordare' o el 'Benedictus' son absolutamente mágicos. Siento que ahí Mozart nos da la oportunidad de mostrarnos sin filtros, de abrirnos al público y dejar que nuestra voz sea puro sentimiento.
P.¿Además de lo vocal, necesita el Réquiem preparación emocional para interpretarlo bien?
R.Sin duda. El Réquiem no es solo una obra para cantar, es una obra para sentir. No puedes acercarte a ella solo desde lo técnico, porque es una música que habla de lo esencial de la existencia: la muerte, la culpa, la esperanza, el perdón. Cada vez que lo interpreto, siento que me exige abrirme completamente, conectar con mis propias vivencias, mis miedos y mis emociones más profundas.
R.Además, Mozart tiene esa capacidad de escribir música que te atraviesa. Da igual cuántas veces lo cantes, siempre te remueve por dentro. Así que sí, hay un trabajo vocal importantísimo, pero si no hay una preparación emocional, si no te atreves a sentirlo de verdad, el público lo nota. Y yo, personalmente, necesito entregarme al 100% para sentir que estoy siendo honesta con esta música y con quien la escucha.
P.¿En qué parte del Réquiem aconseja al público que preste la máxima atención posible y por qué?
R.El Lacrimosa es una de las secciones más conmovedoras del Réquiem de Mozart. Es un momento en el que la música y el texto se fusionan de manera tan profunda que casi se puede sentir el sufrimiento de las almas que se lamentan. La intensidad emocional de este movimiento es tan fuerte que, como intérprete, uno se ve obligado a sumergirse completamente en esa tristeza y desesperación, lo que genera una conexión muy especial con el público. Es difícil no dejarse llevar por la fuerza de la obra, y creo que esa es una de las razones por las que siempre aconsejo prestar especial atención al Lacrimosa cuando se escucha el Réquiem.
P.En esta representación coincidirá con la directora de Orquesta Elena Salvatierra, también gaditana ¿Ha trabajado antes con ella?
R.Conocí a Elena en el coro del Teatro Villamarta cuando éramos unas niñas, y desde entonces hemos forjado una amistad muy especial. Trabajar con ella por primera vez es un verdadero gustazo. Cuando dos apasionadas de la música como nosotras nos juntamos, suceden cosas maravillosas. Lo que más valoro de Elena es que siempre pide mi opinión, me respeta como cantante y me permite aportar mi visión de lo que estoy cantando. Es un lujo tener la oportunidad de colaborar con ella, y estoy muy emocionada de hacerlo en esta ocasión.
P.¿Cómo se gestionan los nervios y la presión antes de una actuación importante como la del día 14?
R.Gestionar los nervios y la presión antes de una actuación importante es un desafío, pero también una oportunidad para crecer. Lo primero es reconocer que esos nervios son naturales y forman parte del proceso creativo. Yo trato de centrarme en la preparación que he hecho, en el trabajo arduo y en la pasión que siento por lo que estoy haciendo. La respiración y la meditación también me ayudan mucho a calmar la mente. Además, me gusta recordarme que la música es lo que importa, no la perfección, y que cada actuación es una oportunidad para compartir algo único con el público. El apoyo de mis compañeros, la conexión con el director, (directora, en este caso) y el equipo, también son fundamentales para sentirme respaldada y con confianza.
P.¿Qué quisiera usted que su voz transmitiera al público de Jerez más allá de lo que está en la partitura?
R.Más allá de lo que está en la partitura, lo que realmente deseo que mi voz transmita al público de Jerez es la emoción, la humanidad y la conexión profunda con la obra. La música es un lenguaje universal, pero es a través de la interpretación y la expresividad vocal que logramos que el público no solo escuche, sino que sienta lo que estamos cantando. Quiero que cada frase, cada nota, lleve consigo una carga emocional que llegue al corazón de quienes nos escuchan, que se sientan parte de la experiencia, como si estuviéramos viviendo la música juntos. Para mí, el verdadero poder de la obra radica en esa comunicación íntima entre el intérprete y el público, más allá de lo escrito en la partitura.
P.¿Cuál es su papel u obra soñado? ¿Y cuál cree que es el que se adaptaría mejor al color de su voz, su timbre, su proyección, su potencia…?
R.Me encantaría interpretar algún día a Lucia di Lammermoor (Donizetti), es otro sueño que tengo. Creo que es uno de los papeles más complicados para sopranos de mi cuerda, tanto para la voz como para la interpretación, ya que exige una gran destreza técnica, una gran capacidad de equilibrar la energía que se necesita, para cantar tantos números complejos, pero también una profunda conexión emocional. Aunque es un reto, me siento muy cómoda cantando Lucia, mi voz así me lo transmite. Otro de los personajes que me encantan y que ya he cantado bastante, es la Reina de la Noche de La flauta mágica (Mozart). Nunca me canso de cantarla, porque es superdivertida y a la vez tiene una gran responsabilidad, ya que tiene sin duda el aria para soprano coloratura más conocida que existe. Cantarla me resulta muy cómodo, mi voz fluye de manera natural y es como su patio de recreo. Sería maravilloso poder interpretarla en Jerez algún día.
P.¿Proyectos para el futuro?
R.Tengo varios proyectos emocionantes en el horizonte. El más próximo es un recital en Jaén, donde interpretaré un repertorio variado que incluirá canciones italianas, francesas, alemanas y españolas, y también habrá algunas sorpresas. Además, estoy cerrando otros proyectos en Madrid y Barcelona que espero poder anunciar pronto. También estoy en medio de audiciones en grandes teatros, tanto en España como en el extranjero, lo cual me tiene muy ilusionada y motivada para lo que viene.
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