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Jerez

"A veces no me valoro y me exijo demasiado"

  • Sabe que subir un escalón "me cuesta el doble o el triple", afirma, pero aún así y con humildad el jerezano ha conseguido hacerse un hueco dentro de un panorama cada vez más complicado

Seguramente sea uno de los nombres emergentes del cante de Jerez, aunque todo lo conseguido hasta ahora lo haya hecho sin hacer ruido, en la sombra y con humildad. Huye de lo convencional y prefiere hablar en el escenario, y no debe hacerlo muy mal porque artistas como Gerardo Núñez o Cristina Hoyos han confiado plenamente en su sonido.

-No para usted de trabajar...

-Pues sí, acabo de venir de Madrid donde he estado trabajando con Gerardo Núñez en el Suma Flamenca, y bueno, también he estado en Malta dos días con María del Mar Moreno y la verdad es que ha sido una experiencia bonita porque ese teatro no lo conocía.

-No se queja entonces, ¿verdad?

-No, gracias a Dios terminé el año trabajando y he empezado trabajando. De trabajito estoy bien ahora, pero vamos, no quiero hablar muy fuerte porque ha habido épocas que no me llamaba ni la de Movistar (risas).

-¿Viaja mucho?

-Sí que viajo, y es algo muy duro. En estos últimos cuatro meses, si no he cogido treinta o cuarenta aviones no he cogido ninguno, pero es que si no sales de España no haces nada. Por lo menos te estás placeando por fuera, te ven empresarios y gente de fuera y eso es lo que te vale para el día de mañana si uno quiere hacerse un hueco cantando delante.

-¿Se cobra mejor fuera?

-Hombre, no te creas (risas). A lo mejor la semanita o las dos semanitas te dejan ahí pendiente de un hilo, pero bueno ojalá todo fuera esperar ese tiempo.

-¿Cuál ha sido el tiempo máximo que se ha pegado para cobrar?

-Uff, aquí se pega uno meses. En mi caso he podido estar muchos meses esperando el pago, y todo lo que sea con las administraciones, peor todavía porque eso requiere un proceso. Los cuatro o cinco meses no hay quien te los quite para cobrar, y eso el banco, ni tu hijo, por poner un ejemplo, no lo entienden, no entienden que tengas que esperar ese tiempo.

-¿Es eso a lo que más cuesta?

-Yo creo que sí. Uno puede tener cubiertos todos los meses, pero siempre está la incertidumbre de que te llamen y te digan que se cae cualquier fecha. Esa es la penitencia que lleva el artista y esa inestabilidad te afecta. Toda persona que se dedique al mundo del arte, alguna depresión que otra coge, aunque sea muy de vez en cuando. Uno no tiene una nómina, y aunque hoy día eso es difícil, sí que te da una garantía que nosotros no tenemos. Luego está el autónomo, que te exigen presentar facturas sin haberlas cobrado. Es una lucha constante, pero me puedo llamar dichoso sin ninguna duda.

-¿Es el actual su momento más dulce como cantaor?

-Puede que sí. Estuve mucho tiempo fuera de Jerez con la Compañía de Carmen Mota y eso me perjudicó, al menos a la hora de conseguir un respeto en mi tierra. A mí me ha costado el doble o el triple que a otros chavales de mi misma edad o que salieron a la vez que yo.

-¿Y se le valora más ahora después de tantos años?

-No sé si se me valorará más o menos, pero respetado sí que me siento. Lo poquito o mucho que hago tiene un respeto para los propios artistas y para el público. Esfuerzo me ha costado también.

-¿Y en qué medida?

-Pues por ejemplo que cuando regresé de estar fuera con Carmen Mota nadie me conocía. La gente decía ¿David Carpio? ¿De dónde ha salido éste? Eso ha sido complicado, porque el apellido Carpio es un referente en el flamenco. Pero bueno, en todo este tiempo he conseguido que la gente me aprecie como David Carpio, sin ver el apellido. Yo lo que quiero es aprender y estar ahí. He tenido la suerte de nacer en esta tierra y he tenido la suerte de tener este apellido, pero si me hubiera llamado García también hubiese cantado, es algo que me apasiona y llevo haciéndolo desde que tenía 14 años.

-Veo que usted se preocupa por aprender y mejorar, ¿eso lo dan las compañías de baile?

