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Jerez

Un niño prodigio del toreo

Cuando muchos de los matadores de toros de su generación ni siquiera soñaban con ser toreros, Juan Pedro Galán Naranjo ya sabía como sonaba un olé en las plazas más importantes del mundo.

Fue un caso de precocidad en el toreo. Su padre le inculcó desde muy pequeño la afición y demostró unas cualidades y una gracia en los ruedos que atraía a muchos partidarios.

El niño torero llenaba los tendidos pero muy pronto se encontró el primer obstáculo: su corta edad. Aquel alumno del Colegio Guadalete de El Puerto llenaba las plazas, y dadas las imposibilidades legales que surgieron por su minoría de edad en los ruedos, tuvo que buscar horizontes en los países americanos donde se permitía torear a los menores.

Toreó por vez primera en público en la plaza de toros de Sanlúcar de Barrameda el 8 de julio de 1981. Le faltaba un mes para cumplir los diez años y repitió éxitos varias veces en la plaza sanluqueña, pero la autoridad prohibió que el menor actuara en los cosos españoles. Solamente pudo sumar catorce festejos antes de tener que viajar a América.

Una vez en México, con diez años, debutó en la Monumental del DistritoFederal, la plaza más grande del mundo. Casi la llenó, porque fueron cuarenta mil aficionados los que acudieron a presenciar el increíble espectáculo de un niño que mostraba tanto conocimiento, oficio y desparpajo ante las reses. Lo repitieron tres tardes más.

El legendario doctor Gaona, empresario de la Monumental Plaza México, fue su apoderado. JuanPedro Galán prosiguió una carrera de éxitos en el ruedo y en las taquillas. Además de sus triunfos en América, la leyenda dice que cobró tres cuartos de millón de pesetas por torear en la plaza de El Puerto, y actuó en Madrid y Sevilla.

En una feria de Abril se encerró una mañana en La Maestranza sevillana con seis erales de Juan Pedro Domecq, un festejo en el que obtuvo un triunfo que se volvió amargo: cuando sus compañeros de colegio lo querían sacar a hombros por la puerta del Príncipe, no le abrieron la cancela del umbral más glorioso del toreo, con el argumento de que el festejo era sin picadores y el paso por el barroco portal estaba vedado para los becerristas.

JuanPedro se hizo mayor, debutó con caballos en Sevilla en 1987 y Parada, en presencia de Galloso, le dio la alternativa en El Puerto en 1990. Ni las oportunidades ni los éxitos que tuvo de niño prodigio se repitieron de matador y fueron escaseando los contratos. Sin una retirada efectiva, se apartó de los ruedos aunque de vez en cuando toreaba festivales; de hecho estaba anunciado próximamente en Algeciras, en un festival. De aquella precoz carrera quedan muchos recuerdos que conserva en el pequeño museo de su finca jerezana./

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