Historia

Marineros franceses en Andalucía

  • Por Cádiz, Jerez, Gibraltar y Málaga (1899-1906)

La marina de guerra francesa, conocida familiar –y paradójicamente- como 'la Royale', tiene desde hace tiempo en Brest una de sus principales bases navales. También se sitúa allí la Escuela Naval desde 1914. Hasta ese año, y desde 1830, los guardiamarinas eran adiestrados directamente en los barcos escuela de la marina. Uno de esos barcos fue el crucero Duguay-Trouin, que concretamente fue buque escuela entre 1900 y 1912. En esos 13 años realizó un total de 12 travesías intercontinentales, enseñando a navegar a numerosos guardiamarinas que acabarían siendo oficiales de la marina francesa.

El crucero Duguay-Trouin. El crucero Duguay-Trouin.

El crucero Duguay-Trouin.

El Duguay-Trouin llevaba el nombre de un famoso navegante, René Duguay-Trouin (1673-1736), marino y corsario de origen bretón que gracias a sus victorias contra ingleses y holandeses -en el curso de lasguerras lanzadas por Luis XIV progresó rápidamente en la jerarquía de la marina real francesa. Este avezado marino tuvo -con el tiempo- otros barcos a su nombre, uno de los más conocidos en la historiografía francesa fue aquel navío de línea construido en 1795 y que armado con 74 cañones participó en la batalla de Trafalgar. Acabó siendo apresado por los ingleses y rebautizado como HMS Implacable por la marina británica.

Como decíamos, el buque escuela que nos trae realizó una docena de travesías adiestrando guardiamarinas franceses. Una de esas travesías, realizada en la campaña 1905-1906, discurrió durante varios meses por el Atlántico (Canarias, Senegal, Guadalupe, Martinica, Cádiz), Estrecho de Gibraltar (Gibraltar), Mediterráneo (El Cairo, Bizerta, Livorno, Niza, Palma de Mallorca, Málaga), y regreso a Brest tras una vuelta por el Mar del Norte (Escocia y Dinamarca). Era habitual que el Duguay-Trouin repitiera escalas en sus travesías, por lo que en la prensa española de la época aparecía asiduamente; sobre todo en las noticias marítimas del puerto de Santa Cruz de Tenerife, que se convirtió en escala fija camino de América o de la costa occidental africana.

Noticia en prensa. Noticia en prensa.

Noticia en prensa.

En la isla era ya tradición el intercambio de visitas formales entre oficiales franceses y autoridades de la isla.Muy conocido es un dibujo, publicado unos años antes, en el diario francés Le Petit Journal con el título 'Les marins français a Xerés' en el que puede verse un grupo de marineros saludando a los toreros desde un palco de la plaza de toros de Jerez. Estos llegaron al puerto de Cádiz en el barco escuela que precedió al Duguay-Trouin, el crucero de primera clase Iphigénie.

En Cádiz visitaron, con suficiente ornato, el colegio San Felipe Neri, ya que muchos guardiamarinas eran antiguos alumnos de los marianistas en su país. Y ya por la tarde fueron en tren hasta Jerez para asistir a la citada corrida, en la que los toreros Bombita y Jerezano, que aparecen en el dibujo, les brindaron el quinto toro, lidiado al alimón. La crónica del diario jerezano El Guadalete –del 3 de abril de 1899- destaca cómo al acabar la corrida la banda de música tocó La Marsellesa en honor a los franceses, los cuales fueron aplaudidos a la salida de la plaza.

Dibujo de los marinos franceses en la plaza de toros de Jerez. Dibujo de los marinos franceses en la plaza de toros de Jerez.

Dibujo de los marinos franceses en la plaza de toros de Jerez.

Como caso singular, y bien conocido gracias a las hemerotecas, reseñar que pocos meses despuésatracaban de nuevo en Cádiz varios barcos de guerra franceses comandados por el almirante Jean Charles A. Sallandrouze en su navío, el Formidable. En Jerez se constituyó una comisión de bienvenida para agasajar a aquellos marinos que visitarían la ciudad el 24 de junio. De nuevo una corrida de toros, para la que costó sufragar el valor de tantas entradas, una cena a cargo del ayuntamiento -que tuvo cambiarse por un lunch por falta de presupuesto-, el almuerzo en las bodegas M. de Misa para unos 300 comensales –hubo que retirar varias andanas de botas para montar tantas mesas- que corrió por cuenta del Marqués de Bertemati y en el que se degustó un menú poco jerezano: Consommé froid, Oeufs á la Dauphine, Merluche à la Bellevue, Filets de Foulet á la Régence, Galantíne a la gélee, Jambon, Tournedox à la Béarneise, Aspergéx en branche, Glaces et Desserts.

