El rigor de la expresión pictórica

Diario de las artes

JAVIER VARELA

Cuartel del Mar

CHICLANA

Javier Varela, junto a sus obras.
Javier Varela, junto a sus obras.

EN estos años de diario observante de lo artístico -en 1975 comencé a publicar en distintos medios y hace treinta y cinco años que lo vengo haciendo, de manera continuada, en DIARIO DE JEREZ – he podido contemplar los muchos actuantes que pueblan el paisaje del arte. Permítanme que, desde mi personal punto de vista y con la carga de tantos años de ejercicio, haga una especie de decálogo sobre los especímenes que lo pueblan. Vaya por delante que ellos tienen todo mi respeto y aunque alguno no acepte mi opinión, ésta es personal y movida sólo por el interés de elevar a la máxima categoría el valor de lo artístico. La obra podrá ser mejor o peor, más rica o más pobre; pero sus creadores siempre contarán con mi mayor consideración. Dicho esto, expongo los diferentes grupos de artistas que, creo, existen en un universo al que es muy fácil acceder, sin que exista filtro alguno que tamice todas las intenciones e imponga unos mínimos criterios. A saber: 1. Entusiastas, aficionados, que ven en el ejercicio artístico una forma de expresión, sin otro interés. Son fieles a sí mismos y no buscan nada más que el gozo en lo que hacen. 2. Entusiastas que, además, se consideran sumos realizadores en posesión de la verdad; imponen sus criterios y no están de acuerdo con nada de los demás. Existen legión. 3. Advenedizos que, con nada, se creen supremos hacedores. Pontifican lo que no saben y sólo buscan personal notoriedad. 4. Vociferantes para públicos poco exigentes. Con un mínimo ridículo intentan acceder a posiciones que jamás alcanzarán. 5. Ilusionista fantasiosos que creen ser inventores de técnicas existentes desde siempre. Son manipuladores para auditorios de fácil convencimiento. 6. Diletantes vacíos, especialistas en una dialéctica artística ajena, por completo, a lo que es la realidad del estudio. A estos, el amparo anonimato de las redes sociales les ha aportado un medio para camuflar sus pobrezas creativas y potenciar sus falsas voces interesadas. 7. ‘Modernitos’ con infinitas carencias que se refugian en reduccionismos formales para no evidenciar sus estructurales negaciones técnicas. 8. Conceptuales ejercientes que, también, se refugian en las ideas para no afrontar la realidad absoluta de la forma plástica y sus consecuencias. 9. Profesionales que marcan su ideario sin importarles nada más que su acción directa; van a lo suyo aun cuando se saben faltos de mucho. 10. Artistas totales que están por encima de todo; no les importa nada más que la lucha constante con la verdad de lo artístico. Aquí entran los verdaderos creadores; aquellos que están sólo al cabo de lo que es el arte auténtico y la trascendencia absoluta de la creación. Ni que decir tiene que éstos son los que atesoran el mayor interés.

Obras de Javier Varela.
Obras de Javier Varela.

Javier Varela es pintor con un marcado entusiasmo por la pintura. Sabe pintar, tiene oficio, seguridad en lo que hace y toca muchos registros; siempre argumentando una figuración en la que cree y a la que sabe sacarle su máximo partido. En su pintura se encuentran los gestos acertados que descubren a un buen pintor. Tiene dominio del asunto representativo; lo real se manifiesta con solvencia, sin dudas; ejerciendo una ilustración sin fisuras, con un relato naturalista que acentúa el carácter ilustrativo de aquello que la mirada encuentra y la conciencia plástica sabe interpretar sobre los soportes. No escatima desarrollos plásticos; sabe encontrar recursos para administrar la gran expresión de las cosas, los objetos y los paisajes; extrayéndoles a todos sus adecuadas circunstancias ilustrativas y sus más poderosas acciones plásticas. No cae en las redundantes imposturas de esos efectismos epidérmicos que, a la postre, resultan artificiosos cuando menos.

La exposición en la chiclanera sala del Cuartel del Mar encontramos el muy bien establecido criterio artístico de Javier Varela. Pintura bien descrita, con un relato representativo limpio donde se manifiesta el más amplio argumentario de la pintura figurativa. Espacios de lo representativo muy bien establecidos que aseguran registros serios, rigurosos y acertadamente distribuidos en una escena plástica sin fisuras y sabiamente estructurada. Por sus obras pasa una realidad de concreciones bien planteadas, sin excesos, marcando los tiempos que establecen las posiciones de lo real con criterio plástico y acierto compositivo. Su realismo no abruma porque parte de una consideración expresiva, sin demasiados recursos tendentes a una exuberancia que falsea los esquemas de la representación en un mimetismo sin sentido. Es pintura de muy amplio espectro representativo, con la figuración marcando sus mejores rutas para que la realidad no vea alterada su aplastante determinación.

Javier Varela vuelve a situarnos ante su mejor dimensión expresiva; esa que parte de una muy buena pintura realizada con rigor y que nos conduce por las vías de un pintor convencido y convincente.

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