El monaguillo que se empachó de política
· Antonio Fernández cumple esta semana los cien días en prisión · No ha dejado de ejercer cargos públicos desde 1983 · Su retrato responde al joven aprendiz empeñado en sacar una carrera
De botones a prestigioso abogado laboralista. Y de abogado laboralista a histórico dirigente del PSOE andaluz. Y de ahí, a los Ere fraudulentos, al precipicio.
Antonio Fernández García es un hombre hecho a sí mismo, cuyo modelo responde al joven aprendiz de embotellado que puso todo su empeño en conseguir una carrera universitaria. Méritos no hay que restarle pues, a ese inquieto hijo de un camarero nacido y criado en el barrio de Santiago que ejerció de monaguillo junto al recordado párroco Francisco García Román, 'Currito'. La familia González-Gordon frecuentaba la parroquia. Los González guardan una enorme vinculación con su hermandad sacramental y a nadie escapa que el sacerdote mediara para que Antoñito trabajase en la bodega. Antonio contaba entonces con 14 años. Su primera ocupación fue la de botones, pero siempre evitó abandonar los estudios, que se costeaba con su trabajo.
Pasaron los años. Antonio dirige una carta a los responsables de la compañía del Tío Pepe pidiendo permiso para trabajar de día y estudiar el Bachillerato de noche, además de una excedencia para preparar los exámenes. "No se trata de aprobar -escribía a los responsables de la bodega-, sino de conseguir un notable o sobresaliente en COU y Selectividad para conseguir la beca salario que me permitirá seguir mis estudios de Derecho". Llega 1981. Antonio termina la carrera, ya es oficial administrativo de la bodega y precoz presidente del comité social de la compañía, a la que se dirige por carta ofreciendo sus servicios de letrado. Por fin, se incorpora como profesor ayudante en la cátedra de Derecho del Trabajo de la Facultad de Derecho de Jerez, aunque reitera sin éxito, de nuevo por carta, su ofrecimiento a la bodega: "De necesitar la empresa mis servicios, me replantearía la decisión adoptada y ello por considerar que González Byass tiene preferencia en la utilización de mis servicios".
Un año más tarde, en 1982, Antonio comienza a ejercer de abogado. Lo hace primero en un despacho junto a Gutiérrez Castaño y Fernando Yélamos y, más tarde, en la unión local de Comisiones Obreras, donde trabajará a la sombra del acreditado abogado laboralista Fernando Martín-Mora, hombre de pasado comunista, curtido en mil batallas y magnífica persona, que brega ahora con el estallido en Onda Jerez. Antonio trabajó duro y lo hizo en un momento delicadísimo en el sector vinatero con la puesta en marcha del plan de reestructuración del marco. Poco después, Fernández ejercerá como abogado laboralista para la UGT.
Desde 1983, Antonio Fernández no dejará de ocupar cargos públicos. Primero, en 1983, como concejal y portavoz socialista en el Ayuntamiento jerezano; candidato a la alcaldía en 1987 y siete años como diputado provincial. En 1984, dio el salto a la política autonómica: Fue delegado provincial de Agricultura, viceconsejero de Trabajo bajo los mandatos de Ramón Marrero, Guillermo Gutiérrez y José Antonio Viera hasta ocupar la titularidad de la consejería en 2004. Entre 2010 y 2012, ha presidido el Consejo Regulador del Vino, en una más que polémica designación.
En 1984 Antonio es ya un hombre conocido en el partido: En el Congreso nacional que ese año celebra el PSOE, Antonio representa de alguna manera a la nueva clase ascendente que, congreso tras congreso, desplaza a la figura tradicional del viejo militante socialista. "La gente que se incorpora -refería entonces- tiene mis características; el teórico obrerismo se ha abandonado y ahora se aspira a traer al partido a muchos licenciados". Con 29 años y estudios superiores bajo el brazo, Fernández es definido como el delegado-tipo del congreso.
Los que le admiran destacan de él su templanza: "Se mueve muy bien en los conflictos. Sabe templar, y aunque sea por agotamiento, consigue el consenso". "Muchas empresas y particulares de Jerez deben mucho a Fernández, siempre ayudó en lo que pudo para su ciudad, como así le reprochó la juez Alaya ("favoreció claramente a su ciudad, Jerez, frente a otras", dijo), y ahora, esos beneficiarios ni abren la boca". "Es muy inteligente y rápido en situaciones duras. En vez de ponerse nervioso, solía mostrarse frío, pensaba, calculaba y sabía lo que había que hacer. Y se acostumbró a los marrones durante años", lidiando uno de los toros más complicados de la política andaluza durante años: el desempleo. Esta forma de negociar, con rápidas soluciones a serios conflictos, le valió en la Junta la coletilla de los 'métodos Fernández' o 'Chapuzas Fernández'.
El 14 de marzo de 2011 es una fecha importantísima en la vida política de Fernández. Es la fecha en la que el exconsejero es imputado en el 'caso Mercasevilla', en el que se investigaron 183 prejubilaciones irregulares. La jueza de los ERE tiró y tiró del hilo hasta que en la madrugada del pasado 24 de abril, después de cuatro días y treinta horas de interrogatorios, Fernández cambió la poltrona del Consejo del Vino por una austera celda del centro de Morón .
Acribillado a balas por detractores de su propio partido y alabado por otros de sus correligionarios, Fernández achaca desde la cárcel parte de sus desgracias a maniobras de compañeros, que habrían filtrado documentos contra él y el ex dirigente Luis Pizarro. Mientras, a sus 56 años, invierte su tiempo libre en prisión en espera de reunir la fianza, formándose para volver a su antigua ocupación de abogado laboralista. Será su nueva vida, la de aquel inquieto monaguillo de Santiago al que se le indigestó la política.
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