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Las 10 víctimas jerezanas de la catástrofe de Cádiz de 1947

  • Uno de los lugares más afectados por la explosión de Cádiz, que destruyó la Base de Defensas Submarinas, la Casa Cuna y el barrio de San Severiano, el 18 de agosto de 1947. ARCHIVO FOTOGRÁFICO GARGALLO.Dos adultos, de la misma familia, la de Pereda-Marcano, más ocho menores, acogidos en la Casa Cuna, que quedó destruida, fueron las únicas víctimas mortales de Jerez.- Los adultos estaban de vacaciones, pasando el verano, en un chalet propio, en las afueras de Cádiz.- Otros jerezanos resultarían ilesos o heridos de diversa consideración

EL 18 de agosto de 1947 una gran explosión hizo que cayese sobre Cádiz la mayor catástrofe de toda su historia. Se cumplen ahora 63 años de aquel fatídico día, cuando faltaban apenas unos cinco minutos para que dieran las diez de la noche, en la que por causas que, aún a pesar del tiempo transcurrido, no han podido ser conocidas, el polvorín de la base de Defensa Submarina de la Armada estalló por lo aires, destruyendo dicha base, la Casa Cuna, los Astilleros y el barrio de San Severiano. Gracias a las murallas, la expansión de la detonación no llegó hasta el centro de la capital, habiendo que lamentar únicamente roturas de cristales y algunos otros desperfectos de menor cuantía, en las casas del casco urbano.

Como consecuencias de la terrible deflagración hubo que lamentar 152 muertos, miles de heridos y unos dos mil edificios que se vieron gravemente afectados. El polvorín militar que explotó tenía almacenadas más dos mil cargas de profundidad y de minas submarinas. Estas procedían de la pasada guerra civil, en la que se habían utilizado en la lucha antisubmarina, conteniendo aproximadamente, según se dijo entonces, unos cuatrocientos kgrs. de trilita de la que parece ser que explotaron unas mil sesenta y cinco. Según los técnicos, la detonación en cadena fue provocada por más de doscientas toneladas de TNT (trinitro-tolueno), el más fuerte y potente de todos los explosivos. Aunque se ha llegado a decir que hubo, también, algo más, como acido pierico metadinitrobenceno, y otros potentes explosivos

La base de Defensas Submarinas estaba situada entre Cortadura y las murallas. La catedral y el Teatro Falla, al igual que otros edificios importantes, sufrieron numerosos desperfectos. Extramuros, puede decirse que desapareció casi totalmente. Aquella noche fatídica que Jerez vivió intensamente, sobre todo por las constantes noticias que llegaban a través de las ondas de Radio Jerez, que hizo un heroico reportaje y minucioso seguimiento in situ de la explosión, Cádiz se quedó sin luz eléctrica, sin agua y sin teléfono.

Víctimas jerezanas de la explosión

Por vez primera los jerezanos podemos conocer hoy, con toda exactitud, cuales fueron las victimas que murieron en aquella tremenda catástrofe que asoló nuestra capital, en pleno veraneo de algunas familias jerezanas, que pasaban sus vacaciones en las playas gaditanas.

La familia Paredes-Marcano, fue la más afectada. A ella pertenecían los dos únicos adultos que murieron, a causa de la explosión. Los demás fallecidos fueron ocho niños expósitos, naturales de Jerez, que estaban acogidos en la Casa Cuna, en la que perdieron la vida, al quedar destruida, junto con la mayor parte de las Hermanas de la Caridad, a cuyo cargo estaban, todos los demás niños de distintas procedencias, acogidos en la misma, veintiséis de los cuales fallecieron.

Las victimas jerezanas, adultas, fueron Victoria Marcano González, de 38 años de edad. Había nacido el 22 de junio de 1909 y, dos días después del suceso, el 20 de agosto, recibió cristiana sepultura en el Cementerio de la Merced de Jerez. Su cuñada, María Felisa Aldecoa Lacombe, de 20 años de edad, también falleció, siendo enterrada igualmente en Jerez.

Victoria estaba casada con Manuel Paredes y González de la Torre, quien resultó ileso, al no encontrarse en su domicilio, en el momento de la explosión. A consecuencia de la cual fallecieron, igualmente, sus tres hijas, María Josefa, María del Carmen y Milagros. El único hijo varón, José Manuel, mayor que sus hermanas, pudo salvarse. En las labores de desescombro, apareció en su cuna la mayor de las tres niñas, todavía con el chupete en la boca.

El hermano de Felisa, Enrique Aldecoa Lacombe, resultó herido; y un hijo de éste, llamado Enrique, también sufrió heridas, siendo atendido en primera instancia en un hospital de San Fernando, pasando luego al de Jerez, donde terminaría de curarse.

En el mismo chalet de la familia Pereda - Marcano se encontraban en el momento de la explosión, sus primos el cura Marcos Marcano Guazo y su hermana Cirila, naturales de Pie de Concha (Santander), los cuales residían en la Casa Cuna, de la que Marcos era el capellán. La mujer, de 39 años de edad, murió en el acto; no así el sacerdote que, aunque herido grave, milagrosamente salvó su vida, gracias a la butaca de mimbre en que estaba sentado, la cual hizo de parapeto al quedar boca abajo, cubriendo por completo a Marcos, que había caído al suelo.

Los niños expósitos jerezanos que murieron en la explosión

Estos niños, ocho en total, eran en su mayoría auténticos bebés, ya que al mayor de todos, nacido el 22 de diciembre de 1944, aún le faltaban cuatro meses para llegar a cumplir los tres años. De ahí, para abajo. María del Carmen Ríos Arenas, nacida el 2 de abril de 1945, y bautizada en la parroquia del Salvador y San Dionisio, había ingresado como expósita el 25 de enero del año siguiente. Contaba 2 años y cuatro meses de edad, cuando le sobrevino la muerte, en la Casa cuna.

Juan Gabriel Sánchez García, había nacido el 15 de noviembre de 1945 y a los tres días de su nacimiento ingresó como expósito. José Martín Rosa, nacido el 26 de mayo de 1946, ingresó como expósito el 6 de junio del mismo año. Su cadáver no sería identificado hasta el 3 de septiembre de 1947.

Otro niño expósito jerezano, se llamaba Diego Sánchez Herrero, ingresó en dicho centro benéfico a los once días de nacer y contaba once meses cuando falleció. Nueve meses tenía Francisco Vega Nieto, bautizado en Santiago, que había nacido el 8 de noviembre de 1946, ingresando a los tres meses. Y, por último, Francisco Mesa Castillo, que aún no hacía un mes que había ingresado y que tan solo contaba dos meses de edad, cuando le sobrevino la muerte debido a la explosión que destruyó la Casa Cuna de Cádiz.

De las familias jerezanas Pereda, Marcano y Lacombe, las únicas afectadas por la explosión de nuestra ciudad, sesenta y tres años después de la mayor catástrofe de la historia de Andalucía, apenas si quedan, al día de hoy, supervivientes de las mismas, con los que hayamos podido ponernos en contacto para este reportaje; cuyas fuentes han sido los Archivos Municipales de Cádiz y de Jerez, así como el libro de José Antonio Aparicio "La Noche Trágica de Cádiz", editado por la Diputación Provincial, el pasado año 2009.

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