"Mi sobrino se lo llevó, no parecía grave, pero al poco le dijo "¡primo, que no veo!"

En la UCI del hospital intentaron durante dos horas reanimar al joven asesinado en Las Tablas · La consternación se apodera de una barriada donde todas las familias, excepto dos, tienen lazos de sangre

"Mi sobrino se lo llevó, no parecía grave, pero al poco le dijo "¡primo, que no veo!"
"Mi sobrino se lo llevó, no parecía grave, pero al poco le dijo "¡primo, que no veo!"
Manuel Moure / Jerez

19 de octubre 2010 - 01:00

"Tan sólo tenía dos marcas de apenas un centímetro de ancho en el costado". De esta forma relataban ayer a este medio personal de la UCI las heridas que encontraron en el cuerpo de Francisco Caro cuando el joven, inconsciente, ingresó en el hospital de Jerez a las once de la noche del pasado viernes. La longitud de la hoja resultó fatal, pues de ella dependió que las puñaladas asestadas por su amigo, A.S.F., le llegaran al corazón. Antes, como ya se ha informado, discutieron por Internet por una trituradora que se destinaba al picado de marihuana según informó Europa Press. Las diferencias del chat acabaron dirimiéndose cara a cara. Y relució el acero.

El homicidio de Las Tablas tuvo lugar en uno de esos momentos en los que la barriada está de celebración. No en vano, a esa hora la práctica totalidad del vecindario acudía a un acto de homenaje en el colegio de Las Tablas, un centro educativo que hace ya años que no alberga clase alguna. Fue al volver del acto, al que cada vecina aportó lo que buenamente pudo, cuando se encontraron con lo que parecía una agresión, realmente grave, pero agresión al fin y al cabo. Fue esta la razón por la que uno de los primos de la víctima le llevó en solitario al hospital. Una tía de este joven recordaba ayer en la barriada que ese trayecto hasta el hospital general de Jerez fue el más largo que ese joven realizará en toda su vida. "Mi sobrino me dijo que en nada más pasar por la 'Venta Antonio' (es decir, nada más salir de Las Tablas) Francisco le dijo: "¡Primo, primo, que no veo!", una frase que se puede considerar la última que el joven herido de muerte pronunció en vida. Con apenas un hilo de ella llegó al hospital. Fue entonces cuando los servicios sanitarios intentaron reanimarlo. "Estuvimos dos horas con él pero no hubo forma de sacarlo adelante". A la una de la madrugada se certificó el fallecimiento y cundió la desolación. Los servicios forenses entraban en escena.

En Las Tablas, es curioso, casi todos los vecinos son familia. Apellidos como Lara recorren la geografía de esta barriada, una ubicación que cualquier jerezano utilizaría para denominar un asentamiento en concreto pero que en una boca rural se hace mucho más extenso. No en vano, Añina, El Polila o Las Tablas son, para los jerezanos de la zona rural, lo mismo, ya que distan apenas unos metros entre sí. Los lazos de sangre en Las Tablas son de tal entidad que, según aseguraba ayer una de las vecinas, tan sólo dos casas de la barriadas están habitadas por personas que no mantienen lazos de consanguinidad con el resto de la parroquia. Una de ellas vive muy cerca del centro de barrio, el mismo que estos días se ve beneficiado por unas obras. La otra es la familia del presunto homicida.

Las Tablas, no se puede olvidar, es una barriada rural más acostumbrada a formar parte de esas páginas que los periódicos dedican a su simpática fiesta del mosto que a la crónica de sucesos. "Aquí nunca sucede nada", apuntaba a este medio Manuel Panal, un vecino de la zona que 'bajó' a Las Tablas a visitar a un amigo recién operado del riñón. "Aquí nunca pasa nada. Además, es difícil que pase algo raro porque aquí ya sólo quedamos viejos". Y es cierto. La mujeres que rondan los 40 y que no aportan su identidad, ni siquiera el nombre de pila por los referidos lazos de sangre, señalan que Las Tablas tiene dos ambientes: "El de diario y el de los fines de semana, cuando los jóvenes que rozan la veintena se concentran junto al centro de barrio para hacer correr sus motos y coches. Moto para arriba, coche para abajo".

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