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Anécdotas del Jerez. Vino y Caballo

El vino y el potro, los criamos nosotros

  • Nuestros caballos han sido siempre fieles acompañantes del negocio del vino de Jerez

...Y de eso pueden presumir nuestros bodegueros. Nada que ver con el refranero popular, que nos dice que 'El vino y el potro, que lo críe otro'. Ya hemos visto en entregas anteriores cómo emergió la burguesía vinatera desde mediados del siglo XVIII. El iniciador del negocio es el creador de la empresa o el forjador de los comienzos de la prosperidad, el 'capitán de empresa', como gusta llamar Alberto Ramos Santana. El 'capitán de empresa' adopta una actitud 'moderna' ante los problemas que van surgiendo en sus negocios sin dudar a enfrentarse a las viejas costumbres. El próspero bodeguero penetra en un mundo reducido donde la confianza comercial y mutua es imprescindible y donde la palabra propia es suficiente para negociar.

Luego fundará una familia, a ser posible extensa, para asegurarse una continuidad en la obra iniciada. Esta familia fortalecerá y consolidará una elite de poder mediante la constante y abundante práctica de la endogamia; construirá una gran mansión al estilo de las casas inglesas, con amplios jardines, setos y boj. Y adquirieron caballos... Comprar un caballo en aquella época no era barato, pero se trataba de una necesidad imperiosa. La primera necesidad era la utilidad del caballo en el mundo del negocio vinatero (para visitar los viñedos, para acudir al trabajo...), y cuando el animal se multiplica y se le añaden coches para el paseo, se convierte en símbolo distintivo de éxito y de prosperidad.

De ahí la enorme relación entre el caballo y el negocio bodeguero. Expondré algunos casos, porque son tantos que más de uno se me escapará. Seguro.

Bien. Se sabía que, antes de la invasión napoleónica, los cartujos de la Defensión trabajaron durante siglos en la yeguada cartujana, que salvará in extremis Pedro José Zapata, iniciando lo que luego sería la 'Yeguada del Bocado'. Entretanto, sus extensiones de viñedo, que serían muchas, abastecerían las necesidades de algunas bodegas. La familia Garvey tuvo tanto éxito con sus vinos como con los caballos. Se decía que tuvieron cortijos de sementales en Jerez y en Pau. Recordad al inquieto vinatero Pedro Nolasco González, que introdujo el polo en Jerez, y su enorme pasión por los caballos, que transmitió a sus hijos. El Xerez Polo Club lo engrosaban hombres tan talentosos en el vino como Patricio Garvey González de la Mata, Carl y Alexander Williams, Kenneth MacKenzie, Luis y Manuel de Ysasi, Ricardo González Gordon o el gran Salvador Díez y Pérez de Muñoz, fundador de la compañía Díez-Hermanos.

Se cuenta algo muy gracioso de Pedro Nolasco González, Perico. Iba un buen día el marqués a caballo desde su finca 'El Cuco' y, por Santo Domingo, se encontró con 'el Palillero', un hombre muy servicial, dispuesto siempre a dejarse degollar por don Pedro.

-¿Dónde vas 'Palillero'?

- A donde mande el señor marqués.

Apeándose de su cabalgadura, le rogó que tuviera allí el caballo hasta que él regresara de hacer un asuntillo por ahí cerca.

-Lo que usted mande, señor marqués. Yo aquí me planto y no me muevo hasta el día del juicio final.

- Hombre, no es para tanto. Sólo va a ser un momento.

Ya en la calle Larga, el marqués de Torresoto se encontró con un amigo y empezaron a hablar de sus cosas: que si las bodegas, que si el campo, que si las vacas, que si el polo, que si esto o aquello... Total, que a las tres de la tarde se encontraban los dos en el comedor del Vista Hermosa, en El Puerto, dispuestos a meterse entre pecho y espalda un caldillo de perro, unos ostiones fritos, unas gambas al ajillo... Y como la corrida estaba al caer y el cartel era superior, de la mesa a la plaza de toros.

