Tribuna Libre

Gladis y la rebelión de las orcas

Imagen de orca desde el 'Nashira', embarcación del grupo de investigación CIRCE, frente a la costa del P.N. de la Breña y Marismas de Barbate.

Imagen de orca desde el 'Nashira', embarcación del grupo de investigación CIRCE, frente a la costa del P.N. de la Breña y Marismas de Barbate. / J. Carlos Neva

Existen historias en las que la realidad supera la ficción, esta es una de ellas. Se desarrolla en un lugar mágico cargado de pasado, misterio y mitología. África y Europa tan sólo los separan catorce kilómetros, pero un abismo en cultura, religión, economía... El Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo se unen en las Columnas del Melkart fenicio, del Heracles griego o del Hércules romano. La columna de África en el monte Jbel Moussa, monte de la Mujer Muerta, en cuyas rocas está grabado Al-Lahu-Ákbar, Alá es el más grande; la columna de Europa en Gibraltar cuyo nombre le viene del general omeya Tariq-Ibn-Ziyad. Este lugar es el Estrecho de Gibraltar.

Lugar de tránsito entre dos continentes y dos mares, de animales y civilizaciones. Probable es que homínidos antecesores, o coetáneos como el Neardental, al H. sapiens cruzaran el mar para dar el salto a Europa; el dios Melkart guio a los tirios hace tres mil años por la Ruta del Estaño y fundaron Gadir; a su templo sagrado en el islote de Sancti Petri fueron a orar Alejandro Magno, Aníbal Barca, Publio Cornelio “El Africano”, Julio Cesar; el general bereber Tarik desembarcó con cinco mil soldados para dar fin a la Iberia goda y cristiana y dar comienzo a la musulmana.

En sus rutas migratorias por él cruzan aves, peces, cetáceos. Rorcuales, cachalotes, calderones, delfines y orcas son habitantes ancestrales y habituales de estos mares del sur. En marzo comienza una ritual migración masiva de atunes rojos desde el Atlántico hacia el Mediterráneo para desovar y la orca, en las aguas profundas entre Barbate y Tánger, los acecha para darles caza porque es su principal fuente de alimento

Desde hace más de 3.000 años las orcas han sido consideradas animal sagrado. Su nombre le viene del griego Orix, carneros del mar. En su piel se dibujan figuras que nos conectan con la astrología, el zodiaco o los dioses marinos. Tras la aleta dorsal el símbolo de Aries y en el abdomen un tridente, arma de la mayoría de los dioses acuáticos como Dagóm, Poseidón o Neptuno. El poeta romano Avieno, en su Ora Marítima, describe la montaña Atlanterra en Zahara de los Atunes. En esa montaña, excavada a mano hace 5.000 años, está la Cueva de las Orcas en la que un calendario solar marca el equinoccio de primavera, el 21 de marzo, comienzo de Aries, fecha en la que también empiezan a observarse orcas. Era el momento de ir a pescar los atunes que huyendo de su depredador se dirigían hacia la costa para protegerse en aguas más someras: sin orcas no hay almadrabas.

De animal sagrado y una ancestral relación interespecífica atún, orca, hombre, a Gladis la “orca asesina”. Un hasta ahora desconocido comportamiento de estos animales está generando el pánico en los veleros. En 2020 comenzaron las interacciones en la costa atlántica de España y Portugal. Desde entonces se han producido 437 contactos; en lo que va de año 53 y de ellos 27 sólo en el Estrecho de Gibraltar de los que 12 han producido averías en veleros llevando al hundimiento de dos el pasado mes de mayo sin daños para la tripulación.

Las medidas del Ministerio de Transición Ecológica (MITECO): delimitación de una zona de exclusión para la navegación o parar, arriar velas, apagar aparatos electrónicos, no arrimarse a las bordas, ponerse chalecos salvavidas, esperar y si la cosa se complica dar el SOS no han surtido efecto y además generan inseguridad en las tripulaciones.

La etología y la fantasía compiten por las hipotéticas causas de estos novedosos comportamientos: juego, simple curiosidad, territorialidad, competencia por el alimento, venganza contra los humanos. El oportunismo mediático sensacionalista, el de absurdos egos de determinados sectores de la comunidad científica o el de intereses de algunas empresas de 'whale watching' han entrado en escena. Ya se ha creado una líder en esta "cruzada" de las orcas contra nosotros. Gladis se ha hecho viral y las RRSS se están llenando de falsas informaciones y de memes que hacen más daño que risas. La incertidumbre y la falta de información está generando desconcierto e inseguridad en la comunidad de veleristas en la que, con petardos o bengalas submarinas, arpones, carabinas son algunas de las medidas con las que algunos pretenden defenderse de esta "rebelión de las orcas": o ellas o nosotros.

Solo la investigación y la ciencia darán con la solución. Científicos e instituciones investigadoras internacionales y administraciones públicas se han puesto manos a la obra. Renaud de Stephani, con cerca de 30 años de experiencia en cetáceos en el Estrecho de Gibraltar y director de CIRCE, ha recibido el encargo del MITECO para proponer soluciones. Hay que tener paciencia, por lo pronto se van a marcar con geo localizadores satelitales a ocho orcas adultas de la población del Estrecho de Gibraltar con lo que se podrá tener en tiempo real su situación y así eludir sus áreas de campeo y evitar interacciones.

Esperemos que pronto tengamos soluciones que permitan que, en el mar, espacio común, podamos convivir en armonía orcas, veleros, almadrabas y seres humanos porque el mar también es históricamente territorio y medio natural de nuestra especie.

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