Jerez

Un niño con un lápiz sentado en un escalón

He referido en alguna ocasión que el singular y carismático Luis Gonzalo me cuenta que, cuando era pequeño y por indicación de su padre, se sentaba con un lápiz en la mano en el escalón de la Escuela de Artes y Oficios de la calle Porvera a esperar que los profesores le invitasen a entrar a disfrutar de su maestría.

Es un buen ejemplo de la ilusión por aprender que debemos incentivar en el alumnado y de la dedicación y atención que debe caracterizar al profesorado. Compartir la experiencia, los métodos, las vocaciones y los sueños con quienes muestran respeto por lo que hay que descubrir representan la esencia de la que se convierte así en la mejor profesión que pueda pensarse.

En un mundo globalizado en el que la presencia de las imágenes tiene tanta importancia, en el que se 'explicitan' sobremanera todas las actuaciones diarias, donde los términos que aparecen en las 'enciclopedias' virtuales se convierten en verdades a creer ciegamente mientras que se consolidan actitudes primitivas y se ignora la realidad circundante, la práctica educativa cambia continuamente y requiere una adaptación continuada.

No todo el mundo puede caminar en la misma dirección ni perseguir los mismos objetivos, una igualdad mal entendida solamente creará unos inmensos rebaños de borregos demandando pastos que devorar mientras se produce una pertinaz sequía.

Ahora que se celebra la graduación de la primera promoción de las EASD como ya hemos comentado y mientras se cuestiona la importancia del Dibujo en el bachillerato de Arte, permítanme que proponga que cojamos un lápiz y diseñemos un nuevo panorama. Y, quizás, luego tenga sentido que nos hagamos un 'selfie'.

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