A la salida, que si la copita, que más amigos, y de El Puerto a Puerto Real, que estaba entonces de moda en lo mejor del verano. Por la noche, el Casino y, para el día siguiente, excursión a las canteras con mujeres guapas de Jerez y Sevilla.

A los tres días, Torresoto, que sale de 'El Cuco' muy de mañana en su viejo automóvil camino de la bodega, llega a Santo Domingo y ve al 'Palillero' con un caballo.

- ¿Qué haces aquí, 'Palillero'?, ¿ese caballo no es el mío?

-Aquí estoy entoavía, señor marqués, aguardándole a usted. Y no se apure, porque los dos, el caballo y yo, hemos comío estos días y habemos descansao por la noche por ahí atrás del Convento. Y yo fui y me dije: el señor marqués no habrá perdido la chaveta y se acordará de que aquí estamos. Y ya lo está usted viendo con sus propios ojos.

-Hombre, es que salió un asuntillo, así de repente... Total, que aquí estoy. Y como no sé cómo agradecerte tu interés por mí, puedes quedarte con el caballo. Te lo regalo, ea. Y, a propósito, ¿ha hecho mucho calor por aquí estos días?

-Ojú, señor marqués. ¡Tela del telón!

Entusiasma comprobar cómo a los bodegueros jerezanos les sonreía la fortuna al criar vinos y caballos sin parangón posible. La familia Guerrero, por ejemplo, destacó como criadora de caballos al ser grandes conocedores de ese mundo, caso de Pedro Guerrero de Castro. Otra rama familiar se centró en la bodega. Y muy cerca de aquí, en Sanlúcar, donde la afición por el caballo también subió enteros, la familia de los Hidalgo sobresalió de igual manera en esas dos facetas. ¿Quién no ha oído hablar de Javier Hidalgo de Argüeso? Hombre de extraordinaria personalidad y apariencia británica, biólogo, ingeniero técnico-agrícola, consejero de la compañía de 'La Gitana', ornitólogo, cazador en activo y, ante todo, laureado jinete de carreras. Los Morenés fueron familia de agricultores y ganaderos, pero también se ocuparon de la viticultura y la bodega.

Francisco Zuleta-Reales y María del Carmen Carvajal, hija del XI duque de Abrantes, contaron con importantes caballerizas y enganches tras comprar en 1928 a Sandeman el palacio del Recreo de Las Cadenas, que se atribuye a Gautier y del que tuvo que deshacerse Julián Pemartín Laborde debido a un mal negocio que le puso en una situación desesperada.

¿Y qué me decís de la extensa familia Domecq, tan entregada al vino como al caballo? A partes iguales, diría yo. Les apasionaban por igual los caballos a los Domecq Rivero (los 'franceses'), a los Domecq de la Riva (los 'sibaritas')y a los Soto Domecq (los 'santos', como les llamaban). José Ignacio Domecq González jugaba al polo cada tarde y lo mismo hacía su hijo José Ignacio. También Pedro Domecq de la Riva y su hijo Pedro Domecq Urquijo fueron excelentes jugadores. Su abuela Petra de la Riva contó con una de las más importantes colecciones de enganches, que fueron a parar finalmente a manos de la Escuela Ecuestre. Y no hablemos de la entusiasta vocación de Álvaro Domecq padre y su hijo Alvarito, que mantiene su negocio vinatero en las antiguas bodegas de Pilar Aranda con marcas de éxito en el mercado, sin olvidar su labor de cría y mantenimiento caballar en la finca de 'Los Alburejos'. Alvarito no tuvo hijos con su prima Maribel Domecq Ybarra, pero con sus dos sobrinos rejoneadores Antonio y Luis es adoración. Su pariente Nicolás Domecq, además de gran artista, ha criado caballos que han sido campeón de campeones, heredados de su madre doña Maribel Ybarra. Y Ramón Mora-Figueroa Domecq, el Iacoca de Jerez, que logró hacer la operación de venta más rentable y ejemplar de una bodega del Marco, la de Pedro Domecq, sigue siendo un gran aficionado al polo y a la caza desde su finca de 'Las Lomas', el mayor latifundio de Europa.

