Pantallas, el enemigo invisible
Un estudio reciente realizado en centros educativos de Jerez revela que el número de niños y niñas con TDHA ha pasado del 6 al 10% en los últimos años y señala al uso tempranero de las pantallas como su causa directa
En los últimos años, con el agravante aún de la pandemia, los centros educativos han notado un importante crecimiento del número de casos de TDHA (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad). Cada curso se diagnostican más niños y niñas con este transtorno, que en apenas unos años se ha multiplicado notablemente.
Pero, ¿qué está causando esta situación? ¿Es mera coincidiencia o hay algunos factores que están provocando este aumento?
El THDA es un trastorno neuropsiquiátrico que afecta el desarrollo y la función del cerebro, lo cual puede causar dificultades en la atención, la concentración y el control de los impulsos.
Este proliferación, suscitada en los últimos años, puede proceder, tal y como afirman algunos profesionales, del exceso de pantallas con las que los niños y niñas pequeños conviven a diario.
Hoy en día es muy habitual ver a niños de apenas un año o dos, montados en su carrito de paseo con un móvil o una tablet delante, una imagen que se repite a menudo en cualquier establecimiento hostelero, con los padres comiendo y los niños distraídos con el móvil.
En todo este universo también encontramos la denominada falsa creencia del valor educativo y de desarrollo intelectual de las pantallas, una circunstancia que ha hecho que hoy en día muchas familias opten por dar estos aparatos a los niños a edades tempranas.
Nicolás Montoya, pediatra y especialista en medicina preventiva, asegura que el cerebro de una persona “se desarrolla exponencialmente y de forma muy rápida durante los primeros 2-3 años de vida. Tarda, al menos, 18 meses en desarrollarse para poder comprender que los símbolos de la pantalla tienen un equivalente en el mundo real”.
“Durante los primeros años de vida tiene lugar la etapa de desarrollo sensoriomotor, durante la cual se encuentra limitada la comprensión del contenido bidimensional que ofrecen las pantallas”, añade.
Es por ello que “antes de los 2 años de edad, aún no se ha alcanzado la madurez suficiente en términos de control atencional y pensamiento simbólico como para poder transferir los conocimientos adquiridos a través de una pantalla a su aplicación en la vida real, que se desarrolla en tres dimensiones”.
¿Existe pues un causa-efecto en este aspecto? Para muchos profesionales, correlacionar este hecho con el uso excesivo o inapropiado de pantallas es una línea de trabajo avalada por muchos estudios.
Las pantallas, y en muchos casos también los vídeojuegos, “si son utilizados en edades tempranas, no trabajan la atención mantenida sino la inmediata, con el claro objetivo de captar la atención del usuario a las pantallas, aportándole al menor un ritmo frenético que no se corresponde con la realidad y con estímulos auditivos y visuales que condicionan que el cerebro necesite esos estímulos más agresivos y cada vez con mayor nivel de intensidad”.
Esta circunstancia se extrapola a su vida diaria, y como asegura Nicolás Montoya, “como en el estímulo de la realidad, en casa en el cole o en la calle, esos estímulos no son así, eso produce que muchos niños no tengan capacidad de concentración ante dichos estímulos de su día a día”.
Este hecho lo corroboran muchos maestros de educación Primaria de muchos centros educativos de Jerez, que han comprobado el aumento de los niños y niñas con déficit de atención de un tiempo a esta parte. Cristina, docente de uno de estos centros, reconoce que “los niños cada vez tienen más problemas para concentrarse y de unos años a esta parte sus capacidades son cada vez menores”.
A esto hay que añadir los problemas en las destrezas o manualidades, que ahora “con tanta pantalla, les cuesta más. Hoy en día los alumnos tienen problemas para hacer cosas tan básicas como recortar, todo lo que sean actividades mecánicas les cuesta. Esto sí, cuando acceden a las pantallas, las dominan de una manera increíble”.
Los últimos estudios aplicados a esta práctica, la de las pantallas en niños y niñas tan pequeños, han demostrado además que “disminuye el intercambio verbal y la comunicación no verbal en familia, genera conflictos, aumentan el uso de lo visual frente a lo auditivo y da prioridad a fragmentos de acción y respuestas cortas en vez de oraciones y párrafos largos. Todo hace que se acorte el periodo y el trabajo de la atención inmediata y sostenida. Hipotesis de la sobrestimulación”, explica Nicolás Montoya.
