ático sin ascensor

¿Cómo va la cosa?

Lunes, tres de la tarde, llego a la comida (a nosotros nos gusta llamarla reunión) del grupo que denominamos "The Gluttons Club". Me recibe el primero, mi amigo Juan, y tras saludarme, ¿adivinan qué me pregunta?: "Bueno, qué, ¿cómo va la cosa?..." la pregunta del millón. Y así el segundo y el tercer saludo, momento en el que me decido a decir en voz alta a los asistentes más cercanos: "Señores, que la cosa va mejor". Y es que para cualquier persona le resulta importante o necesario que la cosa inmobiliaria vaya mejor. Qué duda cabe que si el sector inmobiliario mejora, lo hace también la economía de los grandes números, pero así mismo, la doméstica, la que al fin y al cabo nos importa a cada uno de nosotros, aunque lo hace a otro ritmo, qué duda cabe. En la vida es importante ser positivo y optimista, pero con moderación. No vale escuchar o leer sólo lo que nos interesa. Si me dicen que sube el precio de la vivienda en las grandes capitales y me quedo sólo con la primera parte de la frase, me estaré engañando y me daré de bruces con la realidad.

Se podría ser contundente en decir que no vamos a peor, que ya es bastante, pero un exceso de optimismo nos puede llevar a un espejismo.

Y para muestra, algunos datos. Desde 2007 hemos alcanzado en los precios descuentos superiores al 40% y les prometo que un servidor los ha visto hasta del 60%, y en más ocasiones de las que imaginan. En 2017, según el Ministerio de Fomento, se vendieron 532.367 viviendas, un 36,4% por debajo de 2007. Año en el que se concedieron 1.238.890 préstamos por los 310.096 de 2017. Y un dato más, el año pasado no llegaron a iniciarse ni la octava parte de las 664.923 viviendas empezadas en 2007. Sobre todo hace falta mucha más vivienda nueva. Los nuevos desarrollos son pocos y gran parte de la culpa la tiene la falta de financiación. Los criterios para la concesión de financiación a la obra nueva exigen niveles de reservas o preventas superiores a los de épocas pasadas. El motor de la construcción ayudará bastante a la recuperación de empleo. Son datos que evidencian que partimos de unos niveles muy bajos pero que empiezan a recuperarse desde 2015.

Lo ideal es un crecimiento lento pero sostenido. Ayudemos a conseguirlo. Actuemos con cordura y razonablemente. No debe ser el banco el que me diga en cuánto me puedo endeudar. A ver, es muy simple, si gano 1.000, no debería endeudarme en más de 350 ó 400 euros al mes, como máximo, por sentido común o de economía doméstica, llámenlo como quieran. Y si quiero comprar, antes debería tener un ahorro del 15-20% del precio. Todo lo que hagamos por encima de esto es forzar la máquina y si llega una situación de estrés (imprevistos) ya tendríamos el problema.

Acabo lanzando un mensaje de optimismo moderado sobre la cosa. El paro disminuye, las hipotecas están más baratas que nunca (por cierto, en la actualidad hay muy buenas ofertas a tipo fijo), aumenta el número de altas de empresas y autónomos, aumentan las licencias de obra nueva, aumenta la concesión de hipotecas y los precios de las viviendas están en mínimos. Es el mejor momento para comprar. La historia se repite. Ya me lo enseñaron en la carrera, los ciclos económicos han existido y seguirán existiendo, a pesar de las políticas de los gobiernos de turno. Por tanto, es fácil deducir la respuesta a la pregunta de cómo irá la cosa. Si desde 2007 venimos bajando… ¿toca…? Pero no vean espejismos, por favor.

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