Aquellos turistas del pasado

El Rebusco

Jerez vista por los extranjeros

Viajeros de los siglos XIX y XX

Viajeros en la estación de tren de Jerez, 1913 (colección Francisco Lozano Romero).
Viajeros en la estación de tren de Jerez, 1913 (colección Francisco Lozano Romero).
José Luis Jiménez

04 de abril 2022 - 05:55

DESPUÉS de dos años sufriendo las duras restricciones a causa de la pandemia del Covid-19, el turismo en nuestro país repunta tímidamente. También lo hace en la provincia de Cádiz como en Jerez y su entorno.

El vino del Marco del Jerez, junto a sus bodegas y viñedos, actualmente afectados por especuladores de todo tipo, han sido desde siempre uno de los grandes atractivos para el turista foráneo, aunque no los únicos.

El investigador Julio Fernández Portela lo confirma en su artículo ‘La atracción del vino en los viajeros europeos del siglo XVIII y XIX’, publicado en la revista Polígonos (2012):

Por su parte, la profesora de la Universidad de Cádiz, Carmen Noya, reflexionaba sobre este asunto en ‘Viajeros anglosajones del XIX. Las viñas del Jerez y análisis de los términos específicos’, publicado en la obra colectiva ‘La Andalucía rural vista por los viajeros extranjeros’ (2013).

Estación de ferrocarril de Jerez, siglo XIX.
Estación de ferrocarril de Jerez, siglo XIX.

Información que el lector interesado puede ampliar, y actualizar, consultando en internet Enoturismo sostenible e innovador (2020), coordinado por el profesor Raúl Compés, en concreto el artículo elaborado por el que esto suscribe: La cultura y el enoturismo: cine, literatura y viajes en el mundo del vino de Jerez.

Libros singulares

No son pocos, los que admirados contemplan las largas filas de andanas de botas que se guardan en nuestras bodegas “catedrales”.

Pero no solo lo hacen imaginando el valor de los vinos contenidos en las mismas sino por la peculiar forma que tienen los anfitriones de agasajar a los invitados ilustres, plasmando sus firmas y dedicatorias en el frontal de estos viejos recipientes de madera de roble americano.

También conservan sus tradicionales libros de visitas, como los que se muestran en la zona del museo de las bodegas Fundador, traídos de la que fue sede de la compañía Harvey´s, en Bristol, y que pronto tendré la oportunidad de consultar.

Marinos franceses en la plaza de toros de Jerez, abril de 1899.
Marinos franceses en la plaza de toros de Jerez, abril de 1899.

No hace mucho pudimos descubrir la firma de un joven estudiante de Oxford que en 1911 pasó por González Byass, nada menos que la de Edwin Hubble.

La prensa local, El Guadalete de 3 de abril de 1899, como la revista francesa Petit Journal, de 9 de julio, se hacían eco de la presencia de un amplio grupo de marineros franceses del crucero Iphigenie que asistieron a una corrida de toros.

En junio de ese mismo año otra comitiva de marinos franceses, con el almirante Jean Charles A. Sallandrouze a la cabeza, serían agasajados en las bodegas del Marqués de Bertemati.

Manual de diligencias: Carrera de Madrid a Sevilla y Cádiz, 1842.
Manual de diligencias: Carrera de Madrid a Sevilla y Cádiz, 1842.

El mismo Giuglielmo Marconi, acompañado de su mujer, dejarían sus rúbricas en una bota de González Byass. Esto fue el 29 de abril de 1928.

La reciente creación de la Cátedra del vino, sociedad y sostenibilidad por parte de la Universidad de Cádiz y la Fundación Caja Rural del Sur, puede ser un aliciente para los investigadores.

La Cátedra tiene como objetivos, según el actual Decano de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación, José Antonio López Sánchez, priorizar dos ámbitos de acción especialmente relevantes: ‘la formación e investigación relacionada con el vino, el turismo enológico, la sociedad y la sostenibilidad mediante la creación de fuentes de información sobre los vinos de Jerez y fomentar la formación dirigida a profesionales de marketing, de publicidad y del turismo, así como promover una estrategia de I+D+i permanente para potenciar la cultura del vino, así como la difusión y divulgación de su conocimiento’.

Portada del libro Viajeros francófonos en la Andalucía del siglo XIX.
Portada del libro Viajeros francófonos en la Andalucía del siglo XIX.

Pocas bodegas cuentan con un patrimonio como los de las Las bodegas Tradición. Con los cuidados que le dedican a sus fondos documentales la misma Helena Rivero, y su archivero, Manuel Marín, nos pueden proporcionar muchas más gratas sorpresas.

Sobre los archivos bodegueros tratarán, por fin, las próximas Jornadas de Archivos Privados, que organiza la Asociación Jerezana de Amigos del Archivo. Este año cuenta con la dirección científica de Luis Vicente Elías.

