Jerez

Un sueño en vida que se convirtió en una pesadilla

Un castellano profundo, que ya muy joven, en el seminario de los Jesuitas de Comillas, demuestra su santo talento. Un hombre de virtudes, capacidad de trabajo e iniciativa. Llegará con 47 años a ser arzobispo de Toledo en un tiempo que no existían las conferencias episcopales. Era el año 1928. De familia humilde, hijo de maestro, nunca olvidará sus orígenes y por ello fraguó una personalidad solidaria. No era aristócrata, pero sí monárquico. Conoció a Alfonso XIII en una visita a las extremeñas Hurdes y muchos creen que esto le proporcionó la protección del rey, cuando lo determinante era en realidad su intensa actividad.

Cuando llega la República en 1931, es el número 1, pero el Vaticano ordena que se acaten las leyes del nuevo régimen. "La República no es incompatible con la Iglesia", decían, aunque él siempre avisó de lo contrario, con lo que se ganó muchos enemigos, y otros tantos amigos. A pesar de todo, hizo de tripas corazón. Tras numerosos avisos por su intransigencia, es exiliado a Roma. Un duro golpe, una respuesta inesperada de 'su' Iglesia. Vuelve de su exilio en el 37 como arzobispo de Sevilla. Sus férreos principios hicieron que el cardenal saltase por los aires y perdiese pulsos, por ejemplo, contra Franco en 1953 al no recibirlo en una visita del dictador a la capital hispalense. Desde entones, la Santa Sede lo margina y pone a José María Bueno Monreal en su puesto. Segura se enfada con el mundo, con todo el mundo, porque no entendía aquel exilio y su 'sustitución'. Fue una de las causas que le llevaron a entregar toda esta documentación a los cartujos y no al Obispado de Sevilla. "Ojalá que estos documentos que están aún sin catalogar sean los perdidos, aunque el núcleo no está porque él y su familia lo expurgaron", apunta el profesor Santiago Martínez Sánchez. Una de las mayores preocupaciones del cardenal, y la causa principal de su ostracismo y perdición, era su interés "por conservar una España tradicional, evitar la modernidad, los cambios, que incluso a veces, sólo en ocasiones, prevalecía sobre su carácter solidario. Fue una persona muy valiosa, con talento, pero algo le desequilibró. No le gustaba Franco porque no creía que él fuera el indicado para recuperar esa España que él deseaba. Su idea no era la de un dictador, sino la de un rey para el país. Se puede decir que su sueño se convirtió en pesadilla cuando todos empezaron a darle la espalda por sus supuestas ideas demasiadas rígidas. No era partidario de la libertad, aunque sea la libertad una idea cristiana, porque defendía que cualquier síntoma de esa libertad era enarbolada por sectores anticristianos, como lo que se avecinaba en los 60", aunque ya para entonces disfrutaría de una mejor vida en el más allá.

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