La Virgen de la Merced: historia, fervor y un sello de identidad
La patrona ha tenido protagonismo en estampas de devoción y gran representación en la filatelia, pequeñas obras de arte que unen lo espiritual y lo cotidiano
En Jerez de la Frontera, donde el vino canta y los caballos bailan, hay otra protagonista que, año tras año, convoca a fieles, curiosos y hasta a incrédulos con cámara en mano: la Virgen de la Merced, patrona de la ciudad. Si alguien piensa que se trata solo de un título honorífico, basta con acercarse a Jerez un 24 de septiembre para comprobar cómo la ciudad se transforma en un escenario donde la devoción y la tradición se dan la mano.
La advocación de Nuestra Señora de la Merced nace en Barcelona en 1218, ligada a la Orden de la Merced, fundada con la misión de redimir cautivos. Pero en Jerez la historia comienza en el siglo XIII, tras la conquista cristiana de la ciudad por Alfonso X el Sabio en 1264. Se cuenta que, agradecido por la intercesión de la Virgen, el rey sabio favoreció la presencia mercedaria en la ciudad. Desde entonces, la imagen ha vivido guerras, terremotos, invasiones napoleónicas y hasta la competencia con otras devociones locales, saliendo siempre airosa (y nunca mejor dicho).
En 1949, el papa Pío XII proclamó a la Virgen de la Merced patrona canónica de Jerez, y el 24 de septiembre quedó fijado como fiesta local. Ese día, con calor residual de verano y olor a vendimia, la ciudad se paraliza para acompañar a su patrona en procesión desde la basílica que lleva su nombre.
La imagen que procesiona es una talla de finales del siglo XIII, aunque, como ocurre con tantos iconos históricos, ha pasado por restauraciones que la mantienen con aspecto digno y solemne.
Durante la procesión, se mezcla el silencio devoto con las palmas espontáneas y hasta algún “¡guapa!” con acento jerezano. La solemnidad nunca está reñida con la gracia local.
Las celebraciones en honor a la Virgen de la Merced no se limitan a la procesión. Hay novenas previas, conciertos de música sacra, conferencias, encuentros culturales y, por supuesto, el despliegue del Ayuntamiento en actos oficiales. La basílica, durante esos días, se convierte en un hervidero de visitas, promesas y rezos.
Que la Virgen de la Merced sea patrona no es un adorno folclórico. Para los jerezanos, es símbolo de identidad compartida. Desde familias que la invocan en sus problemas cotidianos hasta instituciones que organizan actos en su honor, la devoción se integra en la vida cívica. El Ayuntamiento, la diócesis y hasta las peñas flamencas reconocen su centralidad.
En 2018, con motivo del 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla, la Virgen ocupó un papel protagonista en los actos oficiales. Y no faltan momentos en que las autoridades locales, con cierta sonrisa, recuerdan que la “alcaldesa perpetua” les sigue marcando la agenda.
Los coleccionistas saben que la Virgen de la Merced no se limita a estampas de devoción: también tiene representación en sellos. En 1963, Correos emitió una serie conmemorativa de patronazgos marianos, y la advocación de la Merced estuvo entre las seleccionadas. El Club Filatélico Jerezano editó un sello con la Virgen de la iglesia jerezana en 2010 y en 2011 otro ejemplar celebrando los cincuenta años de su Coronación Canónica. En el mundo filatélico, estas emisiones son pequeñas obras de arte que unen lo espiritual con lo cotidiano: de hecho, no son pocos los jerezanos que han mandado cartas orgullosamente “selladas” con la imagen de su patrona. En algunos países también se han producido sellos con la Virgen de la Merced, y aunque Virgen solo hay una, imágenes de la advocación hay bastantes. Véase la representación de Perú, de cinco soles y medio, de Ecuador, de 1979, o la de República Dominicana, de 2019, con perfiles bien distintos.
No faltan personalidades que han mostrado su vínculo con la Virgen. Grandes del flamenco como Lola Flores y José Mercé (cuyo apellido artístico parece guiño inevitable) han expresado su devoción. También escritores locales han dedicado versos y prosas a la patrona, convirtiéndola en musa y referente cultural.
En definitiva, la Virgen de la Merced no es solo un icono religioso, sino un espejo en el que se refleja la identidad de Jerez: ciudad orgullosa de su historia, de su vino y de sus caballos, pero también de su patrona. Ella preside con calma y elegancia, recordando que, en medio de los vaivenes de la política y los mercados, hay símbolos que permanecen.
Y aunque no todos los jerezanos acudan a misa, basta con escuchar los vítores del 24 de septiembre para entender que la Virgen de la Merced no es únicamente patrona: es, en cierto modo, la vecina más querida de la ciudad. Y además, la única que nunca ha faltado a una procesión.
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