Programación Guía de la Feria de Jerez 2024

Jerez

El marqués de Tamarón apela a la calidad en su Cátedra del Vino

  • Santiago Mora-Figueroa reúne en San Ginés al mundillo bodeguero para desgranar sus vivencias y añoranzas de Jerez y el jerez

Santiago Mora-Figueroa y Williams, marqués de Tamarón (Jerez, 1941), deleitó ayer noche a un concurrido auditorio en la bodega de San Ginés de la Jara impartiendo una Cátedra del Vino que llevó por título "Recuerdos de Jerez y del jerez a mediados del siglo pasado".

Las razones son bien sencillas: Primero, porque el marqués es jerezano y, en la lejanía, le persigue aún la nostalgia por su 'patria chica'. Sus recuerdos se amontonan: Su casa de San José, con su limonero lunario, la palmera washingtonia, su primera lectura a los 8 años en ese refugio de tranquilidad en el centro... hasta los tristes días de su 'destierro' a Madrid, "expulsado del Edén sin saber siquiera cuál fue mi pecado original". El "pan amargo del destierro", según Shakespeare. O los olores que nunca encontró: "En Jerez todo olía: los jazmines, los nardos, el brasero y el perpetuo olor a vino de sus bodegas". Beltrán Domecq González le inició en el vino, "que desde entonces no he dejado de paladear".

Además, Santiago Mora-Figueroa fue director del Instituto Cervantes, y esa entrega a la defensa de nuestro idioma le hacen añorar en la distancia la palabra, la jerga, una elegía por el habla perdida, el vocabulario específico de Jerez y el jerez descritos con finura gracia.

Y no se olvide, en fin, su faceta de acreditado diplomático y, por tanto, de su acérrima defensa del jerez. Calidad ante todo, nos avisa: "En el mundo del vino, la imagen de calidad es producto de la suma de tres valores: el instinto conservador, la capacidad de innovación y la buena reputación". "No hay otra forma de competir en los actuales mercados", nos dice. Es cierto que se exportó vino de baja calidad a finales del XIX, pero aquello se superó. Y Carl Williams tuvo la iniciativa de introducir el sherry en las fiestas de Londres: Una moda para los jóvenes elegantes, no sólo para las abuelitas inglesas. Parábola evangélica (al revés): "Colocar el vino viejo en odres nuevos, porque "el vino que alegra el corazón del hombre es, por excelencia, el jerez".

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