'Se vende' centro comercial
Los 'esqueletos' de las galerías jerezanas
Los pocos negocios que continúan en las tres grandes galerías del casco urbano –Los Cisnes, Lancería y Jerez Plaza– intentan hacer frente a la crisis, otros se ven obligados a cerrar este me
Pocos años después de 1910, tras la instalación de la Central Telefónica Interurbana, la calle Larga se llenó de glamour y distinción. Los empresarios que llegaban desde cualquier rincón del país ante el crecimiento del comercio del vino, ya tenían un alojamiento elegante en pleno casco histórico, el hotel Los Cisnes. La familia Romero Valdespino abrió un establecimiento que dio un toque vanguardista a la zona, provocando que otros avispados empresarios locales decidieran montar selectos bares y restaurantes alrededor de la fonda para hacer negocio.
Hoy, aquel hotel se ha convertido en un centro comercial que intenta sobrevivir a los golpes de las huelgas de los autobuses y la falta de dinero en los bolsillos de los jerezanos. Pero no es el único. Junto a Lancería y Jerez Plaza conforman el trío de centros comerciales del casco urbano, tres puntos estratégicos del comercio que quieren levantar cabeza en unas instalaciones cada vez más vacías.
"Nos ha afectado la crisis, por supuesto, pero es que aquí siempre hemos tenido nuestra particular crisis. Nunca ha llegado a explotar como debería", reconoce el fotógrafo Rafael Meynet. Este profesional, que lleva ya 16 años en Los Cisnes, ha tenido que cambiar su tienda a la planta superior del centro comercial para ahorrar costes en el alquiler, y aunque ya es conocido en su sector, lo cierto es que "ahora más que nunca hay que buscar un negocio novedoso, que dé al público algo más. Pero no sólo yo, a Los Cisnes le falta empresas nuevas que den con la clave, porque por ahora, casi todas han fallado".
Para Meynet y otros comerciantes aún está por llegar ese motor económico que revuelva las 'tripas' del centro comercial en un momento de estancamiento. Un supermercado, grandes marcas... cualquier 'enganche' para que el jerezano opte por estos complejos frente a las grandes superficies. "Todo el mundo recuerda cuando estaba aquí Cobreros, eso sí que movía a la gente", rememora el fotógrafo.
Miguel Molina, de Sollero, lamenta además que el proyecto inicial del centro comercial Los Cisnes se ha ido desvaneciendo al mismo tiempo que las tiendas que apostaron por el enclave han ido cerrando sus puertas. El mantenimiento y la comunidad parecen que son los costes que echan para atrás a cualquier empresario, aunque no todo se reduce a eso. "El cliente que quería un buen traje o un abrigo para hacer sus negocios en Madrid ya no está, o al menos, no compra en las tiendas que lo hacía antes", apunta Molina.
Es cierto. Aquel ejecutivo se fue para no volver y desde entonces, el mejor momento que vivió Los Cisnes fue cuando hasta 40 locales, de los 50 aproximadamente que cuenta el centro, estuvieron con actividad. "Esto es precioso, la gente no sabe lo que tiene. Jerez es muy barato, pero no hay dinero. Así que mientras el cuerpo aguante estaremos al pie del cañón intentando que no se muera", declara Miguel.
Otro de los empresarios que sigue haciéndole frente a la crisis es Antonio Cubillana, propietario de la peluquería Aire Pop, un centro de estética y además, presidente de la comunidad de Los Cisnes. "Los que vamos sobreviviendo somos los que tenemos los locales en propiedad y los que somos profesionales de nuestros gremio", apunta Cubillana, quien no ha dudado además en compartir uno de sus locales con otro negocio 'similar' al suyo para así repartir costes. "Falta inversión, diversificación. Por ejemplo, si quieres comprar un botón, aquí deberíamos tener una tienda que lo pudiera vender. Mientras que no sea así, no conseguiremos estar al 100%", remarca el empresario.
