El Plano General de Ángel Mayo

En el 150 aniversario de la traída de aguas de Tempul a Jerez

Fuente del Arenal.

Fuente del Arenal.

Entre los hechos más significativos de la historia contemporánea de Jerez, ocupa una posición destacada el de la “traída de aguas” del manantial de Tempul a la ciudad que tuvo lugar en 1869 y de la que este año conmemoramos el 150 aniversario. Para recordar este acontecimiento Aquajerez y el Ayuntamiento han realizado diferentes iniciativas entre las que se incluye una edición especial del Plano General de Ángel Mayo -elaborado en su día por el ingeniero autor del proyecto- y en la que colabora también Diario de Jerez. Este singular documento nos va a servir como pretexto para realizar un recorrido por los paisajes y la historia que en él se reflejan. ¿Nos acompañan?

Una pieza cartográfica de gran interés

Recuperar un curioso plano –en este caso poco conocido y casi olvidado- es también rescatar parte de la memoria del territorio que en él se representa, saliendo al encuentro del tiempo en el que fue trazado. Un viejo mapa se transforma así, de alguna manera, en una ventana que nos permite asomarnos al pasado y redescubrir en los paisajes de hoy, las claves que lo han hecho posible. Eso es lo que nos sucede cuando disfrutamos recorriendo cada rincón del “Plano General”.

Publicado en el tomo 3º de los Anales de Obras Públicas de 1877, el “Plano General de la parte estudiada en la cuenca del río Guadalete, con la representación de los manantiales principales y los trazados hechos para la conducción de aguas á Jerez de la Frontera”, forma parte de la “Memoria relativa a las Obras del Acueducto de Tempul”, obra del ingeniero Ángel Mayo, quien realizó los trabajos de campo para su elaboración en 1861.

El Plano General de Mayo, recoge a escala 1:100.000 buena parte de la mitad norte de la provincia de Cádiz y la práctica totalidad del término municipal de Jerez, centrándose especialmente en las cuencas de los ríos Guadalete y Majaceite. A diferencia de otros planos cercanos en el tiempo cuya escala figura en varas castellanas (el de San Martín, por ejemplo), el de Mayo recoge ya la expresión en kilómetros, conservando sin embargo formas de representación del relieve o de los ríos que nos recuerdan vagamente a otras cartas anteriores como el Mapa geográfico de Xerez de la Frontera, elaborado por Tomás López en 1787. Conviene recordar que, en las fechas de su elaboración, la ciencia cartográfica estaba todavía en sus albores y que el primer mapa provincial de Cádiz, el de Francisco Coello, fue realizado siete años después que el Plano General de Mayo, en 1868.

Acueducto del Bollo. Acueducto del Bollo.

Acueducto del Bollo.

Un recorrido por la campiña y el valle del Guadalete 150 años atrás

Asomarnos a este singular Plano nos permite conocer algunos aspectos relevantes de la organización del territorio de la campiña siglo y medio atrás y especialmente las principales vías de comunicación, la red hidrográfica y las fuentes, manantiales y pozos, considerados ya en aquella época como elementos “estratégicos”, en cuanto que de ellos dependía el suministro de agua potable para el abastecimiento de la población y para usos agrícolas y ganaderos.

El origen del Plano General hay que buscarlo en el encargo que la Sociedad Anónima de Abastecimiento de Aguas Potables y Riego de Jerez de la Frontera, presidida por Rafael Rivero de la Tixera, realiza al prestigioso ingeniero Ángel Mayo -quien ya había sido coautor del proyecto del ferrocarril al Trocadero- al objeto de garantizar el suministro de agua a la ciudad. Los estudios comienzan en el mes de agosto de 1861 y en un corto periodo de tiempo visitó ríos, pozos y manantiales de la campiña y la sierra al objeto de localizar los recursos hídricos que asegurasen un suministro estable y en cantidad suficiente a una ciudad en pleno crecimiento. Baste decir que el Jerez de la época contaba para su abastecimiento con pozos y manantiales cercanos a la población que proporcionaban poco más de 4 litros por habitante y día, cuando las necesidades que de la ciudad se estimaban en unos 150 l.

