Psicología

La rehabilitación de las funciones cerebrales

La organización de la información es fundamental para tomar decisiones sin excesivas dificultades y para planificar nuestra conducta en nuestro día a día. La habilidad para superar dificultades, para adaptarnos a las circunstancias, relacionarnos con los demás, divertirnos, relajarnos y sentirnos bien requiere de estas funciones cerebrales.

Muchos menores nacen con dificultades de forma prematura y requieren ayuda para llegar a desarrollar las estructuras cerebrales que regulan estas habilidades. Pero también son muchos, tanto niños como adultos, los que debido a traumatismos craneoencefálicos, accidentes cerebrovasculares o enfermedades neoplásicas ven dañadas dichas áreas cerebrales.

Por ello, desde hace ya algunos años, el día 26 de octubre se ha venido celebrando el día del daño cerebral adquirido. Con la intención de concienciar a la sociedad de la existencia de este problema para el que se suele pensar que no existe solución, a pesar de la cantidad de investigación disponible que demuestra todo lo contrario.

Ya desde finales del siglo XIX, en 1874 Charles Darwin intuía que el cerebro de los conejos domésticos era menor que el de los conejos salvajes debido posiblemente a la falta de estimulación del ambiente que sufrían. Con el descubrimiento de la neurona, Cajal empieza a aportar sentido a estas ideas y se empieza a gestar la base del conocimiento sobre la neuroplasticidad cerebral, la capacidad del cerebro de recuperarse del daño sufrido. Por fin, a principios de los años 60, Rosenzweig y su equipo, realizan los primeros estudios sobre ambientes enriquecidos con animales, demostrando sin ningún género de dudas, cómo los animales que crecen teniendo que hacer mayor cantidad de esfuerzos mentales llegan a tener cerebros más pesados y eficientes.

Hoy en día, los programas de entrenamiento cerebral, no sólo han demostrado su eficacia, sino que han llegado a popularizarse a través de juegos informáticos y de videoconsolas. Es más, está ampliamente contrastado el concepto de reserva cognitiva, que se refiere al hecho de que una misma lesión cerebral afecta de forma más drástica a las personas que no han desarrollado mucha actividad intelectual a lo largo de su vida, que a las personas que han sido más curiosas o activas intelectualmente. Es decir, con un mismo tipo de lesión algunas personas pueden hablar, memorizar, atender o regular sus emociones correctamente, mientras que otras son incapaces de hacerlo. En este sentido, la educación, el estudio y el trabajo mental vuelven a ser prioritarios también para el buen pronóstico de la recuperación de un daño cerebral adquirido.

Por otro lado, es fundamental saber que el tipo de programa de estimulación o rehabilitación cognitiva no debe ser el mismo para todas las personas, sino que dependerá del tipo de lesión y de la zona del cerebro afectada. Hay personas que pueden perder la capacidad para crear nuevos recuerdos, a pesar de recordar perfectamente toda su historia anterior a la lesión, y personas a los que les puede ocurrir precisamente lo contrario. Personas que pierden totalmente el pudor y personas que se vuelven muy reservadas y desconfiadas. Personas que dejan de tener emociones y personas que empiezan a ser incapaces de controlar sus emociones tras la lesión. Por ello, cada una de estas circunstancias requerirá de una valoración minuciosa y de una intervención específica y especializada para rehabilitarlas.

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