Renovarse o morir es lo que ha pensado el dueño de Hogarium. Como 'hormigas', una de tras de otra, un nutrido grupo de jerezanos miran, remiran y compran en una particular tienda en mitad de la galería de Los Cisnes. Manuel, encargado de esta firma, señala que se trata de un negocio itinerante, que por primera vez y sólo por tres días de duración (acabó ya el viernes) aterriza en Jerez para ver si funciona. Y bueno si ha funcionado. "Mi jefe se decidió venir a este centro comercial porque era un buen enclave en el centro, y aunque no tiene una buena zona de carga y descarga, lo cierto es que ha tenido muy buena acogida", comenta Manuel mientras que cobra un despertador-linterna. "Lo que la gente pide es que el producto sea barato y con garantía. Hemos pasado de mirar la calidad a estar más pendiente de la cartera".
Quizás, Los Cisnes tenga la ventaja de ser paso entre la calle Larga y la plaza del Progreso. Un punto a favor de la movilidad de los clientes (que no en materia de aparcamiento) que no posee Lancería.
¿Lancería? Sí, Lancería. Muchos hasta habrán olvidado que en el tramo final de Larga, antes de llegar a la plaza del Arenal, hay un centro comercial que cuenta hoy día con sólo 4 negocios abiertos de los 22 locales habilitados. ¿Sólo 4? Sí, sólo cuatro.
Es desalentador comprobar cuántos carteles de 'se vende' y 'se alquila' se amontonan en los escaparates de estas habitaciones vacías que esperan poder recobrar la vida que un día tuvieron. Las paredes de color anaranjado resta luz a un centro comercial marcado por estrechas galerías y un patio central desaprovechado. "El declive de este centro comercial se ha agravado en el último año, ha sido cuando ha pegado el bajón definitivo", lamenta Francisco Pérez, empresario de servicios turísticos que mantiene su negocio en Lancería.
Más iniciativas empresariales, proyectos que vayan de la mano entre Ayuntamiento y comerciantes, un 'lavado' de cara, una buena programación de actividades para promocionar el centro, eliminar los problemas a la hora de aparcar... son algunas de las 'inyecciones' que necesitan estas instalaciones para reactivarse.
"La clave está en el aparcamiento. La gente quiere venir al centro gratis, como va a otros sitios, pero parece que eso no entra en la cabeza de ciertas personas", denuncia Pérez, quien claramente apuesta por el empujón al turismo y al ocio familiar, sobre todo al infantil, para recuperar usuarios en el casco histórico.
Y de la calle Lancería, a Doña Blanca. Dice y con razón el historiador jerezano Antonio Mariscal, que en los aledaños del mercado de abastos es donde mejor se oye el latido de la ciudad. Entre cartuchos de churros, puestos de higos chumbos y bolsas de pescado para el guiso, se alza el centro comercial Jerez Plaza. Con dos plantas -en la superior cerró una 'megatienda' de chinos, rara vez ocurre- este edificio no ha llegado a ser nunca un gran centro comercial a pesar de los esfuerzos de pocos y las simples ganas de muchos. Aquí abren y cierran negocios en el tiempo en el que uno sólo pestañea, porque apenas te acostumbras a comprar el pan en la panadería -una llegó a estar allí-, cuando al día siguiente ya cuelga el cartel de 'se alquila'. Parece que sólo una conocida tienda de zapatos, otra de telas, una agencia de viajes y desde hace poco, una tienda de ropa infantil siguen haciendo negocio en Jerez Plaza.
"Sí, esto está muerto, sobre todo por las tardes. Pero nosotros no nos podemos quejar, nuestro negocio funciona, mucho mejor incluso que cuando estuvimos en calle Honda", declara Marisa Postigo, de la tienda Paqui Barroso.
No corre la misma suerte la propietaria de un negocio de artículos de cuero que tiene previsto cerrar sus puertas a final de este mes. "No hay manera de levantar cabeza, se han cargado el centro", apunta la empresaria, que prefiere no hacer publico su nombre. Para ella, la decadencia del comercio en el centro ha estado propiciada por la marcha de los vecinos de la zona. "Han deshabitado el centro, los políticos han provocado que este magnífico centro sea una membrana muerta", critica la jerezana, quien después de soportar tres años perdiendo dinero ha decidido no levantar a partir de agosto la verja de su negocio.
La crónica de esta 'agonía' anunciada en las tres galerías hace evidente la falta de iniciativas y buenos proyectos que devuelvan la vida al centro. Muchos ya pensaron en su día que si el único McDonald de España que había cerrado sus puertas se encontraba en Los Cisnes, era porque las cosas ya estaban fallando. Y parece que aún no se ha puesto solución.
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