El término medio

Reflexiones sobre psicología

Las clases extraescolares, son interesantes por necesidad o por diversión

09 de noviembre 2010 - 01:00

Tras el largo (o corto) verano nos ponemos las pilas para recuperar el ritmo, organizar las comidas de la semana, los horarios, las entradas y salidas: "tú llevas a los niños al cole que luego los recojo yo, llevo al niño a fútbol, a la niña a natación; cuando la recoja la llevo a ballet y me voy a trabajar; luego tu madre recoge a la niña de clase de ballet, mi padre va a por el niño, y todos juntos a clases de inglés, a ver si luego nos pueden mandar todos a freír espárragos en varios idiomas".

La competitividad, la falta de empleo y la angustia del mañana nos hacen aceptar trabajos donde, cada vez más, se abusa de nosotros. Un número de horas indecentes y mal pagadas hace que nos preocupemos del futuro de nuestros hijos, la incertidumbre nos llena de ansia porque sean los mejores en todo. Los apuntamos a todo tipo de actividades, esperando que sus notas sean siempre de nueve a diez. Qué asco de crisis (sólo los mejores llegarán a ser mileuristas, y los sólo "muy buenos", ¡al paro, como todo el mundo!). ¿Y nos quejamos de que en las calles ya no haya chavales jugando a las chapas, al escondite, al elástico, a la pizarra, o intercambiando cromos? ¡Vaaaya por Dios! Tenemos miedo de que si juegan no triunfen en la vida, si desaprovechan el tiempo jugando al escondite otro más "espabilao" estará estudiando y lo adelantará. Muchas familias lo están pasando realmente mal, ven que no pueden pagar la hipoteca, incluso muchos no tienen ni para lo básico (comida, ropa). Pero tuvimos una infancia feliz, esa que ahora parece no importar porque sólo importa el mañana, siempre el mañana. Toda la vida, desde pequeños, luchando por el mañana, porque cuando nuestros hijos sean mayores seguirán luchando por el mañana, el mañana de sus propios hijos. Y entonces se darán cuenta de que no han disfrutado nunca.

Apoyo fervientemente las clases extraescolares, siempre y cuando sean por necesidad, o por diversión. Yo misma me he pasado media vida, veranos incluidos, asistiendo a clases de inglés debido a mi poca capacidad para aprender idiomas (de hecho, no tengo ni idea de inglés). Mi madre me apuntó a gimnasia rítmica porque tenía cualidades y me encantaba. Era un deporte sano y me divertía mucho, a pesar de lo duro que era. Pero, por circunstancias de la vida, fuimos a vivir a Segovia y allí no había gimnasia rítmica, y mi madre pensó: "también será divertido aprender a bailar jotas y a coser alforjas". Veréis, lo de bailar jotas no estaba mal del todo, pero lo de coser alforjas….

En fin, no tiene mucho sentido apuntar a un niño a una academia de estudios de cuatro a nueve de la noche, solo para conseguir que su nota media pase de siete a diez. Es probable que incluso se desmotive y acabe suspendiendo alguna. Entonces diremos "menos mal que has estado yendo a la academia, porque sino hasta me repites curso". Claro, yendo a la academia no le da tiempo a hacer los deberes del colegio, y a la inversa, pues al final no se entera de nada. Y digo yo, si un chiquillo solía sacar un siete, tal vez echando un par de horitas más en casa consiga sacar un nueve, solo que todavía le sobraría tiempo para jugar a las chapas.

Mi moraleja es que, a los niños hay que exigirles, pero no son adultos, no tienen que estar catorce horas estudiando, ni todas sus preocupaciones deben ser la tarea, las cuentas y los dictados. Los niños tienen que tener ilusiones, tienen que jugar para que cuando sean mayores recuerden que jugaban, y deseen que sus hijos jueguen también. El otro día, la mamá de una paciente, me decía: "a veces un olor, una brisa, me trae recuerdos de cuando era niña. Y me inunda la nostalgia. Ahora estoy todo el día con la cabeza puesta en problemas, cuando no es una cosa es otra. Pero me alivia ver jugar a mi niña, me siento feliz al pensar que todavía le quedan muchos juegos por delante.

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