La pela es la pela
El silencio y el miedo llega a empresas jerezanas con intereses en Cataluña
González Byass y Carbures cuentan con plantas propias en tierras catalanas
A mediados del siglos XIX, la burguesía bodeguera jerezana y la burguesía textil catalana mantuvieron un curioso pulso en la pugna entre librecambismo y proteccionismo, sobre todo en lo que convenía más a las relaciones comerciales con el Reino Unido. Javier Maldonado Rosso relata este episodio en un capítulo del libro Historia y cultura del vino en Andalucía, en el que señala que el gremio vinatero jerezano apostó decididamente por el libre cambio frente a las tesis proteccionistas defendidas por la industria textil catalana.
La pela es la pela, o los jandos son los jandos, que se diría más bien por estos lares, máxima tan válida en el siglo XIX como en el XXI, pues como afirma el dicho catalán, Barcelona es bona si la bossa sona, que al jerezano podría traducirse por la expresión popular'Si quieres que te cante, la manteca por delante'.
La Cámara de Comercio carece de datos sobre la relación comercial de las empresas jerezanas con Cataluña. Tampoco dispone de datos sobre sociedades de aquí con especiales intereses allí. Pero hay dos casos bastante significativos de empresas de Jerez a las que el desafío independentista catalán mantiene en vilo, pues ambas cuentan con centros de producción en Cataluña, lo que viene a ser un problema y de los gordos, aunque las dos compañías eluden pronunciarse de momento sobre la situación actual y el futuro de sus filiales catalanas.
Por orden cronológico, el primero de estos casos es el de González Byass, que en 1982 expandió su negocio vinatero con la adquisición de Vilarnau, una cava artesanal asentada en Sant Sadurní de Noia, cerca de Barcelona, y dedicada a la elaboración de cavas y vinos amparados por la Denominación de Origen Penedés.
La histórica firma jerezana realizó una fuerte inversión, por encima de los cinco millones de euros, para la construcción de la nueva bodega inaugurada en 2005 con una previsión inicial de producción de 120.000 cajas (un millón de litros) y capacidad para ampliarla hasta las 200.000 cajas en el futuro.
El otro caso es más reciente, en concreto de 2014, año en el que la compañía Carbures, con sede corporativa en Jerez, hizo su desembarco en Cataluña con la adquisición de la firma industrial Mapro (Barcelona) y la ingeniería Technical and Racing Composites, de Fogars de la Selva (Girona).
"Cataluña está dentro de nuestro eje de desarrollo y crecimiento", manifestó en 2015 en una charla en Barcelona sobre las claves del crecimiento de Carbures su presidente, Rafael Contreras, quien precisó que las inversiones del grupo en esta comunidad "en ningún caso" estarán condicionadas a la situación política y el proceso soberanista, sino a cuestiones de carácter estrictamente "empresarial y de mercado".
"Cataluña es el centro neurálgico de la automoción y haremos e iremos donde las inversiones sean atractivas, y hoy nuestra apuesta por Cataluña está clara", aseguró el directivo.
La spin off nacida de la Universidad de Cádiz y dedicada a la fabricación de piezas de fibra de carbono para los sectores aeronáutico, automoción y obra civil, cierra ahora filas para evitar hacer declaraciones sobre su negocio en Cataluña en plena tormenta por la deriva secesionista y ante la amenaza de la declaración unilateral de independencia (DUI) que ha provocado la espantada en las últimas horas de más de una decena de algunas de las principales empresas catalanas para trasladar sus sedes sociales a otras comunidades autónomas españolas. Según un directivo de Carbures, no es momento de hablar.
El silencio y el miedo se ha instalado en las empresas jerezanas con intereses en Cataluña tanto por los últimos episodios del Procés como por la incertidumbre de lo que pueda pasar, pero sobre todo por el derrumbe de la economía catalana que temen acabe salpicando de lleno a su actividad comercial.
El mundo empresarial jerezano sigue de cerca la deriva catalanista, en particular el sector bodeguero, que tiene en Cataluña a uno de sus principales clientes en España, más que del vino, que también del brandy. El Consejo Regulador no desglosa en sus estadísticas el volumen de comercialización por comunidades autónomas, pero hay una prueba evidente de la importancia del mercado catalán para el jerez, que eligió Barcelona para la celebración en 2015 de la segunda edición del Sherry Festival -la primera fue en Madrid un año antes-, el gran despliegue de los vinos de Jerez que ocupa cerca de dos semanas con infinidad de actos promocionales, catas, seminarios, maridajes en hoteles, restaurantes y tiendas de vino de las ciudades que visita.
