Jerez en el recuerdo

La vieja industria farmacéutica local

  • A mi recordado amigo Adolfo Luque Hermoso, nieto mayor que fuera del ínclito farmacéutico Adulfo Luque.

AL igual que otras pequeñas y medianas industrias no relacionadas con el vino, tales como fábrica de fideos, de lápices, lacre, harinas, ladrillos, piedra artificial, telas, tapones corona, o bolsas de plástico, cuatro fueron los laboratorios fabricantes de especialidades farmacéuticas que existieron en Jerez durante el pasado siglo XX, y tres de ellos con un factor común, pues como veremos a continuación podemos decir que proceden de una misma rama.

Adulfo Luque y Laboratorios Lukol

En 1890, comenzó a ejercer su profesión en nuestra ciudad este destacado farmacéutico. Director que fue del Laboratorio Municipal y en posesión de la Medalla de la Beneficencia y de la Cruz Roja, era un hombre muy inquieto por la investigación y sobre todo por la consecución de nuevas técnicas para mejorar y desarrollar mejores tipos de vinos y brandis. Hijo de una acomodada familia de labradores de Lucena (Córdoba), había llegado a Jerez en 1873 cuando sólo contaba 10 años de edad. Su madre lo envió a Jerez para que su tío, el farmacéutico Antonio Rodríguez Carmona, se hiciera cargo de él y de su educación. El motivo era la penuria económica que en aquel tiempo estaba pasando toda su familia, ya que a causa de la II Guerra Carlista la familia se había quedado en la ruina más absoluta. En la farmacia de su tío trabajó como mancebo a la vez que estudiaba el bachillerato en el Instituto de Jerez. Terminados dichos estudios marchó a Granada donde se licenció en Farmacia. Terminada la carrera vuelve a Jerez para después marchar a Burdeos donde permanecería un año especializándose como enólogo. Al fallecer su tío sin descendencia heredó la farmacia de éste en calle Larga 73, una farmacia cuyo último propietario sería Pedro Madroñal como algunos recordarán.

A principios del siglo XX, formó una sociedad con el bodeguero jerezano Manuel Fernández de Bobadilla. Dicha sociedad estableció en unos locales de la calle Cristal dos laboratorios. El primero de ellos, "Laboratorios Luque", se dedicaría a la fabricación de productos enológicos, esencias y colorantes y, el segundo, "Laboratorios Lukol", a la elaboración de especialidades farmacéuticas. Ambas industrias fueron desarrollándose de forma muy positiva a lo largo de los años siguientes hasta llegar a poseer unas modernas instalaciones con cierto lujo y perfeccionadas técnicas para su época. Fueron muy acreditados en aquel tiempo el Agua de Abisinia para hacer desaparecer las canas, el laxante Azúcar de Plátano, el afrodisíaco Longevital y otras especialidades como Eugenil, Laurol o Teobromina Luque.

En 1927 el Sr. Fernández de Bobadilla abandona la sociedad, por lo que el Adulfo Luque instala la fábrica de productos enológicos y esencias en el número 14 calle Lealas y el laboratorio farmacéutico en calle Nueva 45. Tras su fallecimiento, ocurrido en 1936, se hizo cargo tanto de su laboratorio como de la farmacia de la calle Larga su hermano Manuel, también farmacéutico, y Lukol es vendido a la firma "Domecq y Chacón" fabricantes de cápsulas para botellas establecidos en la calle Méndez Núñez, conservando don Manuel Luque la fábrica de esencias y productos enológicos así como la farmacia de la calle Larga.

