'Manolita de Jerez'
El Rebusco
Una artista del flamenco olvidada
Se ha solicitado la rotulación de una calle con su nombre
La semana pasada finalizó la 28 edición del Festival Flamenco. Un año más, Jerez ha sido el centro de todas las miradas en torno al flamenco, una de nuestras señas de identidad.
En noviembre de 2010 la UNESCO incluyó el Flamenco en su Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, ‘dando reconocimiento internacional a la música más representativa, rica y fascinante de España’.
Jerez es cuna de muchos artistas en esta forma de expresión popular que se manifiesta en la música, el baile y el cante, tanto de gitanos como de payos.
A una de ellas vamos a dedicar este nuevo Rebusco, a una mujer que tuvo una corta vida artística como cantaora pero, eso sí, tan intensa que le permitió llevar su nombre por buena parte del mundo, nos referimos a Manuela Cauqui Benítez, más conocida como ‘Manolita de Jerez’.
Su sobrino nieto, Francisco Oviedo, ha tomado la iniciativa para que la ciudad que la vio nacer la recuerde rotulando una calle con su nombre.
A esta iniciativa se ha unido la Cátedra de Flamencología y el Cine-Club Popular de Jerez.
El flamencólogo Juan de la Plata ya la incluía en su libro de 1961 ‘Flamencos de Jerez’: ‘”oven y bella cantaora, que desde 1950 recorre el mundo entero, llevando en sus labios lo mejor y más puro del cante nuestro. Sus coplas son sentidas, melodiosas y poseen un sello propio de fina calidad”.
Años más tarde, Manuel Ríos Ruiz, en su ‘Diccionario Enciclopédico Ilustrado del Flamenco’ (1988) diría de ella que: “En sus interpretaciones flamencas ha seguido los estilos de don Antonio Chacón, destacando en malagueñas, alegrías y fandangos. En algunos de ellos estuvo acompañada a la guitarra por Triguito. Se la considera una destacada profesional de su arte”.
Tampoco se olvida de ella José María Castaño en su libro ‘De Jerez y sus cantes’ (2007).
Y otro de los expertos en la materia, Pepe Marín, escribió esto en su necrológica en ‘Información Jerez’: “Manuela Cauqui Benítez, Manuelita de Jerez grabó discos, figurando en el panorama profesional flamenco como una destacada intérprete”.
Estas opiniones confirman que Manolita de Jerez fue una importante cantaora que llevó el arte flamenco más allá de las fronteras, dejando su huella por los escenarios más importantes de todo el mundo Aquí contamos su historia, con datos recogidos de sus familiares como del Centro Andaluz de Documentación del Flamenco (CAF).
De Jerez a Hollywood
Manuela nacería en Jerez de la Frontera, en la calle Palma número 6, el 16 de enero de 1925. Años después la familia se mudaría al 16 de la calle Molineros, en el barrio de San Miguel, Su padre Manuel Cauqui García, arrumbador, y su madre Rosario Benítez Cintado.
Datos que se publican por primera vez gracias a la información localizada en el Archivo Municipal de Jerez.
Fue la segunda de una familia numerosa.
Al parecer su padre, que regentaba un tabanco, fue el que la introdujo en el mundo flamenco, iniciando su pasión por el cante, compartida por otros miembros de la familia.
Con tan solo 13 años, Manolita debutó en el espectáculo ‘Ópera Flamenca’, junto a Manuel Vallejo, Juan Varea y Caracolillo de Cai.
A los 15, se presentó en el Teatro Villamarta de Jerez, aunque la mayor parte de su carrera la dedicó a recorrer el mundo con diversas compañías flamencas.
Su participación en el teatro Villamarta, donde destacó por su desparpajo, hizo que se fijara en ella Lili Murati, quien la incluyó en su elenco, pero no pudo incorporarse debido a la muerte de su padre.
En el teatro jerezano actuaría tan solo dos ocasiones, la última en 1953, con la compañía de Pepe Iglesias.
A los 16 años participa en un concurso de saetas convocado por Radio Jerez, ganando las mil pesetas del segundo premio. Como ella mismo declaró a Juan de la Plata en la entrevista que le hizo para el Diario de Jerez el 2 de marzo de 1986: ‘Saetas sí que canté en muchos sitios, hasta en casa del alcalde, a la que me llevó doña Pilar Aranda, que fue la que me enseñó a mí los tangos, las peteneras y los caracoles’.
