Vidas intensas

Lectores sin remedio

Vidas intensas
Vidas intensas
Ramón Clavijo Provencio y José López Romero

13 de junio 2025 - 06:30

Anna Andréyevna Gorenko, más conocida como Anna Ajmátova, nació en Odesa el 11 de junio de 1889. Estudió Derecho, Latín, Historia y Literatura en Kiev y en San Petersburgo (Leningrado). En 1910 se casó con Nikolái Gumiliev, uno de los poetas fundadores del movimiento llamado “acmeísmo”, corriente opuesta al simbolismo y que preconizaba una poesía sobria, sin excesivos ornamentos retóricos. Junto con su marido, son ella misma y Osip Mandelstam los poetas más representativos de este movimiento. Y como Mandelstam, fue perseguida implacablemente por el régimen impuesto por el genocida Joseph Stalin. Aunque nunca fue detenida, su tercer marido N.N. Punin y su hijo, Lev Gumiliev, sí fueron encarcelados, y su obra poética prohibida. En la biografía del gran poeta ruso ‘Contra toda esperanza’ de (ed. Acantilado), Nadiezhda Mandelstam alude en múltiples ocasiones a la amistad que unía a ambos poetas, más estrecha por su común lucha contra el tirano. Su gran obra lleva por título ‘Réquiem’, que fue escribiendo entre 1935 y 1940 y que no pudo publicarse en la URSS hasta 1987. Anna Ajmátova moriría cerca de Moscú en 1966.

Flora Alejandra Pizarnik nació en Avellaneda el 29 de abril de 1936. Con veinticuatro años (1960) se embarca para París, ciudad en la que residirá hasta 1964, periodo en el que consolida su personalidad y su creatividad, como ha demostrado Manuela C. Almodóvar en su monografía dedicada a la poeta argentina. Será en París donde vivirá con total intensidad su independencia familiar y donde comenzará a entablar contactos y amistades literarias fundamentales para su obra. Prueba de ello es su relación con el matrimonio Cortázar, preocupado por la salud de Alejandra, y el prólogo que le hace Octavio Paz al poemario titulado ‘El árbol de Diana’ que escribe y publica en París en 1962. Como señala M. C. Almodóvar: “Mujer atormentada por la vida que le es hostil (sentido de abandono y soledad, agravado por diversas enfermedades) y la atracción que sobre ella ejercía la muerte (uno de los temas más recurrentes en sus poemas), Alejandra Pizarnik encuentra en el surrealismo y en el simbolismo los movimientos más adecuados para su expresión poética". Pizarnik vuelve a Buenos Aires donde continúa con su labor creadora, fruto de ella serán ‘Los trabajos y las noches’ (1965) y ‘La extracción de la piedra de locura’ (1968). Durante un fin de semana en el que había salido con permiso del hospital psiquiátrico donde estaba internada, el 25 de septiembre de 1972, a los 36 años, Alejandra Pizarnik murió por una sobredosis de pastillas de Seconal. José López Romero

Deliciosas polémicas

En estos días calurosos, ya a punto de clausurarse la Feria del Libro de Madrid, que por cierto también tuvo un polémico y singular cierre provisional por las altas temperaturas la tarde del día inaugural, el panorama literario de nuestro país se ha calentado para no ser menos, hasta recordarnos épocas pasadas donde las diferencias literarias en el mundo de las letras se dirimían con cierta frecuencia en las páginas de la prensa. En estos días hemos asistido no a una sino a varias polémicas y, qué quieren ustedes que les diga, los lectores nos lo estamos pasando en grande. Primero fue un artículo en ABC (“¿Un Chaves Nogales definitivo?”) donde el editor Abelardo Linares se muestra muy crítico con la publicación por parte de la editorial “El Paseo” de los “Diarios de la Segunda Guerra Mundial” de Chaves Nogales. A esto replicará extensamente Juan Bonilla en la revista Jot Down (“Abelardo Linares, el síndrome de Pupú Poulidor”) y, finalmente, vuelve Linares a contestar a Bonilla ahora en Jot Down: “Un Chaves Nogales demediado o lo malas que son las prisas”. Días atrás, en El País, Sergio del Molino publicaba “No hace falta leer un libro para criticarlo”, opinando con criterio sobre la polémica levantada por la periodista Marta Nebot, cuando criticaba el último libro de Javier Cercas acusándolo de blanqueo de la Iglesia católica (“El loco de Dios en el fin del mundo”). Pero como no hay dos sin tres, y volviendo a la revista literaria Jot Down, hace unos días Ángel L. Fernández Recuero arremetía duramente en otro artículo, “La mediocridad de Eva Orúe como directora de la Feria del Libro de Madrid”, contra la mencionada periodista por el veto de esta a la prestigiosa revista literaria. Ramón Clavijo Provencio