El Plano General que Mayo presenta a la Sociedad de Aguas resume sus propuestas y refleja los lugares visitados y las posibles alternativas a sus proyectos. Entre los muchos aspectos que de él pueden comentarse, una de las cuestiones que reclama nuestra atención es la red viaria existente a mediados del XIX que ya cuenta con carreteras desde Jerez a las principales ciudades vecinas. Las de Medina o Cortes no aparecen todavía como tales, si bien se recoge en el mapa la vía sobre la que se trazará esta última en las siguientes décadas: la cañada de Albadalejo, que se dirige hacia el este del término atravesando Cuartillos y cruzando el río por el vado de La Florida. También figura el Camino de la Sierra, que se unirá a la anterior tras pasar por los Llanos de La Ina y cruzar el Guadalete por el vado del Alamillo. En el mapa puede verse el Camino á San Fernando, que partiendo del Puente de Cartuja se dirige a Las Quinientas para bordear las marismas hacia Puerto Real, La Isla y Cádiz. El camino conocido como “La Trocha”, entre Jerez y El Puerto a través de la cuesta de Matajaca, por donde actualmente discurre la carretera entre estas poblaciones, es ya una alternativa a la Carretera del Puerto y Cádiz que pasa por El Portal. En este lugar, todavía existen cuando se elabora el mapa los “muelles”: el puerto fluvial de Jerez que ya se encuentra en franco declive después desde que unos años antes (1854) se pusiera en marcha el Ferrocarril a El Puerto de Santa María, en cuyo proyecto había participado Ángel Mayo y cuyo trazado ya se recoge también en el Plano.

Puesto que el recorrido del acueducto que proyecta Ángel Mayo cruza toda la campiña de Este a Oeste, el ingeniero refleja en su mapa, además de la red viaria, los cortijos, enclaves y parajes de interés de este territorio, muchos de los cuales perviven en la actualidad. Como auténticos hitos visuales en los paisajes campiñeses de mediados del XIX, el Plano incluye la Ermita de Salto al Cielo, o los castillos y torres de Melgarejo, Gibalbín y Cera. Un auténtico monumento etnográfico era -y lo sigue siendo, aunque esté casi en ruinas- el Palomar de Zurita, también presente en el Plano, junto al Guadalete. Los cortijos salpican todo el dilatado alfoz jerezano, destacándose en el mapa los de Las Pachecas, Los Garciagos, Berlanga, Berlanguilla y Sotillo Nuevo, Casablanca, La Peñuela, Jédula y Jedulilla… Por su importancia, el Plano recoge también otros parajes como la Dehesa Boyal, el Encinar de Vicos, la Dehesilla de Algar, la Dehesa del Rodadero o el Pinar de la Legua. Este último, situado a una legua de Jerez viniendo por la carretera de Sevilla, incluía en su arboleda el centenario Pino de la Legua, un auténtico faro natural por el que se orientaban los que recorrían esta ruta.

Siguiendo el curso del Guadalete se descubren los puentes y vados existentes a mediados del XIX. Junto a la Cartuja se aprecia en el mapa la ya desaparecida alcantarilla sobre el Salado, que aquí aparece nombrado como arroyo de Albadalejo. Aguas arriba del Puente de Cartuja, el más antiguo de todos, se aprecia la “Presa y molino de Cartuja”, todavía visible en algunas fotografías de comienzos del siglo XX. Siguiendo hacia el este aparece el Vado del Alamillo (donde actualmente se levanta el puente de El Torno) y algo más adelante, río arriba, los vados de El Boyal (en la actual Torrecera), La Florida y Berlanga. Junto a los dos últimos, el Plano da cuenta de sendas ventas: la de La Barca de La Florida y la del Zumajo, en las proximidades del que hoy se conoce como cortijo de La Marmolilla. En la Junta de los Ríos se menciona un “Puente de piedra”, construido a mediados del siglo XIX, que sería después sustituido por uno de hierro tras ser parcialmente destruido en la riada de 1917. En Arcos, el Guadalete es cruzado por otro puente, el de San Miguel -que en esta época es también de sillares de cantería- y por un vado que conduce hacia la cuesta de La Escalera, por donde discurre hacia El Bosque el Camino de Ronda. La “Angostura de Bornos”, en la Sierra del Calvario, se emplazaba en el lugar donde hoy se levanta la presa de Bornos. El Puente de Villamartín, que se recoge en el Plano, se encuentra recién construido en esa época, cuando vino a sustituir a la vieja barca de maroma existente en ese punto para el paso del río. Este puente también sería arrastrado por la riada de 1917 y sustituido por uno de hierro unos años después.

Plano general de Ángel Mayo. Plano general de Ángel Mayo.

Plano general de Ángel Mayo.

Los paisajes del Majaceite y la Sierra

El curso del Majaceite depara también algunas sorpresas. Aguas arriba de la Junta de los Ríos el Plano recoge la existencia de varios molinos (Matos, La Molineta, La Angostura) hoy desaparecidos totalmente o en ruinas. La “Angostura de Arcos” es el lugar donde cincuenta años más tarde se levantará la presa de Guadalcacín. La Ermita y Venta del Mimbral, la Venta y Molinos de Tempul, el Molino de Carvajal o el paraje del Charco de los Hurones (que un siglo después acogería la presa de los Hurones) son otras tantas referencias que se encuentran también en este interesante plano.