Todas estas iniciativas nos permitirán saber mucho más de este tipo de historias relacionadas con el ‘enoturismo’ de otras épocas.

Helena Rivero en el archivo de las bodegas Tradición.
Helena Rivero en el archivo de las bodegas Tradición.

Aquellos chalados turistas y sus locos viajes

En el ‘Atlas de Historia económica de Andalucía: Viajeros y turistas en Andalucía, siglos XIX y XX’, accesible en internet, se nos dice que ‘Andalucía fue visitada desde fines del XVIII por un número cada vez más elevado de viajeros, dando lugar en la segunda mitad del XIX al fenómeno del turismo. Una corriente que en el siglo XX se convertirá en una de las principales actividades económicas de la región, con una expansión espectacular’.

Sus orígenes se remontan a fines del XVIII cuando los pioneros del viaje acuden a Andalucía atraídos por la escenografía histórica, monumental, paisajística y pintoresca de sus grandes ciudades (Sevilla, Granada, Cádiz, Córdoba y Málaga) y poblaciones como Ronda y Jerez.

El análisis sus testimonios permite apreciar el esquema de los destinos e itinerarios más frecuentados en el período romántico. Un esquema que sienta las bases del turismo futuro hasta entrado el siglo XX. La mayoría de los destinos y rutas se ciñen al área central y meridional de Andalucía.

Marconi en Jerez, 1928.
Marconi en Jerez, 1928.

Los dos tomos publicados por la Diputación de Sevilla en el 2012, ‘Viajeros franceses en la Andalucía del siglo XIX’ , recogen cerca de una cincuentena de referencias a viajeros galos que de una forma u otra incluyeron Jerez en sus itinerarios, entre ellos Pierre Louys.

El famoso poeta y novelista francés, Pierre Louys (1870-1925), pasó en Andalucía dos temporadas, en 1895 y en 1896.

A su estabilidad económica, en ese periodo había recibido la herencia paterna y publicado de sus obras, Bilitis y Afrodita, se unía sus deseos de conocer la Andalucía recreada en Carmen.

Por otra parte, sus problemas de salud le obligaron a buscar, según sus palabras, una zona ‘cálida, seca y sana’ además de ‘alegre’.

Mordecai Manuel Noah y su libro.
Mordecai Manuel Noah y su libro.

Quería conocer personalmente cómo era esta atractiva y singular parte de España que había leído en las obras de Dumas, Gautier y Doré.Parece ser que Sevilla y Jerez fueron las dos ciudades andaluzas que más gustaron al escritor. A Jerez la describe, según las cartas que dirige a familiares y amigos:

‘Deslumbrante...toda llena del olor de sus bodegas’. Y en otra se sorprende de la blancura de las casas: ‘Nule part, ils n’étaient éblouis par le blanc trop cru de Jerez’ (en ninguna parte, el blanco demasiado intenso la deslumbra -a la vista- tanto como en Jerez).

A mediados de septiembre de 1896, de camino a Cádiz, hace una parada de dos días en Jerez. Su descubrimiento lo describe con estas bellas palabras: ‘¿Hice perfectamente! Es una de las ciudades que quiero guardar en mi recuerdo. Por ella daría dos Cádiz, ciento veinticinco Málagas, y casi un rinconcito de Sevilla. Imagínate es una llanura ondulada, que en primavera debe de estar verde, pero que en este mes es un Sáhara, una ciudad enteramente blanca, pero blanca a más no poder’.

Postal donde se representa a la provincia Cádiz y sus productos, entre ellos el jerez y la manzanilla.
Postal donde se representa a la provincia Cádiz y sus productos, entre ellos el jerez y la manzanilla.

Más adelante escribe: «Las calles son amplias como avenidas o estrechas como corredores. En las plazas hay palmeras muy altas, por todas partes se ven bodegas y cavas».

Como anécdota comentar que el encargado del tranquilo hotel donde se alojaba Louys en Jerez se percata de la identidad del autor de Afrodita, difundiendo la noticia entre su clientela extranjera, lo que le hace exclamar al escritor, entre abrumado e irónico: ‘Es lo que se dice conocer la embriaguez de la celebridad’.

Sin embargo, hay algo que le llama especialmente su atención al pasar cerca de un cuartel. Una pintada escrita por un soldado que decía: ‘Si quieres conocer mujeres de verdad, no hay que ir a Córdoba ni a Cádiz ni a otro lugar, sino ir a ver a las jerezanitas’.

Pero el caso más interesante del que no se ha podido despejar aún todos los datos, misterios y dudas es el del político, diplomático y aventurero americano John Esaias Warren.

Warren ejerció de agregado cultural en la embajada de Madrid, corría el año 1849.

Por encargo del embajador americano por aquellos años, Daniel Moreau Barringer, realizó un amplio viaje de seis meses por España, incluyendo Marruecos, para recoger datos sobre la situación del país durante el reinado de Isabel II.

