"Desde que trabajo en los asadores no me ha pasado nada malo, es una suerte"

17 de agosto 2008 - 01:00

Laura Cabello trabaja todos los días en el 'Asador Real', el asador de pollos de la barriada de San Ginés de la Jara. A sus 26 años, esta dependienta afirma que lleva ya cinco años trabajando en este establecimiento pero que no es el único asador en el que ha estado. "Antes que en el 'Asador Real' ya había trabajado en otros establecimientos".

Los asadores, es sabido por muchos, son unos de los establecimientos donde más calor se pasa debido a los hornos donde se cocinan los pollos. Estas máquinas van subiendo poco a poco de temperatura hasta llegar a registrar, inclusive, los 60 grados centígrados y consiguen caldear también todo el local. La flama que desprenden esas máquinas mientras los animales dan vueltas pinchados en un hierro puede ser, seguramente, el origen de esa popular frase que muchos repiten cuando están pasando mucho calor, 'estar sudando como un pollo'. Ni siquiera los pobres animales se libran de él.

Laura comenta, moviéndose de un lado para otro del local, que si toca estar delante de las máquinas "puedes pasarlo un poco mal. Éstas llegan a coger una temperatura muy alta, de casi 60 grados, así que el calor que se pasa aquí es enorme". Su jornada de trabajo en este asador de San Ginés da comienzo a las nueve de la mañana y ella soporta esas altas temperaturas hasta la hora del cierre comercial, a las cuatro de la tarde. Allí todas las horas son malas desde el momento en que la máquina de los pollos entra en funcionamiento. Laura consigue resistir estos momentos de calor como ella misma dice "bebiendo mucha agua, ésa es la mejor forma para aguantar todo el día, aunque a determinadas horas puede llegar a ser un poco complicado". Y es que el trabajo en este asador aumenta considerablemente los fines de semana, momento en que la gente aprovecha las fiestas para comprar más pollos asados. "Es cierto que en esos días hay más trabajo, pero siempre se encuentra un hueco para hidratarse un poco y beber líquidos". El bullicio de clientes en los momentos de más apogeo, no impide a esta joven dependienta poder saciar su sed, para así, resistir mejor el insoportable calor que ofrece la temporada estival.

Pero el cuerpo humano tiene unos límites para poder aguantar el sofocante calor y una vez que estos se superan, aparecen las complicaciones. Laura asegura que por suerte, no le ha pasado nunca nada grave, pero que aún así conoce a compañeros que han tenido "problemas con golpes de calor y lipotimias". El trabajo en un asador requiere de una resistencia importante para poder soportar las altas temperaturas que produce el horno. Laura admite que los primeros meses fueron complicados para aguantar el calor, pero que con los años uno se va acostumbrando a esto. "Mi jefe aguanta incluso más que yo este calor porque él lleva muchos años trabajando en esto. A pesar de todo, yo soporto bien el calor que pasamos aquí".

stats