El silencioso avance de las especies invasoras en Andalucía
Existen más de un centenar de especies con impacto en los ecosistemas, algunas de ellas ampliamente distribuidas y cuya erradicación es ya inviable
Andalucía es uno de los territorios más ricos en biodiversidad de Europa, pero también uno de los más expuestos al impacto de las especies exóticas invasoras (EEI). Estas especies, introducidas fuera de su área de distribución natural, han logrado establecerse y expandirse en distintos ecosistemas andaluces, provocando desequilibrios ecológicos, desplazamiento de especies autóctonas, pérdidas económicas y, en algunos casos, riesgos para la salud pública.
Según el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, gestionado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, y los datos de seguimiento de la Junta de Andalucía, existen más de un centenar de especies invasoras con presencia confirmada en la comunidad. Algunas de ellas están ampliamente distribuidas y su erradicación es ya inviable, por lo que las estrategias de gestión se centran en el control poblacional, la contención geográfica y la mitigación de sus efectos.
Uno de los casos más conocidos es el del cangrejo rojo americano (Procambarus clarkii), introducido en los años setenta con fines acuícolas. Actualmente está presente en zonas de alto valor ecológico como las marismas del Guadalquivir y Doñana, donde ha desplazado al cangrejo autóctono, degradado hábitats y alterado el equilibrio trófico. De forma similar, el mejillón cebra (Dreissena polymorpha), detectado en varios embalses del Guadalquivir, supone un serio problema para infraestructuras hidráulicas y sistemas de riego.
Entre los vertebrados exóticos, la tortuga de Florida (Trachemys scripta elegans) y la gambusia (Gambusia holbrooki) han generado especial preocupación en humedales y zonas de reproducción de anfibios. Ambas especies compiten por el alimento y depredan sobre especies locales, algunas de ellas en peligro de extinción. La presencia creciente del siluro (Silurus glanis) en el Guadalquivir, una especie de gran tamaño y hábitos depredadores, es otro factor de alarma reciente, según datos del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN-CSIC).
En ambientes urbanos y periurbanos, destacan las cotorras exóticas: la cotorra argentina (Myiopsitta monachus) y la de Kramer (Psittacula krameri). Se han adaptado con éxito a ciudades como Sevilla y Málaga, donde su crecimiento poblacional ha provocado conflictos por el desplazamiento de aves autóctonas, daños a cultivos y molestias en parques. A pesar de planes de control promovidos por los ayuntamientos, como el de Sevilla en 2022, los resultados han sido limitados.
El entorno litoral también se ha visto afectado por invasiones vegetales. La alga asiática Rugulopteryx okamurae, introducida en el estrecho de Gibraltar en torno a 2015, se ha expandido rápidamente por la costa andaluza, formando densas acumulaciones en fondos marinos y playas. Esta especie desplaza a algas autóctonas como la posidonia oceánica y ha causado importantes pérdidas económicas a sectores como la pesca y el turismo. Su control es extremadamente difícil debido a su capacidad de reproducción asexual.
Flora invasora, impacto en la regenración de bosques
En cuanto a la flora terrestre, especies como el ailanto (Ailanthus altissima), la uña de gato (Carpobrotus edulis) o la caña común (Arundo donax) han colonizado márgenes de ríos, acantilados y bordes de caminos. Estas plantas muestran un crecimiento rápido y una gran resistencia a condiciones adversas, lo que les permite desplazar a la vegetación autóctona y alterar procesos ecológicos fundamentales como la regeneración del bosque mediterráneo o el ciclo hídrico.
La Junta de Andalucía aplica desde hace años una estrategia de gestión de especies exóticas invasoras, que incluye acciones de vigilancia, control poblacional, erradicación en fases tempranas y campañas de sensibilización ciudadana. Proyectos como EXIA, impulsado por la Fundación Descubre y la Universidad de Córdoba, promueven la ciencia ciudadana como herramienta de detección temprana. A nivel científico, centros como la Estación Biológica de Doñana (CSIC) o la Universidad de Málaga desempeñan un papel clave en la monitorización de estas especies y la evaluación de sus impactos.
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