Monkey Week | Crítica

Los colombianos están locos y los belgas más

  • La insistente lluvia no logró vencer a la Monkey Week, que completó de forma brillante una jornada que comenzó con los peores augurios meteorológicos.

La lluvia no impidió a la gente disfrutar de la Monkey Week

La lluvia no impidió a la gente disfrutar de la Monkey Week / Javier Rosa

Este año se ha modificado el escenario de la Torre de Don Fadrique para hacerlo más operativo, pero incluso así la cantidad de lluvia caída durante la tarde fue tanta que el entorno quedó inutilizado para la celebración de conciertos y tuvieron que ser aplazados. El de Raúl Cantizano pudo celebrarse a las once en el Fun Club y a los demás se les busca nueva ubicación.

Los primeros conciertos de esta edición de la Monkey Week comenzaron celebrándose, pues, en la pista de autos de choque instalada en la Alameda, donde rondando las cinco de la tarde, como ya ocurriese el año anterior, La Big Rabia ofreció sus boleros enrockecidos a una audiencia tan mojada como aquella, esta vez debido a la persistente lluvia en vez de al sudor del sofocante calor de entonces. La audiencia afluyó durante el psicodélico concierto de Vera Fauna, para reventar las costuras de la pista durante el de The Magic Mor, cautivador y pleno de energía; ellos marcaron el pulso de la noche que se avecinaba y su sofisticada épica mantuvo a toda la audiencia pendiente de ellos; luego Terry Vs. Tori y sus uniformes ritmos diluyeron la atención y la gente se fue dispersando. Apenas quedaba allí la mitad de público que había escuchado a The Magic Mor cuando los colombianos The Kitsch subieron al escenario. A su frente un cantante que ha asimilado mal las actitudes provocadoras del rock y se nota que su transgresión es de plástico. Los desnudos, derribos de pies de micro, saltos, no salían de forma espontánea siguiendo la pasión de la música, sino coreografiados como aderezo artificial de ella. Aun así se las apañaron muy bien para remontar su inicio de rock desfasado hasta un punk mucho más brioso, que dejó a la gente con ganas de más.

The Magic Mor ofrecieron un concierto cautivador y pleno de energía.

En la calle José Díaz había comenzado ya la sesión after y los catalanes Conttra nos hicieron recordar tanto a Ultravox como a The Cult con su rock sincopado de tintes ochenteros. La noche pasó de buena a excepcional en la Sala X con los belgas SHHT, cinco locos enfundados en monos de trabajo que crean un punk sintetizado deudor de The Residents tanto como de Frank Zappa y los Gong de Daevid Allen. Interpretaciones muy expresivas, interacción con la gente y una música tan física como psíquica que nos dejó alucinados con la versión más marciana del Bohemian Rhapsody que hayamos oído nunca.

Los también belgas It It Anita ya no son solo esa banda deudora de Fugazi y Sonic Youth que hace dos Monkeys nos martillearon con un solo acorde repetido hasta la saciedad. Ahora facturan un grindcore sin resquicio alguno. El hardcore que emanaba directamente de sus entrañas noqueó a los asistentes, que lejos de mantenerse en la lona esperando la cuenta hasta diez se levantó en un pogo feroz, en el que volaron vasos y móviles, alrededor de la batería que, mientras las guitarras y el bajo mantenían el fuzz, desmontaron y trasladaron con ayuda de sus colegas del grupo anterior, para montarla en medio del enloquecido público, que le hizo apenas el sitio justo para que no le rebotaran las esquirlas de las baquetas, que golpeaban con saña.

Después de ellos, mientras nuestros paisanos de Derby Motoreta´s Burrito Cachimba completaban el aforo de la Sala Even, dejando fuera de ella a tanta gente como la que había dentro, nos adentramos en La Calle en la que Los Viejos, un dúo de mexicanos con caretas y barba anciana, ofrecía más de lo mismo que acabábamos de oír, en formato reducido. Antes de que la intensidad de su stoner nos saturase de manera letal optamos por poner fin a la noche.

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