Y sin olvidar el flete exclusivo de un tren para el desplazamiento. De nuevo en El Guadalete se podía leer: "Ha llegado el material para constituir el tren especial que mañana conducirá a Jerez a los marinos franceses. Son un coche salón para el almirante y contralmirantes y diez coches de lujo, para los jefes, oficiales y demás invitados. El tren es capaz para 250 pasajeros. Las paupérrimas arcas del cabildo jerezano llevaron a la alcaldía a pedir a los propietarios de carruajes que los pusieran a disposición de los franceses para trasladarlos de la estación a los diferentes actos. (En las calles por donde han de pasar se ha estado trabajando durante toda la noche, echando cascajo y piedra para arreglar el piso y componer los baches. El Guadalete)".

Se aprobó, en cambio, que por tan sonada visita se repartiera una limosna entre los pobres de la ciudad. Finalmente la limosna consistió en el reparto de 4.000 raciones de menestra con medio kilo de pan en los “comedores económicos” de El Salvador y San Vicente de Paúl. El gasto total del municipio fue de 12.111 pesetas.

Bodegas M. de Misa donde se celebró el banquete con menú francés. Bodegas M. de Misa donde se celebró el banquete con menú francés.

Bodegas M. de Misa donde se celebró el banquete con menú francés.

Un enaltecido editorial de El Guadalete de aquel 24 de junio decía así: "Al saludar a los bizarros marinos franceses hemos de ver en ellos no solamente a nuestros amigos y hermanos de raza, sino a los valientesguerreros que, si bien pudimos tenerlos alguna vez en frente como leales y nobles adversarios en los campos de batalla, también supieron combatir a nuestro lado y cubrirse con nosotros de inmarcesible gloria sucumbiendo en las ensangrentadas aguas de Trafalgar. Estrechemos, pues, las manos de nuestros amigos cuya historia ha sido tantas veces la nuestra".

Nota en la prensa de la época. Nota en la prensa de la época.

Nota en la prensa de la época.

Volviendo a los buques escuela decir que gracias a los archivos franceses se guardan un buen número de postales y fotografías, sobre todo de aquellas travesías de adiestramiento. Algunas incluso montadas en formato álbum y perfectamente identificadas y reseñadas. Concretamente, las imágenes de la campaña1905-06 fueron tomadas por un prestigioso fotógrafo suizo afincado en Argel, Jean Théophile Geiser et Chave (1848-1923).

Jean Geiser era un gran enamorado de la navegación y los barcos, y por ello fue invitado a embarcarse en aquella travesía del Duguay-Trouin, durante la que fue tomando imágenes de todo tipo: paisajes marinos, costas, ciudades visitadas, gentes…; sin faltar la vida diaria y tareas cotidianas de la tripulación, ya fueran lúdicas -como la fiesta del paso del trópico- o académicas (ver adenda fotográfica). Además de visitar y pasear por las ciudades en las que se hacía escala los guardiamarinas realizaban actividades turísticas tierra adentro, como visitar las Pirámides de Giza, recorrer las calles de Pompeya o subir a la Acrópolis ateniense.

Anuncio del fotógrafo Jean Geiser en un periódico francés. Anuncio del fotógrafo Jean Geiser en un periódico francés.

Anuncio del fotógrafo Jean Geiser en un periódico francés.

También deportivas, como subir al Teide o al mismo cráter del volcán Vesubio. En 1906, estando anclado el barco escuela en Málaga, quedó bien documentada una excursión que los marineros realizaron a uno de los parajes más espectaculares –ya por entonces- de la provincia malagueña, El Chorro o Desfiladero de los Gaitanes. Gorges du Chorro, como aparecen intituladas las fotografías de J. Geiser. El conocido actualmente como “Caminito del Rey” estaba entonces recién construido, por lo que podría tratarse de una de las primeras visitas turísticas a este peculiar sendero.

El muelle de Gibraltar fue también parada habitual para el avituallamiento, siendo junto con Cádiz y Málaga los tres puertos de la costa andaluza en la que los franceses hicieron escalas. Unas escalas que al parecer resultaron muy agradables y productivas para los franceses. Y, en ocasiones, con bastante pompa y boato.

El crucero protagonista de este artículo, cruzando el Estrecho de Gibraltar. El crucero protagonista de este artículo, cruzando el Estrecho de Gibraltar.

El crucero protagonista de este artículo, cruzando el Estrecho de Gibraltar.

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