"Lo paso muy mal en el período de admisión"

Lleva diecisiete años en el colegio y se acuerda de las caras y se acuerda perfectamente tanto de los niños como de los padres que han pasado por allí en todo este tiempo. No en vano es una de las personas que más directamente tiene que tratar con ellos, tanto en la puerta como solucionando cualquier inconveniente. "Subirles los bocadillos o cuadernos que se dejan olvidados crea muchos vínculos -dice riendo- y te cuentan sus historias, sus batallas... cosas que a lo mejor a un profesor no se lo contarían sí me lo dicen a mí".

Eso es lo que más le gusta de su trabajo pero reconoce que "lo paso muy mal en el período de admisión, porque ves a gente que no le puede dar a su hijo la educación que quiere, se ponen a llorar y te sientes impotente".

Reconoce también que su labor tiene mucho de psicología, "porque cuando llega uno ya sabespor donde te va a salir, pero es muy bonito trabajar con tantos niños, quedarte con sus caras y las de sus padres. Me gusta mucho porque ahora ya estoy yendo a la boda de algunos de 'mis niños'".

También señala que "la educación de los niños ha ido evolucionando en todos estos años igual que ha ido evolucionando la vida. Algunos han confundido la libertad con el libertinaje, pero para lo que hay por ahí, por lo que me cuentan amigos que trabajan en colegios públicos, esto es una balsa de aceite, tanto en la educación de los niños como de sus padres". El mismo tiene dos hijos, uno que ya estudia en La Salle "y otra que entrará el curso que viene".