Reseñas

La Odisea ilustrada

Carmen Estrada/Miguel Brieva. Planeta cómics, 2024

En mis inicios como lector recuerdo la vieja edición para jóvenes de la ‘Iliada y la Odisea’ de Editorial Hernando, luego vendría la gran edición de José Janés (1951) que heredé de mi padre y que aún conservo. Siempre me he sentido fascinado por la obra de Homero y por ello no creo que la próxima versión cinematográfica de la ‘Odisea’ dirigida por Christopher Nolan, sea la responsable de las nuevas y numerosas reediciones de lo obra del griego. Entre ellas hay una que me ha llamado la atención por su singularidad y belleza: la edición gráfica que firman la traductora Carmen Estrada y el artista ilustrador Miguel Brieva. Estrada adapta con respeto y mimo el texto original, y la belleza de las ilustraciones de Brieva, que se detienen en las escenas más emblemáticas de la historia, son impactantes. R.C.P.

La Odisea
La Odisea

Orbital

Samantha Harvey. Anagrama, 2024

Es este un libro singular y que, pese a su corta extensión, reclama tiempo al lector que se aventure por sus páginas. Y es que la propuesta que nos hace la autora, introducirnos como espectadores en el día a día de seis astronautas que orbitan durante seis meses en la Estación Espacial Internacional, no deja de ser arriesgada. No estamos pues ante una historia de ciencia ficción al uso, de lo que se trata en este relato es de ahondar en lo que somos como especie, en nuestra fragilidad, a través de un viaje a la intimidad de esas seis personas, de esos seis científicos, que a la vez que van realizando las tareas encomendadas en la misión, se buscan a sí mismos a través de esa perspectiva inusual que les da su temporal situación fuera del planta al que pertenecen. Una novela atemporal y deslumbrante. R.C.P.

Orbital
Orbital

Sylvia

Celso Castro. Destino, 2017

Después de ‘Entre culebras y extraños’, Celso Castro publica esta historia que se pretende de amor. Mucho del protagonista-narrador de la primera novela (novela corta) tiene el personaje central de ‘Sylvia’: un cierto desquiciamiento mental, sus adicciones (en este caso a las anfetaminas) y, sobre todo, su obsesión por una mujer que, en la primera se llamaba Sofía, y en esta le da título al relato. Solo un cambio: la poesía por la filosofía. El protagonista es poeta, aunque el anterior también hacía sus pinitos con los versos. Y una misma técnica narrativa: el monólogo dirigido a un tú que puede ser un amigo como el propio lector. Ambas novelas son tan complementarias como intercambiables. J.L.R.

Sylvia
Sylvia

Flores de verano

Tamiki Hara. Impedimenta, 2011

Ya en el prólogo, Fernando Cordobés, al tiempo que nos presenta a este escritor japonés, nacido en Hiroshima en 1905 y muerto en 1951, nos introduce en la enorme producción que la literatura nipona ha generado en torno a las bombas atómicas que cayeron sobre Hiroshima y Nagasaki el 6 y el 9 de agosto de 1945. ‘Flores de verano’ no solo es la obra más conocida de Hara, sino una de las que se consideran más logradas en la descripción de aquella masacre totalmente innecesaria. El autor cuenta a través de la vida de su familia los meses anteriores al lanzamiento de la bomba, el propio estallido y sus terribles consecuencias. Como superviviente, Hara se erige en el testimonio de lo que nunca debió ocurrir. J.L.R.

Flores de verano
Flores de verano
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