Un racimo de curiosas pámpanas
Los González que auxiliaron a una refugiada británica La incógnita del cuadro de los Montpensier en Domecq El 'remake' que ideó 'Tío Manolo' Consejos para beber 'sherry'
Cosas de la vida. Recordábamos hace días la vida de la rama de los Domecq González, su prestancia, su generosidad y 'mano izquierda'...y ¡zas!, volvemos a la carga para desentrañar una singular historia que guardaba en la memoria un tal Patrick Gerassi, periodista de la BBC hoy retirado en Vigo.
La historia de Patrick es la historia de su madre, la británica Helen Girvin Balfour, que se vio atrapada en Francia por la invasión de las tropas alemanas. Con grandes dificultades logró huir de Francia, pisar un país desconocido, España, y llegar hasta Portugal, donde proyectaba embarcar en Lisboa para refugiarse en su país natal. Helen pudo llegar hasta la frontera hispano-lusa, donde un guardia civil le requisó el dinero que llevaba encima. Finalmente, consiguió llegar hasta Oporto pero su esperanza de encontrar ayuda en el consulado se desvaneció.
Desconsolada, perdida en tierra desconocida y llorando por las calles, Helen se hundió. Era el año 1940. Por pura casualidad, observó a dos elegantes jóvenes leyendo el 'The Daily Telegraph'. Se acercó a ellos y les explicó su desventura. De inmediato le prestaron ayuda y la consolaron hablándole en un perfecto inglés. Se notaba que habían estudiado en alguna de las prestigiosas universidades inglesas. Comentaron a la mujer que eran hermanos, de Jerez, que trabajaban para la bodega González Byass, que no se preocupara, que le llevarían hasta Lisboa... La pusieron en un tren y Helen apareció allí a las pocas horas.
En Lisboa, Helen encuentra trabajo en la embajada británica y tiene ocasión de rehacer su vida. Entre otras cosas, vuelve a encontrarse con su primo, el delgado y refinado actor británico Leslie Howard, célebre por su papel de Ashley Wilkes, el vecino enamorado de la bella Scarlett O'Hara, en 'Lo que el viento se llevó'. El caballero inglés falleció trágicamente cuando el Ibis en que viajaba fue derribado por varios Junkers alemanes en la creencia de que en él viajaba Churchill o un grupo de espías. Y ahora volvemos a Jerez: Aquel episodio de la guerra fue narrado de forma magistral por un jerezano, José Rey-Ximena, en su libro 'El vuelo del Ibis'. Y la pregunta que queda en el aire: ¿Fue Leslie un espía de los aliados?
Cerca de setenta y cinco años después de aquel episodio, su hijo desea reiterarles su agradecimiento a esos elegantes caballeros. Teníamos la foto que nos envió Patrick (que aparece en la parte superior) de su madre Helen junto a uno de esos generosos señores, que no sabíamos de quién se trataba. El archivo de González Byass dio la respuesta: Se trata de Manuel González Díez (1916-1991), hijo de Pedro Nolasco González-Gordon, segundo marqués de Torresoto, y de María de los Ángeles Díez Gutiérrez, que dirigió durante casi veinte años la bodega Vila Nova de Gaia que González levantó en 1895 en Oporto. Perteneciente a la cuarta generación familiar, a él se debe la presencia de una dama portuguesa en la familia, al contraer nupcias con María Natalia Lameirao Monteiro, con quien no tuvo descendencia. Nada se sabe sobre el hermano que acompañaba en ese momento a Manuel, por lo que quizás se hubiera debido a una visita o estancia fortuita con su familiar.
Ahora observad bien las imágenes del cuadro que recoge la visita de los duques de Montpensier a las bodegas Domecq en 1848. Utilicé la imagen del segundo de los cuadros para ilustrar la vida y milagros del sinigual Pedro Domecq Lembeye, el primer Domecq que llega a España. Lo que no conocía es que tuviera truco.
La primera ilustración fue publicada en 1848 en la revista inglesa 'The Illustrated London News'. Se trataba de un grabado xilográfico iluminado a mano donde se recogía el recibimiento de los duques a su entrada por los jardines de Puerta de Rota. Algo tuvo que pasar para que, años después, otro grabado con casi idéntica escena pero alterado apareciera reproducido en un libro promocional editado por la propia Casa a finales del XIX, como desvela José Luis Jiménez. Era como el juego de los ocho errores: el número de personas que vitorean a los duques a su entrada en la bodega se triplica o cuadriplica en la segunda imagen. ¿Cosas del marketing?, ¿o propaganda manipulada?
