miklos maccz. embajadora de hungría

"El tokay es el vino de los suspiros, es un vino poético"

  • La máxima autoridad diplomática húngara en España acude a Vinoble a defender su licoroso de referencia en la Meca de Jerez

La embajadora de Hungría, ayer, ante el expositor del toaky Oremus, de Vega Sicilia.

La embajadora de Hungría, ayer, ante el expositor del toaky Oremus, de Vega Sicilia. / pascual

-¿qué tiene que ofrecernos Hungría en el mundo del vino?

-Somos un país de producción de vinos y que contamos con vinos nobles, como el tokay. Nuestro objetivo es que sea cuanto más conocido mejor. Con la ayuda del Ayuntamiento de Jerez recibimos una invitación para estar aquí, en Vinoble, que yo creo que es el más importante de estos eventos, y tener una cata especial en la que presentar aquello a lo que sabe nuestra tierra. Lo hemos llamado Suspiros porque el nuestro es puramente natural y es un vino muy poético.

Los 45 años de comunismo sacaron al tokay de los mercados, sólo iba al mercado ruso y se empobreció"

-Su particularidad está en un hongo.

-Sí, es la uva con botritis, que es una pudrición que convierte el vino en algo muy especial, único, con una mineralidad de gran singularidad.

-Comparten expositores con el jerez, que no deja de ser la competencia.

-El jerez nunca puede ser competencia, es un vino del que aprender y la grandeza está en nuestras diferencias, utilizamos métodos muy distintos y nos ofrecen, además, la oportunidad de que nosotros seamos más conocidos, lo que es una muestra de gentileza.

-¿Se bebe jerez en Hungría?

-Bueno, no somos un gran mercado. Allí se conoce por la denominación inglesa de sherry y sí, cualquiera sabe lo que es. Entre consumidores de alta gama es conocido y reconocido.

-¿Y el tokay en España?

-Está creciendo por lo que nos llega. Estamos muy ilusionados. Szepsy, al que se le conoce como el Papa de los vinos húngaros, ha logrado colocar nuestros vinos en los grandes templos gastronómicos españoles como Can Roca. Yo creo que hay un gran futuro.

-El tokay tiene algo de milagro. Han vuelto a colocarlo en el mapa en poquísimo tiempo.

-Fueron 45 años de comunismo por el cual se perdió el control sobre el vino, que sólo se vendía en el mercado ruso. La calidad se vino abajo, no existía ningún incentivo para que un vino de gran tradición familiar se esforzara en ampliar campos porque no los había. No había retos. Tras la caída del muro las bodegas volvieron a ser controladas por el sector privado y fue muy importante la llegada de inversiones extranjeras.

-Aquí en Vinoble hay un ejemplo con Oremus, que es la firma de Vega Sicilia en Hungría.

-Es un orgullo para nuestros vinos que una firma española del prestigio de Vega Sicilia se fijara en nosotros.

-El jerez tiene un problema con la edad de sus consumidores. Los jóvenes están muy alejados del vino. ¿Tienes ustedes el mismo problema?

-Exactamente el mismo. La cerveza siempre es más sencilla y más barata y en Hungría hay una gran tradición. Nuestra tarea está en educar al público joven a diferenciar entre los vinos buenos y malos y decirles que entre lo buenos hay uno de la tierra que es inigualable. Hay muchas iniciativas de turismo enológico en nuestro país que están funcionando verdaderamente bien y que tienen su mirada puesta en ese público joven. Se trata de ir y catar con el dueño, conocer cómo se llega a contar con un vino de la singularidad del nuestro.

-¿El cambio climático les afecta?

-La zona de producción del tokay tiene un microclima, pero es indudable que estamos teniendo temperaturas altísimas y se dan sequías que afectan al viñedo. Estos días hemos tenido temperaturas más altas en Hungría que en España. Cosas que nunca antes habían sucedido. De momento no tiene relevancia en la producción, pero estamos preocupados, claro.

-¿Usted siempre ha sido buena catadora de vinos?

-Mi papá tenía un viñedo pequeñito y producía vinos, muy pocos, para consumo familiar. Sí, he crecido sabiendo que un buen vino necesita creatividad, fantasía y que, detrás de él, hay mucho trabajo.

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