Ginferno nace en Madrid en 1997, saca su primer disco en 2003 y desaparece del mapa industrial hasta ahora, cuando prepara el lanzamiento de su segundo trabajo. Esta formación, compuesta por artistas de diversas nacionalidades, destaca por su eclecticismo estético y cultural, y supone una de las apuestas más complejas y fascinantes de la escena independiente patria.

-Compartís cartel mañana con los Buzzcocks, vaya tela...

-Buzzcocks formó parte de la banda sonora de mi adolescencia y, aunque la vuelta a la escena de bandas míticas siempre está cargada de polémica, en su caso creo que ha sido honesta, ya que han grabado material nuevo y sus conciertos tienen intensidad.

-Y hace nada vi a alguno de vosotros compartiendo escenario con, nada más y nada menos, que el mismísimo Damo Suzuki.

-Fue una experiencia muy excitante de la que aprendimos mucho. Damo Suzuki tiene en la actualidad un proyecto que se llama Damo Suzuki Network, que consiste en que gira por todo el mundo tocando en cada ciudad con grupos locales que le gustan. No se prepara nada, todo tiene que ser espontáneo y efímero.

-¿De dónde procede vuestro nombre?

-Es un juego de palabras: Ginebra-Infierno. La principal virtud de este nombre es que no tienes problemas cuando das de alta una dirección de correo electrónico o te registras en myspace.

-Os definís como una mezcla de música surf, ritmos africanos y psychobilly. Si te paras a pensarlo, todos estos estilos os cogen bien lejos en el mapa.

-Lo que hace Ginferno es un reflejo de la enorme variedad de música que escuchamos: boleros, clásica, tango, rockabilly, jazz, psicodelia, garaje, canciones infantiles, música turca, camboyana… Nuestro proceso creativo se basa en la improvisación en el local. Lo grabamos todo y luego cogemos los trocitos que más nos gustan. Así aflora de manera natural todo lo que escuchamos. También es un reflejo de los diferentes orígenes de los miembros de Ginferno. Todos nos conocimos en Madrid. Aquí hemos conocido a algunos de los artistas más honestos y originales. El problema que tenemos es que nos cuesta mucho hacer sostenibles económicamente las continuas explosiones de creatividad que se dan en la ciudad.

-Nacisteis como formación en 1997, sacasteis vuestro primer disco en 2003 y no habéis vuelto a sacar trabajo.

-El caso es que durante casi 10 años hemos estado ensayando en nuestro propio estudio y no hemos parado de grabar y crear material nuevo. Pero cada vez que teníamos que enfrentarnos a finalizar un disco se cruzaba en nuestro camino algún proyecto nuevo que nos apetecía más, como participar en la película El árbol, colaborar con la viedoartista alemana Lilli Hartmann, con un bailarín japonés llamado Nobu… Así que durante 6 años hemos estado posponiendo. Nos estimula más el proceso de creación y tocar en directo que grabar.

-La formación de Ginferno ha variado mucho desde 1997. Ahora contáis con un poeta y una artista de vídeo y performance.

-Ginferno es producto de un compromiso colectivo. Cada persona que ha participado de alguna manera en Ginferno ha aportado algo, su propia forma de entender la música o el proceso creativo y, sobre todo, trabajo y esfuerzo. Cada uno contribuye en función de su disponibilidad y motivación; se entra y sale sin mayor problema. La contribución de todos los que han pasado por Ginferno formará siempre parte de nuestro patrimonio artístico y emocional.

-¿Qué esperáis de este nuevo disco?

-Estamos encantados con las canciones nuevas. Y parece mentira, pero estamos muy excitados y algo nerviosos ante su próxima publicación. Ahora que lo estamos escuchando ya con un poquito más de perspectiva te das cuenta de que, a pesar de que este disco es cantado y no instrumental, como el primero, los ingredientes básicos de Ginferno siguen ahí. En esta ocasión las canciones tienen más aspecto de canciones, pero las ganas de experimentar se siguen notando en las estructuras, ritmos y texturas. Además, Kim Tipin (cantante y letrista) ha escrito unas letras muy bonitas e irónicas. ¡Ha encontrado brillante inspiración en el amor que llena su corazón!