La picadura de la curiosidad

El biólogo del ZooBotánico de Jerez, Íñigo Sánchez, explica el largo proceso, desde que daba un paseo por el parque de Las Aguilillas en 2004, que le ha llevado a descubrir una nueva especie de avispa

Íñigo Sánchez estudia hojas de jacaranda, donde ha descubierto una especie de piojo no detectada en Europa.
Íñigo Sánchez estudia hojas de jacaranda, donde ha descubierto una especie de piojo no detectada en Europa.
Pilar Nieto / Jerez

08 de diciembre 2008 - 01:00

El biólogo del ZooBotánico de Jerez, Íñigo Sánchez está de enhorabuena, ya que es el autor del descubrimiento de una nueva especie de avispa, descubrimiento que ha reconocido una de las revistas de entomología más prestigiosas del mundo, 'Annales de la Societé Entomologique de France'. Este reconocimiento es el final de un largo proceso que ha durado cuatro años, desde un día de finales de verano de 2004 en que Íñigo Sánchez iba de paseo con sus hijas por el parque de Las Aguilillas. Lo que ocurre es que, aún yendo de paseo, no puede despojarse nunca de los ojos de investigador con los que siempre mira a la naturaleza. "Hace años -explica el biólogo- que estoy trabajando en las agallas, que son unos tumores vegetales provocados por distintos entes biológicos como hongos, insectos o ácaros, y algunos de los más conocidos son provocados por las avispas, los pulgones y los mosquitos".

Concretamente, la nueva especie de avispa descubierta es de la familia de las avispas de las agallas. Tienen unos tres milímetros y son muy difíciles de distinguir de otras especies a simple vista. "Entonces -explica Íñigo- nosotros lo que buscamos son las agallas, que son bastante más grandes, de unos tres centímetros, pero algunas son leves y otras bastante patentes".

Concretamente, la planta donde Íñigo encontró las agallas es una especie de margarita silvestre a la que le pica la avispa para poner los huevos y que las larvas se alimenten. Tras la picadura, la planta crea un tejido tumoral como defensa, y ese tejido tumoral es de lo que se alimenta la planta.

Cuando encontró las margaritas afectadas por estas agallas durante su paseo, el biólogo las abrió ara ver si eran provocadas por avispas, mosquitos, y cuando cortó las agallas, dentro había unas pequeñas cámaras y, dentro de cada una de ellas, una larva.

"Vi que eran de la familia de las avispas de las agallas -explica Íñigo- pero enseguida me dio el pálpito de que era una especie nueva porque en la planta de la que había cogido las agallas nunca se habían descrito estas avispas. Las avispas de las agallas normalmente afectan a los robles y hay muy pocas especies de plantas herbáceas parasitadas por las avispas de las agallas. Yo conocía todas las plantas parasitadas por esas avispas, y desde luego no era esa margarita, que es una planta exclusiva del Suroeste de la península".

El biólogo se llevó las agallas a su casa y las metió en unas cajas de emergencia, con unas condiciones adecuadas hasta que salieron las avispas. "Entonces -explica Íñigo- me puse en contacto con un biólogo, el mejor especialista europeo de las avispas de las agallas, un investigador del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, José Luis Nieves. Cuando nacieron las avispas le mandé muestras para que las comparara con especies afines, que tienen diferencias mínimas. Me confirmó que era una especie nueva y vino a Jerez".

Íñigo Sánchez también ha encontrado ejemplares de esta misma avispa en Villaluenga, San Fernando, el parque de La Suara y en el Algarve portugués. Finalmente, hace unos días ha salido a la calle el último número de la revista 'Annales de la Societé Entomologique de France', donde firma con otros tres científicos el artículo donde se reconoce a esta nueva variedad de avispa. Su nombre es Phanacis comosae. Phanacis es el género, y comosae es porque la planta huésped se llama picris comosa..

El biólogo está satisfecho porque "en vertebrados y plantas es difícil encontrar algo nuevo en Europa, y de insectos sólo aparece alguno nuevo de vez en cuando".

Desde que la avispa pone el huevo a principios de verano no sale la larva hasta la primavera siguiente, y luego la avispa sólo tiene unos dos meses de vida. Luego hubo que hacer análisis de laboratorio, comparar muestras y, una vez que escribió el artículo, lo mandó a las revistas científicas, que tienen unos árbitros especialistas a nivel mundial, un proceso que dura varios meses, y desde que lo acepta la revista hasta que se publica pasa otro año más. En definitiva ha sido un proceso de cuatro años.

Como anécdota curiosa, decir que, en el momento en el que se hizo la fotografía que ilustra este reportaje, Íñigo Sánchez estaba mirando por el microscopio unas hojas de jacaranda. Pues bien, en esas hojas de jacaranda ha descubierto a una especie de piojo que hasta el momento no se había detectado en Europa.

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