Además, su continuo uso acaba por “alterar el sueño por el efecto de la luz azul de las pantallas de inhibir la secreción de melatonina, con lo que produce peor descanso y menor concentración durante el día, ralentiza el desarrollo psicomotor por sedentarismo, aumenta riego de obesidad, minimiza las funciones ejecutivas y aumenta los episodios de agresividad”.
Del mismo modo, “a nivel ocular está aumentando la tasa de prevalencia de problemas de agudeza visual, mayor número de casos de conjuntivitis y retinopatías”.
Estudio realizado
En los últimos cursos se han venido realizando distintos estudios sobre esta situación en los centros educativos de la ciudad.Los datos se han calculado sobre variables en Primaria y Secundaria, si bien es cierto que se pueden extrapolar también a Segundo Ciclo de Infantil.
Lo más llamativo de este estudio, que abarca Jerez y su comarca, lo encontramos en que hoy por hoy, el censo de alumnos con TDHA, que puede ser con déficit de atención e hiperactividad, y otros casos también con impulsividad, es del 6%.
Sin embargo, si tenemos en cuenta los últimos datos, los correspondientes al periodo de escolarización del pasado curso, 23/24, la prevalencia ha aumentado en un 10% en todas las etapas educativas.
De este estudio, que comenzó a trabajarse en el año 2021 y que se sigue desarrollando en la actualidad, podemos destacar que el 25% de los jóvenes de Primaria y Secundaria pasan más de 3 horas delante de alguna pantalla, viendo televisión o jugando a videojuegos o Internet.
Asimismo, entre los que tienen un diagnóstico clínico de TADH, las familias corroboraban que estaban ese tiempo en el 75% de casos, y menos en un 25%, dos detalles que fortalecen claramente que existe una relación cocausal en cuanto al diagnóstico.
Por contra, en comparación con los niños que usaron la pantalla menos de 30 minutos al día, y los que lo hacían más de 2 horas, el 13,7 % que la utilizó más de dos horas, tenía un índice de correlación de seis veces más de probabilidades de aparecer problemas de comportamiento y atención con valores estadísticamente significativos.
En estas situaciones, es decir, con tiempos de uso de más de alrededor de 2 horas, predominaban los casos de THDA hiperactivos, con menor control de impulsos, conductas más compulsivas con las tecnologías y menor tolerancia a la frustración.
Asimismo, el estudio recoge además otro dato curioso, y es que estos niños y niñas tenían durante el día un mayor número de comentarios y preocupaciones sobre temas de Internet o videojuegos, que sobre temas académicos o de las asignaturas.
Otro detalle llamativo afecta al sueño diario. Así, un 66% de los niños habían pasado por situaciones insomnio de conciliación, mientras que un 77% lo habían tenido problemas de despertar.
“Se demuestra claramente cuál es el efecto de este grado de exposición y cuáles son las consecuencias de no llevar a cabo otras actividades más saludables, es decir, la proliferación de problemas de sueño, obesidad, anemias, déficit de vitamina D por falta de sol....Se ha coartado la infancia de juegos sociales para aumentar la cultura de la pantalla de manera individual”, destaca Nicolás Montoya.
Ante esta situación, “se demuestra clínicamente que la sobrestimulación con las pantallas supone un riego de cofactor causal para que el niño o la niña acabe con un problema de atención, concentración e hiperactividad. En el 80% de los casos van juntos en cuanto a cofactores causales de la adicción. Y posterior diagnóstico”.
Concienciación en los centros
El aumento de los casos de TDHA en sus diferentes parámetros ha hecho que muchos centros educativos, tanto de índole pública como de carácter concertado-privado, hayan comenzado a llevar a cabo trabajos de concienciación entre sus comunidades educativas.
Para ello son muchos los colegios que han apostado en los últimos años por jornadas de orientación con sus propios alumnos para tratar de acercarles a la realidad de estos niños, una manera de integrar a ese porcentaje de estudiantes (que crece año tras año) que son diagnosticados con trastornos TDHA.
También te puede interesar
Contenido ofrecido por Ciudad autónoma de Ceuta
Contenido ofrecido por Consorcio de Bomberos de Cádiz