Poco tiempo permanecería "Laboratorios Lukol" en manos de sus nuevos propietarios, pues pocos años después de la Guerra Civil fue vendido al recordado farmacéutico Onofre Lorente Roldán, quien lo instaló en la calle Porvera nº 46, curiosamente la misma casa donde Adulfo Luque tuvo su laboratorio de Análisis Clínicos. El Sr. Lorente enriqueció el surtido con nuevas especialidades tales como: "Bleno-Etnerol" un preparado en obleas para el tratamiento de la blenorragia, compuesto por salol, urotropina y azul de metileno. Otro de sus productos, la Sal de Frutas Lukosal, gozó del favor del público para aliviar las malas digestiones y la acidez gástrica y compitió en España con la famosa marca ENO. Aunque el producto estrella de este laboratorio fue sin duda el "Vino Quina La Enfermera", un tónico reconstituyente a base de vinos generosos que llegaría a convertirse en el producto más popular y vendido de la empresa. Otras versiones de este vino quinado eran el "Vino Quina Carne-Hierro" indicado para abrir el apetito y combatir la anemia ferropénica, o el "Jerez Lukol Afrodisíaco" contra la "debilidad genital".

La Química Nacional

Unos años después, el Sr. Lorente adquirió las licencias de otro pequeño laboratorio establecido en la calle Paz nº 3 junto a San Marcos, llamado "La Química Nacional" propiedad que era del licenciado José Mariano Serrano Canchola que, además, tenía farmacia abierta en la calle Francos nº 2, el cual elaboraba entre otros productos de una pasta dentífrica medicinal denominada "Frexol". Tras muchos años en los Lorente que fabricó también una ginebra con su marca, la cual era exportada en buenas cantidades a Guinea Ecuatorial y algún otro país africano, siempre promocionado por su incansable y prestigioso agente de ventas Diego Asencio, Laboratorios Lukol cerró sus puertas a finales de la década de los sesenta. Las instalaciones de su última sede en calle Clavel 27 fueron vendidas para almacenar vinos.

Laboratorio Bonald

Otro de los laboratorios jerezanos de entre siglos fue el llamado Laboratorio Bonald, establecido por el químico y farmacéutico Rafael Bonald en calle Caballeros nº 21. En su vademécum figuraba un cierto surtido de medicamentos del que destacaba "Pastillas Bonald", cloroborosódicas con mentol y cocaína, era un preparado del que su publicidad decía: "Desinfecta boca y garganta evitando anginas, resfriado, gripe, toses rebeldes y los efectos del tabaco". La misma añadía: "Y recuerde que las Pastillas Bonald son remedio infalible para las enfermedades de vías urinarias". Otro de sus productos era un tónico yodotánico reconstituyente denominado "Leucogenol", que aseguraba estar recomendado por todas las "eminencias médicas". No son muchos los datos que poseemos sobre este laboratorio, los últimos anuncios que hemos podido encontrar datan de agosto de 1920. Sin embargo, siete años antes, en 1913, vemos Pastillas Bonald anunciada y comercializada por un laboratorio de Madrid al que presumiblemente le fue vendido el registro de la marca.

Laboratorio López Forbes

El último laboratorio jerezano que sobrevivió a los tiempos fue el denominado "López Forbes y Sobrinos". Fue fundado por la señora Serafina López Forbes en la calle Doña Blanca 22, para fabricar un producto cuya fórmula, según nuestros informes, fue ideada por Adulfo Luque. El mismo fue registrado y comercializado por López Forbes con el nombre de "Balsamo Oriental". Es éste el único producto que conozcamos fabricado por esta industria a lo largo de su dilatada historia. Con el eslogan "El rey de los callicidas" y posteriormente "Callicida infalible" vino elaborando y vendiendo a toda España durante casi ocho décadas cientos de miles de unidades cada año utilizando siempre el mismo logotipo, el mismo formato y la misma fórmula, llegando a ser el callicida más vendido en España. En 1911 dicha especialidad fue premiada con una medalla de oro en la Exposición Internacional de Buenos Aires. Actualmente este producto aún lo podemos encontrar en las farmacias, ahora fabricado y comercializado por un laboratorio de Barcelona.

Como hemos podido ver a través de estas líneas, entre otras muchas actividades industriales lamentablemente ya desaparecidas, Jerez también tuvo su pequeña industria farmacéutica, la cual no evolucionó con los tiempos para llegar a ser lo que fueron otras radicadas en Madrid, Barcelona o Bilbao que comenzaron en la misma época y de igual modo y llegaron a ser gigantes del ramo.

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