Un receso. Cambiamos de tercio. Se preguntaba José de las Cuevas en su 'Biografía del Vino' cuándo debe beberse vino de Jerez. Y lo explicaba de la siguiente manera:
"Siempre. Gracias a Dios, el vino de Jerez tiene tipos para todas las horas, para todas las situaciones, para toda clase de personas. Es el único vino del mundo que puede beberse antes, durante o después de las comidas; el único vino que es posible beber alegre o triste, arrepentido o frenético, enamorado o solitario. Para el libro de la sicología humana, siempre hay un vino de Jerez que responde, que aconsonanta con cualquiera de las páginas abiertas".
Y hace a renglón seguido las distintas recomendaciones:
Recomendamos el vino fino: Para los acontecimientos y alegrías generales. Para reuniones de amigos. Para bautizos. Para todos los días a partir de las doce de la mañana. Para cuando se acaba de conocer a una persona. Para convidar, ligeramente. Para las mañanas, en la playa, o excursiones con muchachas. Para cuando a uno le guste una mujer. Para antes de las corridas de toros.
El amontillado: Para celebrar consigo mismo íntimas y personales alegrías. Para cuando un amigo verdadero vuelve después de mucho tiempo. Para las conversaciones de tres. Para cuando uno empieza a sentirse enamorado. Para beber solo. Para acompañar temas de índole diplomática o literaria. Para la lectura de comedias.
Y el oloroso: Para la luna de miel. Para las bodas celebradas en familia. Para consolar tristezas y aliviar melancolías. Para antes de una declaración sentimental. Para disquisiciones filosóficas. Para las enfermedades.
Como veis por la lista, el vino de Jerez puede beberse en todo tiempo, cosa muy distinta de lo que ocurre con las demás bebidas, donde una falta en el horario tradicional puede acarrear trastornos o disgustos de familia. En Francia, es casi un insulto a las costumbres y a la buena distinción, pedir ajenjo después de las comidas o beber 'pernod' pasadas las once de la noche. Los ingleses recomiendan, encarecidamente, beba usted su 'jerez' antes de la comida, nunca después. Por tanto, el vino de Jerez , por su calidad y por el infinito número de sus matices, puede beberse cuando nos venga en gana. Y refrán al canto: 'El español fino con todo bebe vino'.
Volvamos ahora a otra ilustración, quizás un poco más conocida porque forma parte de las grandes curiosidades de la casa González. Hablamos de aquel dibujo que nos ha dejado el capitán Thompson, de la Real Hall Line, de una mañana cualquiera en una bodega de Manuel María González Ángel. El dibujo está fechado en 1862 y sus personajes son perfectamente identificables. Vamos al dibujo superior, al más grande -como se aprecia en las ilustraciones-. A la izquierda del dibujo aparece don Pedro Hermet, que mira a don Antonio Romero Valdespino, ambos 'amigos de la Casa'; a su lado, Juan Dubosc, socio del fundador, quien huele el aroma de la copa mediada, cerca del reverendo padre Fontán, 'capellán de la casa', que aparece con un sombrero de teja. En el centro, alto y espigado, Manuel María, tocado con un sombrero hongo y venenciando. Y luego, detrás de un tonel, tímido, indeciso -no olvidemos que debe haberse pintado mirándose al espejo- el autor del dibujo y, en un rincón, la nariz dorada, un empleado que debe ser irlandés, un tal O'Meara, hijo del jefe de escritorio Patrick O'Meara, que estaba de aprendiz en el cuarto de muestras. Todos, claro, de levita y chistera, y los pantalones con trencilla o galones de seda negra.
Manuel María González-Gordon, nieto del fundador de la Casa, tuvo la feliz idea de repetir en 1935 la imagen con un siglo de diferencia.
La luz no ha cambiado, ni la bodega tampoco, y si observáis, aparecen en ella, de izquierda a derecha, Manuel María González-Gordon, el entrañable 'Tío Manolo'; el abad de la Colegial, don Teodoro Molina y Escribano, Antonio Romero Valdespino (nieto del anterior); el venerable marqués de Torresoto, venencia en mano, como su padre; Luis Pérez Solero, jefe de propaganda de la compañía, algo nervioso, como si esperase la fotografía, y en el rincón del muchachito O'Meara, la cabeza de Diocleciano viejo de José Gálvez, el capataz que logró 'hacer beber' a los ratones, una divertidísima historia que ya contamos en estas mismas páginas.
Entre las dos imágenes, ha pasado un siglo. La luz es idéntica en el dibujo y en la foto. Pero entre las dos, está la historia de toda una bodega.
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