No me resisto a reproducir aquí las curiosas similitudes que Jesús de las Cuevas, en su particular y ameno estilo, encontraba entre el vino y el caballo: "Se graban a fuego nalgas de botas y yeguas y aquellas marcas en las maderas recuerdan los hierros de la ganadería; términos característicos que los vinos pueden servir de nombres de caballos -'Escogido', 'Amoroso', 'Abocado'-, y al contrario, nombres de caballos famosos de Jerez -'Chaparrillo', 'Alcaydejo'- podrían servir para bautizar vinos; el encabezamiento de las soleras se asemeja a desvelar los misterios de los pura sangres y sus tantos por cientos; conocedores y capataces portan parecidas libretas de mando; necesitan ambos los mismos años para serlos de verdad; el ordeño de las botas guarda cierto parentesco con la saca de potros; piafaban caballos por las bodegas y la botella mantenía collarín simbólico, mientras soberbios ejemplares se reproducen en las etiquetas -en 'Gladiador' de 'Manuel Guerrero' o en 'Lipizano' de 'Tabajete'..."

Terry es sinónimo de historia, caballos, carruajes y vino. "The last but not the least", que diría Fátima Ruiz, la compañía de origen irlandés es internacionalmente conocida, además de por sus vinos y brandies, por sus caballos cartujanos del Hierro del Bocado. Buena parte de ese trabajo corrió, en 1948, a cargo de Fernando C. de Terry, que compró a Curro Chica y a Roberto Osborne un buen lote de caballos que marcó para mantener la pureza de la raza. Además, su colección de carruajes es impresionante: landós, manolas, la araña, los faetones, el sociable... que se guardan en las caballerizas de Espanta Rodrigo.

La verdad es que los 'spots' del 'Centenario' causaron un verdadero impacto en los medios publicitarios. Se trataba de la campaña 'Terry me va... Usted sí que sabe'. La bella imagen de la chica sobre el caballo fue un gran acierto publicitario del creativo Leopoldo Pomés. La última amazona fue la pintora de padres húngaros Margit Kocsis, que montaba sobre la fina estampa de 'Nevado', el célebre caballo tordo orgullo de la raza cartujana. Antes lo hizo Christina Paffgen, 'Nico', una actriz y modelo alemana que cantaba con los 'Velvet Underground'.

Acabamos ya. Y lo hacemos con los 'primos lejanos' del caballo. Son los simpáticos y cariñosos burros píos, que aún pueden verse en el recreo Luzema si tomamos el camino antiguo hasta Chapín desde la calle Córdoba.

Pero, ¿de dónde demonios salen los burros píos? Es curioso, pero ahora vuelve el nombre del polifacético Pedro Nolasco González. El marqués de Torresoto era un asiduo del Coto de Doñana desde 1897 en que, junto con los naturalistas Chapman y Buck, adquirió los derechos de caza en aquel paraíso agreste. Dentro de esta reserva natural se encontraba una población de burros, llegados hasta el parque desde Marruecos por obsequio de un sultán árabe a los anteriores propietarios del Coto. La historia cuenta que el cuidado de estos animales llegó a manos de la familia portuense de Caballero. Elma Caballero González-Gordon, hija del recordado Luis Caballero Florido, sigue luchando para que las autoridades reconozcan a sus ejemplares como raza autóctona.

Y así podríamos seguir y seguir y sería lo penúltimo. Pasa igual que con el jerez. La penúltima copa, amigos, nunca la última. Y el que diga que no, que venga, lo pruebe y después hable, si mismamente puede.

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