Jerez

Un párroco erudito y reservado

  • Perfil del cura de San Rafael que ha ingresado en prisión por presuntos abusos a un menor

Imagen de la parroquia de San Rafael en la barriada de Federico Mayo.

Imagen de la parroquia de San Rafael en la barriada de Federico Mayo. / Vanesa Lobo (Jerez)

En mayo del pasado año, este periódico publicaba un reportaje enfocado en la vida de unos misioneros diocesanos de Medellín llamados a prestar su servicio sacerdotal en la Diócesis de Jerez.

En ese reportaje se narraba que paulatinamente fueron llegando otros sacerdotes desde Colombia y El Salvador que prestan su labor de apostolado misional en distintas parroquias de la Diócesis. Todos forman parte del Camino Neocatecumenal, aunque ya manifestaban que su origen no impedía que sirviesen a la Iglesia en cualquiera de las parcelas en las que estuviesen encomendados.

“Procedemos de las Comunidades Neocatecumenales, pero no somos sectarios. Se nos tacha en muchas ocasiones de trabajar para los ‘Kikos’, pero no es así. En nuestras parroquias asistimos a todos los grupos sin distinción alguna. No hemos venido a fundar comunidades aunque reconocemos que es nuestra identidad, el lugar de donde procedemos y nos alimentamos”. Quien así hablaba hace un año era uno de esos misioneros, Arturo V.U., párroco de San Rafael que esta semana ha ingresado en prisión por orden de un juez que investiga un caso de presunto abuso a un menor en Jerez. Pero, ¿quién es este sacerdote?

Arturo V. U. nace el 16 de mayo de 1963 en Guatemala. Su vocación sacerdotal le llega a través del movimiento católico Camino Neocatecumal formado por Kiko Argüello. En esta corriente eclesial se suelen organizar grandes convocatorias donde se solicita a los seguidores la disposición de entregar su vida a la Iglesia dentro de las distintas realidades. Como en los seminarios diocesanos, la vida consagrada o la clausura, donde muchos conventos se han visto reedificados gracias a la entrega de miles de jóvenes.

El ya ex párroco de San Rafael, ingresado en prisión preventiva desde el pasado martes como presunto autor de un delito de pederastia, decide ‘levantarse’ —así se designa a quien responde afirmativamente a la llamada— e ingresar en un seminario. Estuvo durante un tiempo cursando sus estudios de Teología dentro de la Compañía de Jesús.

Sin embargo, por cuestiones de confrontación teológica, decide salir de la vida jesuítica e incorporarse en el clero diocesano. Así es cómo llega hasta la Archidiócesis de Medellín, en Colombia, donde es ordenado sacerdote. Desarrolla su función pastoral durante años dentro de la misma curia medellinense.

Su vida se desarrolla entre los despachos del palacio de la Archidiócesis colombiana y el estudio para lograr el doctorado en Teología. Al comienzo de la pasada década, y según los acuerdos adoptados por la Archidiócesis de Medellín y la Diócesis de Asidonia-Jerez bajo la llamada ‘Fidei Donum’, Arturo V. U. expresa su voluntad de irse de misión y así es como es trasladado hasta España donde ocupa la vicaría de una parroquia en El Puerto de Santa María. Por aquella época su labor era ayudar en la parroquia y prepararse para hacer el doctorado en Teología en Roma.

En el año 2013, monseñor Mazuelos Pérez lo destina a la parroquia de San Rafael y San Gabriel, donde ha venido desempeñando su misión como párroco de la extensa demarcación eclesiástica.

Desde su llegada a la parroquia de San Rafael ha ido alternando su labor como párroco con la de profesor en el Seminario Diocesano donde impartía clases todas las mañanas. Además, se ha encargado de la dirección espiritual de los seminaristas destinados a ser los futuros curas de la Diócesis.

En el barrio de Federico Mayo la noticia de la detención e ingreso en prisión del párroco ha caído con perplejidad y sorpresa. Según manifiestan un buen número de vecinos y parroquianos, “jamás se le ha visto públicamente la más mínima apariencia de ser una persona sospechosa de los delitos presuntamente cometidos”. Muchos no salen de su asombro.

Preparaba bien las celebraciones litúrgicas y manejaba con soltura su erudición teológica junto con una sólida oratoria. Llegó incluso a predicar en algunas hermandades y cofradías jerezanas en los triduos y quinarios. Sus homilías estaban bien estructuradas y ofrecían la imagen de una persona entregada a su servicio sacerdotal y la Iglesia Universal.

En el barrio de Federico Mayo lo definen como una persona introvertida que se convertía en un ser huraño. Los fieles que acostumbraban a ir a misa observaban cómo llegaba con el tiempo justo para revestirse para la celebración y tras la Eucaristía abandonaba la sacristía sin apenas hablar con los fieles en muchas ocasiones.

Desde el comienzo del confinamiento, comenzó a emitir por los canales de internet las misas vespertinas desde San Rafael. Una celebración diaria en tiempos de confinamiento cuando antes de la pandemia solo celebraba los días laborables cuando había una misa de difuntos.

En las Eucaristías emitidas por internet, siempre tenía un buen número de fieles de todo el mundo que seguían sus celebraciones. Australia, Estados Unidos, Guatemala o Colombia eran lugares donde siempre había personas conectadas para compartir la celebración. Tras la homilía, saludaba a todos y cada uno de los conectados con su propio nombre agradeciendo la voluntad de estar pendientes cada día al oficio en San Rafael.

No fue en San Rafael un cura al uso que empatizara con la feligresía. No se le veía habitualmente paseando por el barrio ni tomándose un refresco en la terraza de un bar. Y esto le daba una imagen de persona huidiza y un tanto extraña en un barrio populoso donde el contacto social es tan importante.

Arturo V. U. espera en la prisión de Puerto II el esclarecimiento de los hechos que se le imputan. Unos delitos que podrían separarle del ministerio que ha desarrollado desde hace varias décadas. Mientras todo ello ocurre, se asiste al ocaso de un ‘pastor’ que cuidó de unas ovejas que, tras saber de unos presuntos hechos tan penosos, se sienten desorientadas.

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