Dos años después publicaría en Londres un libro con el siguiente título ‘Notes of an attaché in Spain 1850’, editado por Richard Bentley. Pero lo hizo sin indicar su autoría. Un ejemplar de esta edición se encontraba en la sección de libros de viajes de la Biblioteca Central Municipal de Jerez, pero catalogado como anónimo.

Esta circunstancia se complicó para los bibliófilos con la aparición en New York, un año después, de la segunda edición de la obra.

Esta vez la editorial de Charles Scribner indicaba el nombre del autor, además de una leve variante en el título, ‘Vagamundo; or The attaché in Spain: Including a brief excursion into the empire of Marrocco’.

Todo se vuelve a enredar de nuevo, en 1856, cuando la empresa D. Appleton and Co, de New York, lo edita con este título ‘The attaché in Madrid; or Sketches of the court of Isabella II’, añadiendo, curiosa e increíblemente que es una traducción del alemán de 1854.

Retrato del aventurero John Esaias Warren.
Retrato del aventurero John Esaias Warren.

De ésta, en concreto, se hará la traducción al español por la editorial Bailly-Bailliere e hijos, en 1904, con el título de ‘Madrid hace cincuenta años a los ojos de un diplomático extranjero’. Fue traducida y anotada por Ramiro, seudónimo del escritor Cristóbal de Reina y Massa.

La misma Biblioteca Nacional de Madrid, que disponía de todas estas ediciones, y a la luz de la información suministrada por mi investigación, revisó y unificó los datos, tal como me comunicaron por escrito.

Si leemos el primero de ellos, el capítulo XVI se encabeza de esta forma: ‘Visita a Xerez: Un día en Xerez’. En el mismo describe su llegada en calesa desde el Puerto de Santa María, alojándose en la ‘Fonda’ de la ‘grand Plaza’, es decir la Plaza del Arenal.

Después de pasear por las orillas del Guadalete, la visión de la ciudad es un espectáculo agradable e interesante al estar situada en alto y rodeada de colinas cubiertas de viñas y haciendas.

El almuerzo estuvo acompañado de una botella de buen jerez, visitando, posteriormente, una de las principales bodegas, donde destaca la educación y cortesía en el trato y las proporciones de las instalaciones.

Otro de estos locos viajeros fue el también americano Mordecai Manuel Noah (1785-1851), puede ser considerado el judío más influyente en los Estados Unidos durante el siglo XIX.

Sería el presidente Madison el que lo nombrara, en 1813, cónsul en Túnez y lo enviara a Europa para realizar el encargo de rescatar a un grupo de americanos secuestrados por piratas argelinos. Aunque en un principio no tenía intención de pasar por España ciertas circunstancias le obligarán a permanecer en Cádiz durante nueve meses.

Su aversión a nuestro país le venía dada por su origen sefardí y el recuerdo de la expulsión de sus antepasados. Sin embargo, este largo periodo de estancia en España le permitió conocer mejor la idiosincrasia de sus gentes y sus costumbres viajando a lo largo de la costa desde Cádiz hasta Figueras.

Esta singular aventura fue recogida en su libro de viajes, ‘Travels in England, France, Spain and the Barbary States in the years 1813-14 and 15’, publicado en Nueva York en 1819.

De Jerez, que la visita en la primavera de 1814, hace los siguientes comentarios: ‘Los campos están en todo su esplendor, se suceden viñedos, olivares y cultivos de trigo oscilando lujuriantes. La ciudad se alza en una ligera loma proyectándose sobre una espléndida vista del valle. Las calles son luminosas, limpias, con altos edificios pintados con vivos colores que muestran signos de riqueza’.

Visita en su bodega al Sr. Gordon, un comerciante de vinos muy inteligente y respetable, que reside en Jerez desde hace años y que es el principal proveedor del vino que se bebe en Estados Unidos.

Otros nombres de americanos, y sus libros de viajes, a los que añadir en esta somera relación serían: Alexander Slidell McKenzie. oficial de la marina de guerra americana, y su ‘A year in Spain by a young american’ (1829), al clérigo, Charles Rockwell, con ‘Sketches of Foreing Travels and Life at Sea’ (1842), el abogado Severn Teackle Wallis, con ‘Glimpses of Spain’ (1849), al médico Henry Willis Baxley, y su obra ‘Spain: Art Remains and Art Realities’ (1875), y al novelista y ensayista, Charles Dudley Warner, y su ‘A Roundabout Journey, in Europe’ (1883).

Nota: En el artículo de la semana pasada, de fecha 28 de marzo, la imagen de la etiqueta del vinagre corresponde realmente a Juana la del Pipa, y no a la de Tía Anica, la piriñaca, como bien me ha hecho observar mi amigo Fernando Aroca.

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