El jerez cuenta con grandes aliados en Barcelona, como se pudo comprobar meses atrás en la primera edición del foro gastronómico Copa Jerez celebrado en el Consejo Regulador, donde el considerado mejor sumiller del mundo, Josep 'Pitu' Roca tuvo un papel estelar. El sumiller del Celler de Can Roca es un defensor a ultranza de los vinos de Jerez, y lo ha demostrado en más de una ocasión, como también lo hizo hasta su fallecimiento Juli Soler (copropietario junto a Ferrán Adriá de El Bulli), al que en el mismo foro gastronómico se rindió homenaje póstumo por su contribución a la difusión de los caldos jerezanos. La hija de Soler y el sumiller de la Fundación Bulli, Ferrán Centelles, asistieron al acto, en el que detallaron que en el restaurante tres estrellas Michelin llegó a haber 35 platos maridados con 25 jereces distintos.
Cataluña, como Andalucía, Madrid y el País Vasco, es una plaza importante dentro del mercado español, que en 2014 desbancó a Reino Unido como principal destino de los vinos de Jerez. Además de grandes embajadores como Roca o Soler, la clave de esta importancia es la multitud de andaluces que residen en Cataluña, donde todos los años se celebra la Feria de Abril de Barcelona, en la que no faltan farolillos, sevillanas y, por supuesto, vino de Jerez y manzanilla.
La manzanilla 'La Guita' es posiblemente la más consumida en esta celebración festiva, indica José Ramón Estévez, presidente del Grupo Estévez y sabedor de que los vinos de Jerez son un producto único, que no admite imitaciones, por lo que el aficionado a estos productos va a tener que seguir comprándolo para poder disfrutarlo, aunque el establecimiento de una frontera entre Cataluña y España repercutiría en el precio.
Jesús Medina, presidente de Williams & Humbert, ni se plantea la posibilidad de que se llegue a la independencia real, algo que "igual puede ocurrir dentro de varias generaciones, pero no ahora". "Ni España ni Europa se lo plantean, pero el desafío está influyendo en la calificación de deuda española, en las inversiones y todo esto es negativo para la economía".
Medina confía en que las aguas vuelvan a su cauce y la situación se normalice y entiende que un posible boicot de los independentistas a los productos españoles sería "minoritario", no así si los españoles deciden dejar de comprar los productos catalanes.
El brandy de Jerez es un producto muy apreciado en Cataluña, donde Sánchez Romate comercializa sus marcas del espirituoso jerezano, abanderados por el Cardenal Mendoza. La comunidad catalana representa el 25% de las ventas en España de brandy de la bodega jerezana, cuyo director comercial, Marcelino Piquero, asegura que "de momento no hemos notado nada". Piquero afirma que "la independencia no es buena para nadie" y resta importancia a un posible boicot, toda vez que "los independentistas puede que eviten los productos españoles, pero el consumidor de brandy es más maduro".
Hoy en día con internet y la globalización, cualquier negocio por pequeño que sea puede vender sus productos en cualquier lugar del mundo y, por supuesto, también en Cataluña, aunque las reglas del juego de su relación comercial con España cambiaría por completo si se creara el Estado catalán.
Setas de Los Alcornocales en manos catalanas
Empresas catalanas monopolizan la distribución de las setas en España, muchas de ellas recolectadas en el parque de Los Alcornocales y que, según el restaurador Juan Carlos Carrasco, adquieren los catalanes a 5 euros el kilo para luego venderlas a 15 euros. El restaurador jerezano ha anulado este año la temporada de setas, en parte porque el desafío catalanista dificulta la distribución fuera de Cataluña, en parte porque la falta de lluvias hace que sea un mal año para el producto. La comercialización de la seta tiene una dificultad añadida, y es que sólo pueden realizarla empresas con certificado sanitario, ya que "se trata de un producto con mucha guasa con el que es fácil intoxicarse". En la provincia sólo hay una empresa, afincada en Castellar, con el certificado, que el restaurador cree que sacará tajada por la cuestión catalana.
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