-No lo sé, seguramente sí porque te obligan a interpretar palos que por lo general no lo haces en un recital. De todas formas, creo que los jóvenes estamos obligados a luchar por el patrimonio que nos han dejado y en Jerez todavía hay jóvenes a quienes nos gusta lo puro, la raíz o lo clásico, como se quiera llamar. Eso sí, también tenemos claro que queremos avanzar y si tenemos que hacer una guajira, la vamos a hacer. Por supuesto, si salirnos de la base. Lo que me da coraje es que sigan diciendo que los cantaores de Jerez hacen sota, caballo y rey cuando no es verdad. Hoy día no te puedes dormir y si quieres comer de esto, haciendo sota, caballo y rey, mal vas. Ya no hay cantaores que coman haciendo un cante, como por ejemplo pasaba antes con Paco Toronjo, que vivía de los fandangos.

-A mí hay algo que me llama la atención y es que los cantaores que dominan tantos palos como usted luego nos lo usan en un recital en solitario, ¿hay alguna explicación?

-No lo sé,quizás sea, si hablamos de Jerez porque a veces impone cantar aquí, la gente piensa mucho en el qué dirán. A mí eso me da igual, y tengo claro que por cantar en Jerez no tengo que hacer obligatoriamente los palos tradicionales de aquí.

-Últimamente, se le dan muchos palos a la gente joven. ¿Usted lo cree así?

-Es posible, aunque a veces sin razón. A los jóvenes hay que apoyarlos, porque todavía somos muchos los que peleamos por defender esto tan nuestro.

-¿Y por qué se ven a tan pocos jóvenes en las peñas?

-No lo sé, eso es algo que no entiendo porque creo que la misión de las peñas debe ser cuidar del flamenco en general. Está bien que se contraten a figuras fuertes de vez en cuando, entre otras cosas porque son ellos los que atraen a la gente y se puede hacer caja en el bar y todo eso. Pero también deben dar el sitio a los jóvenes, al menos de vez en cuando.

-¿Sigue habiendo demasiadas etiquetas en el cante?

-Sí que las hay, por desgracia. Es algo que no comprendo y que me pone de mal humor porque que te digan, al hilo de lo de las peñas, que no te llaman para cantar porque soy un cantaor de atrás. ¿Quién ha dicho eso? ¿Por qué se pone una etiqueta? El que es cantaor es cantaor delante, detrás, para baile y en solitario. O se nace o no se nace, y luego se hace o no se hace, porque nadie ha nacido sabiendo. Además, si como dices eres cantaor de atrás, ¿por qué no me das una oportunidad para cantar delante con un recital de ocho o diez palos? Los jóvenes no recibimos ayuda, y ya está bien de criticarnos. Si no dan oportunidades no podremos nunca demostrar nada.

-Pues a usted le dieron el premio al Mejor Atrás del Festival...

-Sí, y lo dije cuando me lo entregaron. Miento, no lo dije yo, lo dijo Fermín Lobatón, que no entendía por qué se catalogaba a un cantaor de delante o de detrás. Para mí es un orgullo recibir ese reconocimiento, pero sería bueno quitar esa etiqueta, porque entonces tendría que haber otro premio para el guitarrista de atrás, por ejemplo, y no lo hay.

-Antes ha mencionado a Carmen Mota, un pilar importante en su carrera. ¿Ha habido alguno más?

-Por supuesto Carmen ha sido un punto y aparte, porque me cogió muy jovencito. Con ella aprendí mucho la disciplina en la compañía, aunque eso se lleva en la persona. Le debo también mucho a Álvaro Aguilar, que fue quien me enseñó cómo estudiar el cante. Ya luego, a Antonio El Pipa, que me enseñó otra forma de ver el cante, Cristina Hoyos, que me dio mi sitio y me hizo sentir bien, Gerardo Núñez, que apostó por mí y a día de hoy todavía le estoy agradecido. Son muchos, y tampoco me gustaría dejarme atrás a gente como María del Mar Moreno, Pilar Ogalla, Andrés Peña, Mercedes Ruiz o a Rafael Agarrado y Manuela Méndez, que confiaron mucho en los jóvenes cuando estábamos en el Tablao del Bereber.

-¿Es usted tan exigente consigo mismo como dicen?

-Es posible, con decir que pocas veces me bajo del escenario con la sensación de que he estado bien. Quizás sea ese mi problema, que a veces no me valoro lo suficiente, siempre le busco un pero a los cantes que hago y eso tampoco es bueno. Lo único que sé es que todo lo que hago, lo hago de corazón, y si tengo que describir mi forma de cantar sería que es corazón puro.

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