Serían Pilar Aranda y Vicente Núñez quienes le enseñarían esos cantes.
Su destreza como saetera también fue destacada. Manuel Ríos Ruiz incluye su nombre en una lista corta de expertos en saeta junto a Manuel Torre, Isabelita de Jerez, ‘El Gloria’ y otros intérpretes legendarios.
Por internet se puede disfrutar de una saeta compuesta por Quintero, Guillén y Peralta que se publicaría en 1952 con Columbia. Con acompañamiento de banda de música, cornetas y tambores.
Con 18 años, grabó algunas canciones populares acompañada a la guitarra de Manuel Bonet, y en otras ocasiones con Niño Ricardo.
Pronto, se unió a la compañía de Pepe Iglesias, conocido como ‘El Zorro’, y luego a las de Farina, Porrina de Badajoz y Ana Esmeralda.
Con esta última estuvo en Oriente Medio, luego a París y Londres. Según la misma Manuela: ‘En París estuve seis meses o siete meses...con guitarristas como Triguito y Juan Ortega’.
En 1953 se presentaría en el Teatro Calderón de Madrid.
Hacer las Américas
El famoso bailarín y coreógrafo italo-español José Greco reclutó a Manolita para su compañía a partir de 1955.
La etapa con José Greco marcó una extensa gira mundial durante diez años, incluyendo películas y discos. La compañía, compuesta por destacados artistas, hizo giras por América, Europa, Japón y Cuba. Sin embargo, su contribución muchas veces pasaba desapercibida, eclipsada por el nombre de la compañía. Aunque compartió escenario con grandes figuras.
Ha recorrido los principales escenarios de mundo interpretando los cantes más destacados de su paisano Chacón: malagueñas. También se la reconoce como fiel y seguidora de fandangos, los cantes de Cádiz y los llamados ‘cantes festeros’.
Incluso le llevó a cantar en dos películas icónicas de Hollywood: ‘La vuelta al mundo en 80 días’ (1956), de Michael Anderson, y en ‘El barco de los locos’ (1965), de Stanley Kramer.
Con él colaboraría en dos discos LP, en Flamenco ‘Fury’ (1958), y en ‘Noche de Flamenco’ (1959), mostrando su versatilidad al interpretar granaína, milonga, serrana, malagueña, alegrías y guajira.
La prensa norteamericana definió su voz de esta forma: ‘A dark voiced Flamenco.
Ella contaba que José Greco, a quien llamaba ‘su jefe’, le pedía que le cocinara: “Hasta hacía que le guisara porque le gustaba mucho la cocina española”.
Su vuelta a Jerez
En torno a los 40 años, una infección marcó el declive de su salud. A raíz de ahí todo le fue cuesta abajo, poco a poco la infección Iritis’ fue a más. Comenzó a afectarle la vista, lo que la obligó a volver de los Estados Unidos, rechazando una gira por Sudamérica.
A pesar de los esfuerzos médicos, perdió su dinero, su voz y su futuro artístico. Manolita de Jerez regresaría a España en 1965,
Una serie de operaciones no pudieron detener la enfermedad, perdiendo así la prominencia que podría haber alcanzado en el mundo del flamenco.
La escritora Estela Zatania diría de ella: “La tesitura de su voz y el decir poderoso recordaban a La Paquera, pero luego, su capacidad de llevar la voz hacia dentro te sonaba a la Niña de los Peines. Con cierto deje orientaloide, el compás de Jerez y la influencia de don Antonio Chacón fue una receta irresistiblemente flamenca”.
Sus últimos años vivió en un piso de la barriada de La Plata, recibiendo el apoyo de su familia, especialmente los cuidados de su sobrina Nieves Oviedo.
Manuela, que se mantuvo soltera, fallecería en su ciudad natal el 10 de diciembre de 2001, a los 76 años, ‘dejando un legado en el flamenco que merece reconocimiento y admiración’.
Juan de la Plata terminaba su artículo de esta manera: ‘Que Jerez sepa reconocerle algún día, de alguna forma, haber paseado el nombre de esta bendita tierra por tan lejanos países que se rindieron a su arte de excepcional cantaora’.
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