Ya en la zona de la Sierra, llama la atención el topónimo de “Las Poblaciones”, como también se conocía a la villa de Prado del Rey, o el de la “Aldea de Benamahoma” y su famoso manantial: el “Nacimiento del Moro, como se le conocía antes. En este mismo sector de la Sierra de Cádiz, el ingeniero quiso reflejar parajes y enclaves que, aunque no estaban relacionados con su proyecto, tenían también algún interés económico, histórico o paisajístico. Este es el caso -por citar algunos ejemplos notables- de las Reales Salinas de Hortales, próximas a El Bosque; o de los afamados “Baños de Bornos”, sumergidos hoy bajo las aguas del pantano; de la conocida Venta de Aznar, cercana al actual enclave arcense de La Perdiz; del paraje de la Junta de los Ríos Ubrique y El Bosque, sumergido hoy bajo las aguas del embalse de los Hurones o del despoblado de Carysa: las ruinas de Carissa Aurelia, entre Bornos y Espera.

Fuentes, pozos y manantiales

Pero si por algo destaca el Plano General de Ángel Mayo, es sobre todo por la cartografía precisa de los pozos, manantiales, fuentes y otros lugares de captación de agua en ríos y arroyos, principal objeto de su elaboración. Desde agosto de 1861, durante varios meses, el ingeniero recorrió el término de Jerez y de otros municipios de la provincia aforando fuentes y manantiales para estudiar las posibilidades de la conducción de sus aguas hasta nuestra ciudad. En su plano, recogió después estas posibilidades y los posibles trayectos que habrían de seguir las conducciones según la alternativa que finalmente se eligiese.

Así, en su minucioso periplo, Ángel Mayo viaja hasta puntos muy alejados de Jerez, como la aldea de Benamahoma, donde estudia el manantial más caudaloso de la provincia, el Nacimiento. En los Montes de Jerez y en las faldas de la sierra del Aljibe afora también las surgencias de Ortela, Ñames, Fonfrías y otras pequeñas fuentes cuyos caudales unidos superaban a los de Tempul. El manantial de Tempul, que figuraba como uno de los de mayores posibilidades para la Sociedad promotora del proyecto, había sido descartado ese mismo año por el ingeniero francés P. Rouaulth, quien también realizaba estudios similares y cuya empresa apostaba por traer las aguas del Guadalete tomadas en el Puente de Cartuja. Ángel Mayo, visitará Tempul en varias ocasiones para estudiar sus caudales, sabedor del interés de la ciudad en esta opción que, como es conocido, saldría finalmente triunfante.

Otras alternativas estudiadas por el ingeniero fueron los manantiales de La Piedad, en las150 aniversario faldas de la cercana sierra de San Cristóbal, los de Mesas de Asta y La Mariscala, los de la Sierra de Gibalbín, La Torre de Pedro Díaz y Romanina, los de San Andrés, en las cercanías del cortijo del mismo nombre, entre Arcos y Bornos, así como varias fuentes ubicadas en la Sierra del Calvario, en esta última población. Todos ellos figuran también en el Plano General.

Junto a todo ello, en su Memoria, Ángel Mayo aportó nuevos estudios de otros puntos de abastecimiento próximos a la ciudad de menor caudal que los citados anteriormente y que sitúa también en su plano, como las fuentes de La Canaleja, La Teja, el Clérigo, La Vaquera o Pedro Díaz, ubicadas todas ellas en las vertientes de Albadalejo, así como la conocida fuente de Los Albarizones que durante varios siglos alimentó los depósitos de La Alcubilla y de la Fuente de San Telmo.

Por último el ingeniero estudia también – y así lo refleja en su mapa- la posibilidad de realizar tomas en el Río Guadalete, en el lugar conocido como Cerrada o Angostura de Bornos (donde casi un siglo después se construiría la presa), en el propio río Majaceite a la altura de la Angostura de Arcos, o en el Guadalete en la zona del Puente de La Cartuja, el punto más próximo a Jerez y con aguas de peor calidad, que sería necesario elevar mediante bombeo a unos depósitos ubicados en los Cerros del Real (Lomopardo) desde los que llegarían por gravedad hasta la ciudad, tal como figura en los trazados que recoge en su Plano.

De todos estos parajes y rincones de la campiña y la sierra, el lector podrá obtener una detallada información gráfica “paseando” por el Plano General de Ángel Mayo, cuya edición facsímil podemos disfrutar a través de esta feliz iniciativa del Ayuntamiento de Jerez, Aqualia y Diario de Jerez, en recuerdo del 150 aniversario de la traída de las aguas del manantial del Tempul a la ciudad. No se la pierdan.

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