Allí donde lo real pierde sus contornos habituales
Diario de las Artes
Juan Ángel González de la Calle
Galería Estampa (Madrid)
A realidad, a fuerza de ser real, de mostrar sus poderosos frentes ilustrativos, de marcar su representación exacta -o casi-, de participarnos sus contornos tangentes a lo que la mirada, la cabeza y hasta el corazón quiera, pierde, con asiduidad, sus límites habituales y nos hace adentrarnos por espacios ajenos a lo que se asume, unánimemente, como cierto, seguro y posible. Todo esto, siempre, con un sentido muy discutible y dando oportunidad a que haya un espacio amplio de discusión. Lo que puede ser no siempre es y lo demás son batallas esquivas para desentrañar fórmulas que potencien o desengañen lo que la vista genera.
Juan Ángel González de la Calle lleva tiempo dando visible posibilidad al lado menos real de la realidad. Su pintura está cargada de planteamientos que confrontan episodios extraídos de lo cercano pero que, puestos en su sobria e indiscutible escenografía, adquieren un sentido totalmente ajeno a lo que es tenido por lógico y habitual. Su obra descubre una nueva posición. Es relatora de elementos descriptivos válidos para la mayoría pero que, intelectivamente, se abren a nuevos estamentos. Es de poderosísima conformación técnica, de contundente línea representativa, de argumentación clara y exacta magnitud formal pero sin desarrollar efectismos impostados; es de lectura visual fácilmente adaptable a todas las miradas pero dejando entrever que sólo las que saben atisbar horizontes de amplísimas perspectivas van a encontrar sabios desenlaces interpretativos; es, asimismo, pintura muy bien organizada, muy bien constituida dentro de la exigible rigurosidad artística y muy bien desarrollada para que convenza sin discusión. Es, lo ha sido siempre, portadora de sabias estructuras pictóricas, donde la verdad de lo clásico impera con suma e inequívoca potestad. Es, por tanto, pintura pintura; no juegos malabares que manifiestan aquellos que poco tienen que decir en un arte que les viene grande y que quieren vender como inventores absurdos de nada.
Juan Ángel González de la Calle es pintor consolidado; hacedor de buena pintura, de clarividencia plástica, de estrictos argumentos formales adquiridos a lo largo de una carrera fructífera donde ha habido una sabia y lúcida evolución hasta llegar a este rigor creativo en el que, ahora, se encuentra y que no es nada más que un sabio desarrollo profesional sin desvaríos. Es corredor de fondo, un incansable patrocinador de buena y variada pintura que llega a todos los estamentos. Su pintura convence a todas las miradas. Atrapa a los que se quedan en la superficie y ven una realidad pulcramente representada; convence a las exigencias de los que vislumbran más allá de lo simple y, sobre todo, amplía los horizontes significativos de lo que saben y pueden exigir un arte al que él proporciona muy buenos posicionamientos.
Tras un periodo que se nos antoja demasiado largo, vuelve a su galería madrileña para ofrecer ese universo a contracorriente donde la realidad pierde sus habituales esquemas para alcanzar un desarrollo distinto que abre las perspectivas de una visión que es tanto mediata como inmediata. Ese mundo que funde lo real y lo presentido, lo que es observable y lo que proporciona nuevos acondicionamientos representativos; aquello que es tan verdad como ficticio; allí donde lo real se yuxtapone a un concepto ilustrativo totalmente distinto, con personajes y elementos descriptivos que parecen estar fuera de lugar o con sus posiciones totalmente cambiadas o contrapuestas. Son episodios distópicos, elementos descontextualizados y sacados de sus posiciones habituales, situaciones que son paralelas a lo que se tiene por lógico y normal, con historias que plantean sus estructuras cambiadas o fuera de contexto pero que mantienen un hilo conductor de posibles imposibles o de imposibles posibles.
De nuevo la pintura de Juan Ángel González de la Calle vuelve a distraer la mirada, a hacerla cómplice de una existencia tangente a lo que dicta lo real, a aquello que desvirtúa las habituales posiciones y se adentra por espacios totalmente fuera de su estructura descriptiva y significativa.
La galería Estampa de Madrid se llena con un mundo de estrategias diferentes, de situaciones que se nos aparecen como extrañas pero que hacen participar nuevas perspectivas para una realidad que fue real a los ojos de una existencia inmediata para dejar de serlo y abrirse a un horizonte de nuevas experiencias. Es el universo a contracorriente de Juan Ángel González de la Calle, creador de ilusiones que son fantasiosas dentro de su aplastante posición real.
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